Año 3, número 17
H. Puebla de Zaragoza a 26 de octubre de 2000

Origen y evolución de las
escuelas preparatorias

Por Antonio Esparza Soriano

Gabino Barreda. Grabado de Alberto Beltrán

 

L

a enseñanza que corresponde al nivel medio superior, conocido ahora con diversos nombres: Preparatoria, Colegio de Bachilleres, Colegio de Ciencias y Humanidades, se inicia en México en 1556, cinco años después de fundada la Real y Pontificia Universidad, la cual gozó de los mismos privilegios que tenían las Universidades de Roma, Salamanca y Alcalá.

Sin embargo, no fue sino hasta la fundación del primer centro de enseñanza de los jesuitas, el Colegio de San Pedro y San Pablo en la capital de la Nueva España, en 1573, cuando dicho nivel empezó a funcionar normalmente para cumplir con su principal objetivo: preparar a los educandos para las profesiones universitarias.

En efecto, la enseñanza del bachillerato fue solamente escolástica, y los planes de estudio abarcaban nada más las humanidades. Los jesuitas introdujeron en los planes de estudio las ciencias reales como la física, las matemáticas, las ciencias naturales, la geografía, la historia, las lenguas extranjeras y la renovación de las ciencias filosóficas.

La Real y Pontificia Universidad de México fue la segunda en el nuevo continente; la primera en fundarse se estableció en Santo Domingo en 1538.

Los antecedentes de la Universidad se encuentran en las escuelas para los naturales que crearon los franciscanos, y que dieron magníficos frutos a lo largo de cincuenta años. En ellas se estudiaron las lenguas indígenas y se escribieron las primeras gramáticas de las mismas; se interpretaron los jeroglíficos de los antiguos códices, y se capacitó a los alumnos, hijos de los nobles conquistados, en los oficios indispensables para la vida de la ciudad edificada sobre las ruinas de los adoratorios.

Sin embargo, los criollos y los mestizos fueron olvidados, y sólo aprendieron a leer y escribir los que podían pagar a los maestros que llegaban de España.

La Real y Pontificia Universidad fue ignaugurada por el virrey Luis de Velasco el 25 de enero de 1553 y los cursos iniciaron el 31 de junio siguiente. Pronto empezó en la capital de virreinato una activa vida cultural, a la que contribuyó notablemente la imprenta que Juan Cromberger envió a México en 1539, la cual estuvo a cargo del impresor de origen italiano Juan Pablos, el cual no tuvo competencia sino hasta 1558, cuando se autorizó que otros impresores pudieran trabajar en la Nueva España.

La importancia del Colegio de San Pedro y San Pablo puede medirse por los siguientes datos: en 1578, año en que llegan a Puebla los jesuitas en misión evangelizadora, la Real y Pontificia Universidad de México tiene que enviar a sus estudiantes a dicho Colegio para que cursen la cátedra de gramática, porque no tiene recursos suficientes. Diez años más tarde, la Universidad reconoce los estudios realizados en esa Institución, y solamente pide que el examen profesional se haga en su sede.

En la Puebla de los Angeles la enseñanza superior para los jóvenes criollos y mestizos estuvo a cargo, durante los siglos XVI, XVII y XVIII, del Colegio del Espíritu Santo, regida por los consejos que Francisco de Borja, General de la Orden, dictó a los primeros padres jesuitas que vinieron a la Nueva España.

Antonio de la Rosa, primer rector laico del Colegio del Estado. Foto tomada de Las Calles de Puebla, de Hugo Leicht. Ed. 1996, pág. 70.

 

En 1825 se inicia la vida civil de la institución, con el nombre de Colegio del Estado, y para 1826 su primer director laico fue el licenciado Antonio de la Rosa. Sin embargo, pocos cambios se hicieron en los planes de estudio del nivel superior medio, y no fue sino hasta 1854 que se deja de emplear el término de Bachillerato y aparece el de Preparatoria.

