Crónicas universitarias Por Juan Fidel Pérez EspinosaLa oratoria universitaria
En estos eventos participaba un gran número de estudiantes que en un ánimo de competencia buscaban sobresalir, demostrar una amplia cultura y un buen léxico; eran los concursos del "buen decir".2 En estos concursos se abordaba con gran pasión el pasado histórico de la sociedad mexicana, eligiéndose por lo general asuntos tales como el Liberalismo, el Juarismo, la Constitución de 1857, la Batalla del 5 de Mayo de 1862, etc. Por lo regular esta era la temática que más interesaba. "Los concursos de oratoria eran bastante concurridos (...) normalmente los temas que se elegían estaban muy ligados a la concepción liberal y eran temas muy polémicos; recuerdo algunas intervenciones donde tanto de un lado como del otro las posturas eran muy radicales; sin embargo el ambiente era muy participativo, había un intercambio de ideas".3 Desde luego, eran diversos los enfoques acerca de dicha temática. Así, mientras los defensores del liberalismo resaltaban la enorme importancia de esta corriente de pensamiento político en lo que concierne a la defensa de la soberanía de la nación, y al establecimiento de no pocos de los pilares del México moderno derivados de la separación del poder temporal del poder espiritual, la educación laica y gratuita, etc., los epígonos de las ideas conservadoras, por su parte, defendían con vehemencia sus postulados ideológicos, por ejemplo su identificación con la iglesia católica, acusando a los liberales de "comecuras". Los contendientes en los concursos de oratoria eran los universitarios que daban una interpretación a los acontecimientos del siglo pasado en México; en gran medida esta participación respondía a las inquietudes que despertaban los sucesos sociales y económicos del momento. Así, con dos concepciones de fondo, los universitarios, debatían sobre estos temas. Como suele suceder, en familia siempre hay desavenencias y entre los universitarios no podían faltar. A lo largo de la segunda mitad de la década de los cincuenta se confrontaron con más frecuencia en este tipo de eventos los grupos que abanderaban la interpretación del pensamiento juarista y los que defendían el pensamiento clerical. Por lo regular, los egresados de escuelas particulares como el Benavente, Oriente, América, veían a Benito Juárez como un enemigo de la Iglesia. Esta interpretación contrastaba, con lo expuesto en las escuelas oficiales como la Venustiano Carranza, la Normal, Flores Magón, y otras, siendo en común que la figura de Benito Juárez se enalteciera presentándolo como el padre del Estado moderno mexicano, como el "Benemérito de las Américas", como el primer mexicano de raza indígena que llegó a ser presidente de la república en una época en que el criollismo racial estaba presente en todas las esferas sociales. Su pensamiento era tomado como una filosofía para buscar la igualdad. Se agregaba que el pensamiento de Juárez fue renovado con los postulados de la Revolución Mexicana que quedaron marcados en la Constitución de 1917, en especial en los artículos 3º y 130, referentes a la educación y a la limitación de espacios políticos a las Iglesias, respectivamente. Después de 1956, los grupos de universitarios poblanos que son formados en una interpretación de los hechos más significativos en la historia de México se confrontan en estos espacios de la sociabilidad tradicional. Se apropiaron de esas imágenes para justificar su realidad; por un lado, los que se sentían afectados en sus derechos religiosos no demoraron en patentizar sus preferencias en los espacios en que había discusión; por el otro, quienes percibían que los planteamientos del juarismo y la Revolución habían sido abandonados, en la sociedad y en la universidad. Ambos grupos y ambas concepciones, se enfrentaron con dos propuestas participativas de mucha tradición en el país. Los organizadores de dicho evento eran los directivos de la Federación Estudiantil Poblana en combinación con profesores y autoridades universitarias. Los participantes en este tipo de eventos eran por lo regular jóvenes que tenían interés o afición por la lectura, o por los libros con temas de actualidad; eran estudiantes de todas las facultades o