Antes de esa fecha, los métodos de enseñanza fluctuaban entre el escolástico y el de la libertad, éste último por la influencia de los escritores franceses, Rousseau y Fenelon, autores de Emilio y La educación de las doncellas, respectivamente.

Los ciclos escolares no estaban bien definidos, y como lo narra José Joaquín Fernández de Lizardi en El Periquillo Sarniento, cada estudiante decidía cuándo presentar su examen para obtener el grado de Bachiller, el cual se realizaba públicamente.

En 1854 se organiza la educación preparatoria como antecedente de las licenciaturas, con un plan de estudios de 5 años y la impartición de las siguientes materias: Primer año, gramática de la lengua y matemáticas; Segundo año, matemáticas y cosmografía; Tercer año, física y química; Cuarto año, mineralogía, botánica, geografía, zoología y anatomía humanas; Quinto año, filosofía, historia universal e historia patria.

En 1867, restablecida la República bajo la Presidencia de Benito Juárez, pidió éste a su Ministro de Justicia e Instrucción Pública Antonio Martínez de Castro que reorientara la educación pública. El ministro creó una comisión integrada por Francisco y José Díaz Covarrubias, Ignacio Alvarado, Eulalio María Ortega y el ilustre poblano Gabino Barreda, quien la presidía. Los trabajos de esa comisión fueron notables, y dieron como fruto la ley del 2 de diciembre de 1867 que implantó la educación obligatoria, laica y gratuita. Consecuencia de esta disposición fue también la Escuela Nacional Preparatoria, que inició sus labores el 1 de febrero de 1868, conforme al plan de estudios redactado por Gabino Barreda, quien fue su primer director, cargo que ocupó durante diez años.

El doctor Gabino Barreda introdujo en México la filosofía positivista del francés Augusto Comte, y la Escuela Preparatoria como ciclo de enseñanza media se convirtió al positivismo en todo el país.

El principio fundamental de esta doctrina filosófica es el de admitir solamente el método experimental, y rechaza toda noción a priori y todo concepto universal absoluto.

En el Colegio del Estado de Puebla se aceptó con entusiasmo el positivismo, el cual fue la doctrina que conformó los planes de estudio definitivos de la Preparatoria, los que se establecieron, después de muchos cambios, en 1886.

Desde esa fecha hasta 1935, la Preparatoria de cinco años del Colegio del Estado mantuvo vigente la orientación que dio a la enseñanza Gabino Barreda, sintetizada en las siguientes pocas palabras: Los hombres, más que doctrinas, necesitan métodos; más que instrucción, han menester educación.

Entre los sucesos dignos de mencionarse respecto de la preparatoria se encuentran los siguientes. En 1913 la Universidad de México, por decreto presidencial de Victoriano Huerta, fue despojada de la Escuela Preparatoria e incorporada al Ministerio de Instrucción Pública, pero la recupera en 1920 durante el rectorado de José Vasconcelos.

En 1922 se realiza en la ciudad de México el primer Congreso Nacional de Escuelas Preparatorias, que tenía como objetivo unificar los criterios de las diversas instituciones de enseñanza superior sobre la importancia del primer nivel universitario. Se discutieron en ese Congreso los acontecimientos, vinculados entre sí de la enseñanza en general: la vida real de la educación, es decir, el hecho educativo que los niños y los jóvenes adquieren en forma natural en el seno de la familia y de su entorno social; las teorías pedagógicas propias del magisterio, y la política educativa que debe ser potestad del Estado.

La educación como hecho tiene un profundo sentido humano y social; es el estilo de vida que adquiere el individuo espontáneamente. La teoría pedagógica descubre el hecho educativo; busca las relaciones de éste con otros fenómenos; lo ordena y clasifica; indaga los factores que lo determinan y señala las técnicas más adecuadas para obtener el mejor rendimiento pedagógico. Hecho y teoría de la educación se encuentran en relación estrecha con la cultura de la época y también con la vida del poder público. Por último, el Estado trata de orientar y dirigir la educación; por ello, la política de la educación es el conjunto de preceptos gracias a los cuales se establecen las bases jurídicas para llevar a cabo las tareas de la educación.