escuelas de la universidad; era mayor la participación de los estudiantes de derecho y medicina, dos escuelas que mantuvieron eterna rivalidad. La dinámica de los concursos de oratoria empezaba desde el interior de la universidad, entre todas las escuelas, y el alumno que resultara ganador pasaba a una segunda fase que era el concurso estatal donde se competía con estudiantes de otras instituciones de la ciudad y del interior de la entidad como la vocacional o las preparatorias de los centros escolares. Posteriormente se pasaba al concurso nacional donde concurrían competidores de la mayoría de las universidades del país y después al concurso internacional, en donde la contienda era con estudiantes universitarios de otros países, principalmente de Iberoamérica. La Universidad Autónoma de Puebla tuvo en 1959 un campeón nacional e internacional de oratoria, el estudiante de medicina Arturo Santillana Santillana, quien fue declarado "Hijo predilecto de la ciudad" por el Cabildo Municipal.4 En los últimos años en que se realizó el evento, 1959-1961, los concursos fueron degenerando, pues el estudiante que más porra llevaba era el que ganaba; por ese motivo ya no se calificaba el talento del participante sino las porras que le echaban sus compañeros.5 Las confrontaciones en el campo de la oratoria, desde luego, tenían bases objetivas. Cierto: en apariencia había algo de irrealidad en el hecho de que la confrontación se remontase al conflicto entre liberales y conservadores del siglo pasado; sin embargo no menos verdad era que la disputa que se presentaba por el México moderno, tenía que ver en gran medida con los proyectos de país que habían surgido al calor de esas concepciones. Los liberales como sus antecesores decimonónicos querían una nación soberana, laica, progresista, y los conservadores al igual que sus ancestros deseaban un país sometido a las élites económicas, tutelado por la iglesia católica. Sólo así se puede entender la confrontación entre clericales y anticlericales en el interior de la universidad poblana. 1. Entrevista al licenciado Urbano
Deloya Rodríguez, realizada por Fidel Pérez Espinosa en la ciudad de Puebla el 22 de
octubre de 1993.
n la Universidad de Puebla, más tarde Universidad Autónoma de Puebla, todos los primeros días de mes, después de finalizar los cursos, se asistía a misa de gracias en la Iglesia de la Compañía de Jesús, ubicada a un costado del edificio Carolino; el motivo era el haberse llevado a buen término la realización de exámenes, o bien pedir ayuda para pasar con diez las materias. Estos actos eran una tradición entre los universitarios y se mantuvo vigente hasta 1961; aunque después se volvieron a realizar misas de graduación, éstas ya no fueron promovidas por las autoridades universitarias. A esta serie de eventos concurrían la mayoría de los estudiantes, asistían los trabajadores administrativos y los profesores que profesaban la religión católica, era una invitación abierta a todos los universitarios.6 Los reducidos grupos liberales tanto en el interior como en el exterior de la universidad observaban con preocupación dichas actividades religiosas porque, por un lado, temían que volviese a campear el espíritu clerical que había predominado en la institución desde sus orígenes y, por otro, porque les parecía incorrecto que se desarrollasen dichas actividades en el seno de una institución de educación superior. Como hombres imbuidos del liberalismo juarista plasmado en el artículo tercero constitucional consideraban que la educación brindada por el Estado debía ser laica. Por su parte, los estudiantes que organizaban estas misas, por lo regular se identificaban con el grupo clerical que tenía una presencia fuerte en las altas esferas universitarias. Según éste, su pensamiento reflejaba la idiosincracia católica y guadalupana de la gran mayoría el pueblo mexicano; la intención de los grupos clericales, al convocar a misa a todos los universitarios, era tener adeptos a su causa política-religiosa. La respuesta que recibían de la mayoría de los universitarios era meramente espiritual. No se puede negar el impacto que tenían estos eventos entre los universitarios, ya que la mayoría asistía sin otro interés más que el de su fe.
La presencia de grupos católicos dentro de la universidad, y más aún dentro de las mismas autoridades que accionaban una postura exageradamente tirada hacia el catolicismo, trajo como consecuencia una reacción por parte de grupos de estudiantes y profesores que profesaban el catolicismo con menos pasión. Ejemplo de esto son los grupos de alumnos que tenían un malestar por la forma en que sus profesores privilegiaban a alumnos creyentes y además con una clara posición social acomodada.7 Estos acontecimientos comenzaron a suceder con más frecuencia desde que la universidad consiguió su autonomía en 1956, ahondándose esta postura con la designación del primer rector de la Universidad Autónoma, que fue el doctor Manuel Sergio Santillana Márquez.8 Éste tenía parentesco consanguíneo con el arzobispo de Puebla don Octaviano Márquez y Toriz, hecho que ya preludiaba la injerencia del clero en la universidad.9 Con estas características, era explicable que el rector tuviera una clara preferencia hacia el grupo clerical; además él mismo era miembro del grupo denominado Caballeros de Colón, una organización, prohispanista y conservadora con una formación político-religiosa auspiciada por la jerarquía católica. El rector Santillana llevó de visita varias veces al Arzobispo Márquez a la universidad, en una de las cuales "pronunció un elocuente y ponderado discurso, ayuno de sectarismo, sobre la verdadera misión y carácter de las universidades; dicho acontecimiento sirvió de arma al grupo liberal para emprender intensa campaña de oposición a las autoridades universitarias, pues en 135 años de vida civil de la máxima casa de estudios de Puebla, no había puesto un pie adentro ningún jerarca de la iglesia católica".10 El organismo conservador en la época de confrontación política no actuaba sólo, ya que otras organizaciones tenían una presencia latente dentro de la universidad, así como en diversos espacios de la sociedad; entre estas organizaciones estaba "la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, el Opus Dei, las Hijas de María, La Vela Perpetua, y otras organizaciones afines al clero católico".11 La respuesta a estas acciones, por parte de los grupos anticlericales universitarios, se manifestó con la formación de organismos que agrupaban a un reducido número de universitarios, que se denominaron círculos o bloques universitarios; la finalidad de estas agrupaciones fue crear la politización entre los universitarios, criticando el comportamiento de las autoridades universitarias y el ejercicio de actividades clericales dentro de la universidad. También pretendían redefinir el papel que ellos como estudiantes jugaban dentro de la institución y de la sociedad. Entre los grupos formados estaban el Círculo de estudios América Latina, de tendencia masónica, el Frente Nacionalista Universitario (FNU), grupo heterogéneo, el Bloque Liberal Universitario (BLU), también dependiente de la masonería, el Círculo de Estudios José María Morelos y Pavón, dependía del Partido Comunista. Como ejemplo de este activismo en el bando anticlerical conocido como liberal, están las posturas radicales. Una de sus manifestaciones fueron, las pintas que se hicieron en escuelas católicas como el Benavente, en ellas se pintaron vivas a Juárez y se pedía el respeto al artículo tercero constitucional; estos acontecimientos se desarrollaron durante la conmemoración del natalicio de Benito Juárez; finalmente los activistas fueron detenidos por la policía.12