En nuestro país, las universidades públicas tienen un papel preponderante en el hecho educativo por sus funciones de difusoras de la cultura; más importante aún en la teoría pedagógica por la preparación constante y el alto nivel de sus docentes; y también, de muchas maneras, influyen en la política educativa, pues de ellas depende el perfil de los ciudadanos del porvenir.

Gabino Barreda

N

ació en Puebla, Pue., en 1818; murió en Tacubaya, D. F. En 1881. Cursó en el Colegio de San Ildefonso, la carrera de jurisprudencia, pero no obtuvo el título de abogado por su rechazo a los conocimientos no sujetos a comprobación. Estudió química en el Colegio de Minería y pasó después a la escuela de Medicina. Sirvió en el cuerpo médico militar en ocasión de la guerra contra Estados Unidos. En 1851 viajó a París y asistió a las conferencias de Augusto Comte en el Palais Royal. De regreso a México, en 1853, trajo consigo los seis tomos del Cours de Philosophie Positive. En 1854 enseñó física médica, y en 1855, historia natural y anatomía. Abandonó la capital durante el Segundo Imperio y vivió en Guanajuato, ejerciendo la medicina, de 1863 a 1867. En ese año, una vez triunfante la República, el presidente Juárez confió al ministro Antonio Martínez de Castro la tarea de reorientar la educación pública; y éste, a su vez, formó una comisión integrada por Barreda, Francisco y José Díaz Covarrubias, Ignacio Alvarado y Eulalio María Ortega, de cuyos trabajos resultó la ley del 2 de diciembre, que implantó la enseñanza elemental obligatoria y gratuita, eliminó la instrucción religiosa y trató de erradicar la ignorancia, conciliando la libertad con la concordia y el progreso con el orden. Consecuencia de esta disposición fue también la Escuela Nacional Preparatoria, que inició sus labores el 1º. de febrero de 1868, conforme al plan de estudios redactado por Barreda y bajo la dirección de éste, que conservó hasta 1878. Él mismo impartió la clase de lógica y siguió enseñando patología general en la Escuela de Medicina.

Información tomada de la Enciclopedia de México.

Preparatoria diurna y
creación de la nocturna

Armando Vergara Soto, como rector aceptó la creación del turno nocturno. Foto tomada de la Revista de la Asociación de Exalumnos del Colegio del Estado y de la Universidad de Puebla,1951, Año 1, núm 1,pág. 3.
E

n abril de 1937, el Congreso del Estado transforma el Colegio en Universidad de Puebla conservando su escuela preparatoria, pero solamente con los dos últimos años*, y pronto se ve en la necesidad de aumentar un año más para completar sus planes de estudio no solamente con las materias que señalaba el positivismo, sino con aquellas indispensables para la formación humanística del nivel que prepara no sólo para las profesiones, sino para la vida.

El licenciado Horacio Labastida Muñoz, antes de ser nombrado rector de la Universidad de Puebla, cargo que desempeñó de 1947 a 1951, fue director de la escuela preparatoria, y le tocó aplicar la legislación educativa nacional promovida por el mexicano universal que fue Jaime Torres Bodet.

Horacio Labastida Muñoz le dio a la preparatoria de la Universidad de Puebla bases muy firmes para su desarrollo, apoyando todos los cambios positivos cuando dejó la dirección para convertirse en rector de la Universidad.

En 1947 nombró director de la Escuela al maestro Gastón García Cantú, quien instituyó la cátedra de Sociología Mexicana, la que impartió durante varios años, hasta que, por razones políticas, tuvo que emigrar a la capital de la República, en donde inició su carrera de historiador, y culminó la de periodista y docente universitario, llegando a ser el director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia, catedrático emérito de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, Premio Nacional de Periodismo y Doctor Honoris Causa por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

En su breve estancia como director de la escuela preparatoria García Cantú, fundó los seminarios sabatinos opcionales, que abarcaban materias para vincular a los estudiantes con el conocimiento del país y del Estado de Puebla.

En 1952 durante el rectorado del abogado Armando Vergara Soto, respondiendo a las demandas de los jóvenes egresados de las secundarias nocturnas, se fundó también en la Universidad de Puebla, la preparatoria nocturna, con los mismos planes de estudio que la diurna, llamada así para diferenciarlas.

El primer director de la nueva preparatoria fue el licenciado José Basilio de Unanue, quien puso su mejor esfuerzo para vencer las dificultades que entrañaba el hecho de que en sólo la mitad del tiempo, pues las clases se impartían de las 6 de la tarde a las 10 de la noche, pudieran los alumnos cursar todas las materias del plan de estudios de la diurna.

José Basilio de Unanue, primer director del turno nocturno. Foto tomada de Don Quijote, revista estudiantil del Colegio del Estado.1932, pág. 21.

 

El licenciado José Basilio de Unanue presentó su renuncia, al cargo el 31 de enero de 1953 y el 7 de febrero de ese mismo año fue nombrado director de la Nocturna Antonio Esparza.

Para resolver el problema del tiempo se estableció por primera vez en Puebla, el sistema de semestres, convirtiendo las materias de tres horas a la semana en diarias, y las diarias en ciclos I y II.

Se aumentaron los seminarios, que se impartieron los sábados por la tarde, con materias como historia antigua y moderna de Puebla; historia del arte, en tres ciclos: prehispánica, virreinal y moderna; geografía humana del Estado de Puebla; y economía política.

Otro problema por resolver era el de los maestros, pues aunque al principio se nombraron en la nocturna a los titulares de las cátedras de la diurna, fue muy difícil para quienes tenían las tres últimas horas (8, 9 y 10 de la noche), asistir normalmente a sus clases después de un día intenso de labores profesionales.

Lo anterior se logró resolver con el permiso del Consejo Universitario para que estudiantes destacados de las licenciaturas, recomendados por sus maestros, quedaran a cargo de esas cátedras. Y fue muy alentadora esta medida, pues los jóvenes profesores no solamente trabajaron con entusiasmo, sino que se prepararon ampliamente en sus materias y constituyeron un magnífico semillero de docentes cuando la población estudiantil de la Universidad de Puebla empezó a crecer a gran prisa.

Todos los jóvenes maestros terminaron brillantemente sus carreras, y continuaron impartiendo clases en la Universidad de Puebla. Muchos de ellos aún son recordados, como el doctor Francisco Arellano Ocampo, su hermano, el ingeniero Rafael Arellano Ocampo o el licenciado Jorge Rubén Huerta.

Paraninfo: Enero de 1954. En primer plano de izquierda a derecha el licenciado Armando Guerra Fernández, secretario general de la Universidad de Puebla, y los consejeros universitarios, ingeniero Joaquín Ancona Albertos; químico Wulfrano Labastida, odontólogo Felipe Spota, escuchan las argumentaciones de Antonio Esparza respecto a la preparatoria nocturna.

 

En febrero de 1954 se realizó en la Universidad de Guanajuato el segundo Congreso General de la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Enseñanza Superior de la República Mexicana con la finalidad de revisar los planes de estudio de la enseñanza preparatoria, y fijar metas comunes para que ese nivel sustentara no solamente la excelencia requerida por los profesionales egresados de las aulas universitarias, sino también la fortaleza moral y la formación humanísticas de los mismos, ya que ninguna ciencia ni ningún arte ejercido por el hombre tiene sentido si no es en función del hombre.

La delegación que representó en ese Congreso a la Universidad de Puebla, estuvo integrada por el rector, doctor Gonzalo Bautista O´Fárril, el doctor Agustín Cruz y Celis, maestro Gastón García Cantú, licenciado Juan Manuel Brito Velázquez, y Antonio Esparza Soriano como director de la Preparatoria Nocturna.