Esas actividades empezaron a traspasar los muros universitarios y se realizaron constantemente. Por su parte, los grupos conservadores universitarios activaron el Frente Universitario Anticomunista (FUA), fundado desde el año de 1955 para ser la mano actuante o ejecutante de muchas actividades que tuvieron la finalidad de patentizar la postura clerical, inspiradas en tendencias ultracatólicas, nacionalistas, antiimperialistas, anticomunistas.13 Con estos acontecimientos la Familia Universitaria comenzó a manifestar sus diferencias ideológicas; se fundaron círculos de estudio, talleres masónicos, grupos de estudio de diversa índole. Todos participaban, tanto clericales como anticlericales, agrupándose a alguno de estos organismos.14 Como muestra de la intolerancia que se empezó a manifestar entre los grupos universitarios, está la actitud adoptada por los de tendencia católica en las instalaciones de la Sociedad Mutualista de Dependientes en el año de 1960, cuando se presentó una exhibición en cera organizada por miembros del mismo organismo, en la que se expusieron figuras y maniquíes hechos en cera, representando los estragos que hacen las enfermedades venéreas; otras figuras presentaban a la mujer con los diversos momentos de la gestación en su interior; podemos decir que estas figuras trataban de ser didácticas en lo referente a la educación sexual, tocando temas "escabrosos" entre la sociedad poblana. La respuesta a esta exhibición no se hizo esperar por parte de los grupos exacerbadamente católicos; primero protestó la Junta Diocesana de la Acción Católica de Puebla, manifestando su "más enérgica protesta por la exhibición en el local de la Sociedad Mutualista de Dependientes en forma procaz, de unas figuras de cera que son un bofetón a la decencia y un insulto a la sociedad (...) la más elemental pedagogía señala que debe tenerse suma delicadeza para instruir a la juventud en materia tan escabrosa", exigieron su inmediata clausura.15 La segunda actuación de estos grupos fue más directa, ya que actuaron con violencia mandando a destruir la exposición en cera, utilizando a jóvenes pertenecientes a las escuelas católicas que "arrasaron el museo de cera científico, criminológico, social (...) sembrando el pánico entre más de medio centenar de personas que visitaban el museo, pandilleros, todos ellos 'niños popof' ".16 6. "Mañana tendrá verificativo en el templo de la Compañía, la solemne misa de acción de gracias, por las siguientes intenciones: dar gracias a Dios por la terminación del año escolar, y pedirle por el éxito en los próximos exámenes finales (...) el acto, en el cual se dignará oficiar el excelentísimo y reverendísimo señor don Emilio Abascal y Salmerón, principiará a las 8 am., y están invitados todos los estudiantes universitarios". El Sol de Puebla, 30 de octubre de 1956, p. 3. 7. "Había gentes que le decían al profesor en la escuela de Derecho: 'no vine a la escuela porque fui a misa, es viernes primero' '¡ah!, pues muy bien' y le ponían las asistencias, si iba de traje, si iba 'muy bien vestidito'"; y los que íbamos muy mal vestidos: 'Sabe usted que fui a misa de viernes primero' 'pues eso no cuenta, aquí tienes falta'. Entrevista al licenciado Melitón Morales Sánchez, realizada por Fidel Pérez Espinosa en la ciudad de Puebla, 26 de noviembre de 1990. 8. "Manuel S. Santillana nació el 7 de octubre de 1906 en Puebla, estudio primaria en las escuelas Pías, de los padres escolapios; Universidad Católica Angelopolitana en donde estudió humanidades y filosofía; ingresó al Colegio del Estado y cursó preparatoria, hizo carrera de Medicina y se tituló en 1935". El Sol de Puebla, 14 de enero de 1957, p. 1-3. 9. Cfr. Lara y Parra Manuel, La lucha universitaria en Puebla 1923-1965. Ed. del autor Puebla, Puebla 1988 p. 28. 10. Yáñez Delgado, Alfonso, Universidad ¡Gloria!, inédito p. 6. 11. Ibid. p. 5 12. El Sol de Puebla, 25 de marzo de 1959 p. 3, 2ª sección. 13. La finalidad del FUA en el interior de la Universidad consistía en "defender a la institución universitaria de la penetración creciente de las ideas marxistas, nosotros veíamos toda la obra que estaba haciendo el ingeniero Luis Rivera Terrazas, y el ingeniero Ancona y no cabe duda que para nosotros eso significaba un desafío muy grande y entonces nosotros pensábamos que la manera de lograr que la Universidad y la sociedad no se contagiaran de este tipo de planteamientos era explicando lo que era el comunismo, y entonces para nosotros esto sólo se podía hacer desde la perspectiva anticomunista". Entrevista al licenciado Manuel Díaz Cid realizada por Fidel Pérez Espinosa en la ciudad de Puebla, 15 de noviembre de 1993. 