La delegación presentó una ponencia muy importante que establecía un conjunto de materias comunes para todas las preparatorias, las cuales soportaban un perfecto equilibrio entre las ciencias y las humanidades, y además el complemento de otras materias que ampliaran el conocimiento de las necesidades de cada región, para que cada universidad las agregara a su criterio. La finalidad de dicho plan era lograr una preparación académica y una formación humanística general de la misma calidad en toda la nación, sin olvidarse los intereses regionales específicos. La ponencia fue aprobada por unanimidad.

*Ver crónica del maestro Armando Romano Moreno

Frustado intento gubernamental

En el aula máxima el Gobernador del Estado Rafael Avila Camacho recibe de manos del presidente de la FEP, Francisco Arellano Ocampo un reconocimiento por haber otorgado la autonomía universitaria. Al centro, observa el acto el Lic. Alfonso Vélez López oficial mayor de gobierno, meses antes el gobernador pretendió separar las preparatorias de la universidad.

 

E

n 1956 el gobernador de Puebla, general Rafael Avila Camacho quiso despojar a la Universidad de Puebla del nivel de Preparatoria, igual que en 1913 Victoriano Huerta lo hizo con la Universidad de México. La historia de este hecho insólito es la siguiente:

El general Avila Camacho había fundado en Puebla los centros escolares que impartían desde la educación preescolar hasta la Preparatoria; pero este último nivel tenía que estar incorporado a la Universidad y regularse por los mismos planes de estudio. Además, los exámenes finales de esas preparatorias debían realizarse en forma oral, y el jurado de cada examen se tenía que integrar por el maestro de la materia, otro maestro de la misma institución, y como presidente un representante de la Universidad.

En una maniobra, el general Avila Camacho envió al Congreso del Estado un proyecto de ley que separaba la enseñanza preparatoria de la Universidad y pasaba a ser parte de los niveles de la entonces Dirección General de Educación Pública.

El Congreso, como era costumbre en esa época, aprobó sin dilación la iniciativa del gobernador y fue publicada en el Diario Oficial, sin que ningún medio de comunicación lo mencionara. Tal reforma a la ley era absolutamente violatoria de la Constitución del Estado de Puebla de 1917, pues en ella se establece que cuando el Colegio del Estado sea elevado a Universidad, le corresponden los niveles de Preparatoria y de Licenciatura.

Afortunadamente profesores y alumnos se dieron cuenta del despojo antes de que oficialmente se le comunicara a la Universidad, por lo que, con el apoyo de la Federación Estudiantil Poblana de la que era presidente Francisco Arellano Ocampo, acudieron al Consejo Universitario para informarle del peligro que se cernía sobre la preparatoria; acordando el Consejo formar una comisión para analizar la problemática de referencia.

La Comisión estuvo integrada por el químico Wulfrano Labastida, director de la Preparatoria Diurna, Antonio Esparza como director de la preparatoria nocturna, por el licenciado Ernesto Castro Rayón, director de la escuela de Derecho y Francisco Arellano Ocampo por la Federación Estudiantil.

Se logró documentar la ilegalidad del decreto gubernamental lo mismo que los derechos de la Universidad de Puebla sobre sus Escuelas Preparatorias, y solicitar al Consejo Universitario que exigiera al gobernador la derogación del ordenamiento.

Por demás está decir que solamente porque la situación se había hecho pública, el general Rafael Avila Camacho tuvo que escuchar al Consejo Universitario, y al menos durante algunos años más, la Universidad de Puebla conservó como parte fundamental de sus obligaciones ante la sociedad, la potestad sobre la enseñanza preparatoria, primer grado universitario por excelencia.

Después de estos acontecimientos, y poco antes de que en noviembre de 1956 se alcanzara la autonomía de la Universidad, Antonio Esparza renunció a la dirección de la Preparatoria Nocturna, sustituido por una de las maestras más distinguidas de la institución, la licenciada María del Carmen Pérez H., actualmente magistrada emérita del Tribunal Colegiado de Circuito.

Con el tiempo, al crearse nuevas escuelas preperatorias universitarias el turno nocturno se integró en una sola dirección. Actualmente la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, como se dejo constancia en el número anterior de Tiempo Universitario cuenta con ocho planteles preparatorianos con turnos diurno y vespertino.

Efectos al dividir la preparatoria en 1935*

Por Armando Romano Moreno

E

n 1934 cursamos el primer año de preparatoria en el Colegio del Estado y en él todo fue disciplina. El prefecto don Marcelino de la Parra mantenía un orden inalterable: dentro del colegio nadie llevaba sombrero puesto, ninguno fumaba, los muros del recinto siempre estaban limpios, pues era una falta grave pintarrajearlos, ninguna palabra obscena se oía. A las alumnas de ese tiempo cuando no tenían clases las concentraban en el segundo patio convertido en jardín, y cuando se acercaba la hora de recibir las cátedras las llevaban al pasillo que comunica al vestíbulo con el primer patio. Si llegaba el maestro, hombres y mujeres entrábamos a clase; si Chuchito daba el campanazo que anunciaba que habían transcurrido los diez minutos después de la hora y el maestro no había llegado, las alumnas regresaban al segundo patio. Todas las clases del primer año, excepto canto, cultura física y modelado nos las impartían en el salón Lobato, el más amplio, con cupo para más de cien alumnos. Los maestros todos fueron sabios, respetables y respetados.

En 1935 dividieron la preparatoria y crearon la escuela secundaria. La mayoría de los que cursamos el primer año de preparatoria en 1934 en el Colegio del Estado, nos trasladamos a cursar el segundo de secundaria en la Escuela Secundaria Socialista "Venustiano Carranza", de la que fuimos alumnos fundadores, y cuyo alojamiento estaba en un edificio de la avenida Cinco de Mayo, entre la 8 y la 10 poniente con vista hacia el oriente. En ese edificio estuvieron antes los Colegios de San Luis y el Teresiano, éste para mujeres".

El fundador del Colegio de San Luis fue el corregidor Luis de León Romano, hombre que se destacó por las obras que realizó en el siglo XVI en beneficio de la ciudad: introdujo el agua potable, levantó el alcantarillado y terminó el Portal de las Audiencias, hoy de Hidalgo, en el que actualmente se encuentra el Palacio Municipal.

Fotografía de la clausura del Colegio Teresiano. Foto tomada del libro: Historia Compendiada del Estado de Puebla. Cordero y Torres Enrique, tomo II, pág. 120.

 

El Colegio fue suprimido por las Leyes de Reforma. En 1890 los dominicos cedieron sus derechos a los religiosos de Santa Teresa de Jesús o Teresianos, quienes establecieron el colegio para mujeres llamado Teresiano, al que le dieron la organización española de esa época.

El tres de octubre de 1934, el licenciado Guillermo Fernández de Lara representante de la Oficina Federal de Hacienda, en cumplimiento de la resolución pronunciada por el juez primero de distrito en el estado de Puebla, en el juicio ordinario federal número 43/933, por medio de la fuerza pública desalojó al personal docente y a las alumnas del Colegio Teresiano que se encontraba en las casas número dos y cuatro de la calle de San Luis.

Recuerdo que en la parte central del edificio hubo una torrecilla con una pequeña campana. Cuando iniciaba su acción la policía, un alumno de la prepraratoria apellidado Candiani, me parece de Oaxaca, se subió a la torrecilla y tocó la campana; un policía le disparó, comprobándose por el caliche de los muros de la torrecilla que cayó al recibir los impactos, que los proyectiles pasaron muy cerca del cuerpo del compañero.

La policía desalojó el edificio que fue recibido por el representante de la oficina Federal de Hacienda.

Las madres de familia de las alumnas del Colegio Teresiano solicitaron el apoyo y la ayuda de los estudiantes del Colegio del Estado para la manifestación que llevarían a cabo al día siguiente de la toma del edificio. Manuel Cubas y Maza, que me parece era presidente de la Asociación de Estudiantes de Preparatoria, por su acendrado espíritu católico colaboró en la organización de la manifestación de protesta, proporcionando contingente estudiantil para que participara en la manifestación. Otros estudiantes por ser novios o pretendientes de las teresianas, la mayor parte de ellas muy hermosas, tomaron parte en la manifestación.