14. "El círculo de estudios, es un grupo informal de estudiantes que buscan a tientas un punto de vista, tratando de expresar el vago sentimiento revolucionario que los anima. Para comenzar, se dedican al estudio y leen obras contemporáneas que tratan de filosofía, política y problemas sociales" Lewis S. Feuer, Los movimientos estudiantiles. Las revoluciones nacionales y sociales en Europa y el Tercer Mundo. Ed. Paidós, Buenos Aires, 1969, p. 71. Colección Mundo Moderno. 15. El Sol de Puebla, 20 de mayo de 1960, p. 6, 1a sección. 16. El Sol de Puebla, 20 de mayo de 1960, p. 3, 2a sección. La ciudad universitaria
ara muchos universitarios era de gran prioridad el que se brindara educación a todos los sectores de la población. Ese era el sustento del planteamiento que proponía la construcción de la Ciudad Universitaria, señalando que el aumento de la población repercutía en la universidad rompiendo los límites establecidos, ya que no se podía albergar mayor población en el viejo edificio Carolino. Por ejemplo, en 1956 ingresaron a la universidad dos mil 500 alumnos, en 1959 ingresaron tres mil 445, en 1961 cuatro mil, para 1962 alrededor de cinco mil y para el año de 1963, sobrepasaban los cinco mil alumnos. Las escuelas con mayor población estudiantil como derecho y medicina fueron las primeras que construyeron sus propios edificios; desde 1956 la Facultad de Medicina pasó a ocupar espacios del Hospital Civil y en marzo de 1960 se colocó la primera piedra para la construcción de su nuevo edificio ubicado enfrente de las instalaciones del mismo hospital.17 La Facultad de Derecho construyó un edificio que albergó a sus numerosos estudiantes, la construcción se hizo en la calle 8 Oriente, 214 fue inaugurado en marzo de 1963.18 Finalmente, la construcción de estos edificios para albergar a los alumnos de las carreras más pobladas fue sólo un paliativo, ya que las demás áreas tuvieron un crecimiento constante; por eso los diversos organismos estudiantiles exigieron siempre la construcción de la Ciudad Universitaria. El principal problema que enfrentaron las autoridades universitarias antes y después de 1961, fue el financiamiento para comprar los terrenos en donde estarían asentadas las instalaciones y para la construcción de los edificios. Los gobiernos federal y estatal tardaron en aportar el subsidio necesario para iniciar las obras, por lo cual se impulsó la participación de la Iniciativa Privada por medio del Patronato Universitario constituido con la autonomía, la edificación se retrasó considerablemente hasta el año de 1968; mientras se esperaba, se especuló sobre el lugar en que debían estar las instalaciones, y de inmediato los fraccionadores de terrenos buscaron obtener ganancias.19 Entre las diversas propuestas se planteó la construcción de la Ciudad Universitaria en el terreno que albergaba el campo de aviación "Pablo L. Sidar"; la respuesta del gobierno federal fue negativa. Otra propuesta para obtener ingresos fue la implantación de un impuesto especial, en el que se contemplaba cobrar cinco pesos semestrales a los automóviles particulares, señalando que "la revista de vehículos es para inspeccionar la documentación y el estado del motor y la carrocería de cada unidad".20 Este impuesto que sería aplicado a la construcción de las instalaciones universitarias; tampoco fue aceptada por las autoridades. No faltó quien propusiera la construcción de Ciudad Universitaria en el Balneario Agua Azul, dada la popularidad que gozaba entre los universitarios.21 Es en el año de 1965 cuando se toma en serio la construcción participaron los gobiernos estatal y federal, además de la iniciativa privada; fue "el año de 1968 cuando se inauguró la Ciudad Universitaria con las escuelas de Derecho, Arquitectura, Ingeniería Civil, Ciencias Químicas y las instalaciones deportivas".22 Las obras fueron entregadas por la fundación Jenkins al gobierno del Estado en un acto que se llevo a cabo en el salón de cabildos del ayuntamiento el 25 de enero de 1969. Los ejidatarios expropiados recibieron 4 millones 36 seis mil 843 pesos y el costo de inmuebles de 62 millones 546 mil 847 pesos. 