La manifestación partió de la plazuela que está frente a la Universidad Autónoma de Puebla, y en la que se encontraba la estatua de don Melchor de Covarrubias, y pretendió seguir por la calle de Jarcierías, entonces del Ayuntamiento, con rumbo al poniente. La fuerza pública al mando del mayor Raúl de Alba se apostó a la mitad de la calle de Jarcierías para impedir se llevara a cabo la manifestación. Los bomberos esperaron a los manifestantes en la calle que está frente al Palacio Municipal.

Adelante de la manifestación, entre otras personas, iba una hermosa y brava joven de nombre María Maurer, ahora esposa del ingeniero Juan Matienzo. En la mano izquierda llevaba un Cristo que enarbolaba como estandarte. Cuando estuvo cerca del mayor Raúl de Alba, el fanatismo de la joven Maurer hizo acercar al rostro del mayor el Cristo que portaba y con la mano derecha le atizó una tremenda cachetada. Hasta la fecha no se ha aclarado si fue el Cristo o la prudencia del mílite lo que impidió que éste le diera a tan bella dama un pistoletazo.

La policía hizo disparos al aire cuando los manifestantes iban a la mitad de la calle de Jarcierías, los que causaron pánico en las filas de los componentes de la manifestación. La mayoría de ellos, mujeres y jóvenes, empezaron a correr despavoridos. Los que lograban pasar la calle de Jarcierías se encontraban con los chorros de agua que, con muchísima fuerza, salían de las mangueras que manejaban los bomberos. No recuerdo si hubo uno o dos muertos. Estoy seguro que varios manifestantes resultaron heridos por proyectiles de arma de fuego. Hilario Figueroa me refirió que Cubas lo animó para participar en la manifestación y que cuando iba por el Hotel Arronte comenzaron los disparos; entonces un anciano trató de desarmar a un policía disparándose el arma en el forcejeo y el anciano resultó mortalmente herido en el abdomen, inmediatamente se dobló y quedó tendido y muerto en la calle. Causó mucha compasión un negrito vendedor de nieve que fue herido; hablaba un lenguaje champurrado con acentos de veracruzano y cubano. Recuerdo que fue internado en el hospital y que recibió muchas visitas, obsequios y dinero de los padres de familia de las alumnas del Colegio Teresiano y de las beatas de la Angélopolis.

Manuel Cubas y Maza adquirió entre la mochería perfiles de héroe, ya pasante de abogado le dieron los ricos de Puebla muy buenos negocios y ganó honorarios cuantiosos. En 1935 el gobierno federal prestó el edificio del Antiguo Colegio de San Luis al gobierno del estado y en él quedó instalada la escuela secundaria de la que, como dije antes, fuimos alumnos fundadores. El catorce de diciembre de 1938 la Secretaría de Hacienda y Crédito Público declaró improcedente la nacionalización del edificio y ordenó la entrega a su dueño, señor Adolfo A. Wrechers.

El edificio del colegio aún cuando de dos pisos resultó pequeño para el número de alumnos inscritos: tenía un patio central rodeado de aulas; en su parte posterior otro patio rodeado de muros muy altos, y en su parte oriente un patio pequeño con un jardín.

El primer director de la escuela secundaria fue el doctor Manuel Cano, el coco de los alumnos de Medicina, pues fue muy exigente en la cátedra de Anatomía que impartió. El primer secretario fue Ignacio Rascón.

Fue notable el contraste entre el orden, la organización y la disciplina que existía en el Colegio del Estado y el desorden de la secundaria, sobre todo en lo que se advertía más claramente la diferencia fue en la capacidad de los catedráticos.

 

*Tomado del libro Anecdotario Estudiantil Vol. I, pág. 79, 1985 de Armando Romano Moreno

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