17. El Sol de Puebla, 3 de marzo de 1960, p. 3. 18. El Sol de Puebla, 16 de marzo de 1963, p. 1-A. 19. "Se debe instalar la C.U. en terrenos que se han destinado para la zona industrial. El financiamiento debe de salir de fraccionadores que inviertan las utilidades, e inclusive los fraccionamientos también pueden ser manejados por un patronato prociudad universitaria". El Sol de Puebla, 19 de abril de 1958, p. 1-5. 20. El Sol de Puebla, 9 de mayo de 1960, p. 1-3. 21. "Se tendría un hotel construído con gran lujo que serviría para los catedráticos visitantes o para la rectoría, los toboganes, trampolines y albercas serían para concursos de natación con lo cual los estudiantes tendrían mucha distracción en su tiempo libre, con el área extensa se pueden hacer varios deportes, se puede practicar el golf, se puede poner un campo de aterrizaje y una pista para carreras de automóviles". El Sol de Puebla, 8 de septiembre de 1960, pp. 1-6. 22. Márquez Carrillo, Jesús, Cátedra en Vilo. Apuntes y notas de historia universitaria poblana. Ed. Universidad Autónoma de Puebla, Centro de Estudios Universitarios, Puebla, 1992. p. 160. La avenida Universidad
En este asunto, podemos decir que los poblanos asumen posiciones extremas; expliquémoslo: las avenidas centrales que dividen a la ciudad en cuatro cuadrantes, de oriente a poniente y de norte a sur, tienen el nombre de algún hecho o acontecimiento histórico. En su parte poniente, la avenida se llama Avenida Reforma en honor de la Reforma liberal juarista del siglo pasado, uno de los principales logros de la Reforma fue la separación de la Iglesia y el Estado. Como contraste, el lado oriente de esta misma avenida se denominó Maximino Ávila Camacho, en honor al militar que gobernó al estado de Puebla con mano excesivamente dura, y que tuvo gran simpatía por la Iglesia en un periodo en que la confrontación Iglesia-Estado estaba en su etapa más difícil; los rumores entre el pueblo señalaban que sus manos estuvieron teñidas de sangre con los asesinatos de varios líderes obreros opuestos a su régimen, así como de personajes que habían tenido algún altercado personal con él o simplemente por envidias. Este nombre sonaba a desgracia para muchos poblanos por lo cual les pareció denigrante que una calle principal de la ciudad lo llevara. Para pocos, quizá este era un homenaje póstumo al gobernante que había traído la paz y desarrollo a esta entidad. Estos eran los extremos ideológicos de los poblanos, reflejados en los nombres de una avenida principal. Los nombres anteriores de esta misma calle fueron de La Compañía, de Jarcierías y luego Ayuntamiento.23 A la muerte de Maximinio Ávila Camacho, el 17 de febrero de 1945, el gobernador del estado Carlos I. Betancourt mandó una petición al Congreso local para que por decreto se denominara Avenida Maximino Ávila Camacho a la antigua avenida Ayuntamiento. Finalmente el gobernador Carlos I. Betancourt develó la placa de bronce con el nuevo nombre de la calle, en el mes de mayo de 1945.24 Los universitarios que participaron activamente en el cambio de nombre de esta avenida fueron principalmente de derecho, ingeniería civil y medicina. Esta serie de acontecimientos señalan una división entre el grupo político gobernante. La división surge desde que el gobernador Fausto M. Ortega tuvo una serie de contradicciones con el general Rafael Ávila Camacho, gobernador saliente y cabeza del grupo avilacamachista. Fausto M. Ortega, desde su inicio en la vida política, perteneció al grupo avilacamachista; él era originario de Teziutlán, igual que los hermanos Ávila Camacho. Cuando entró como gobernador en 1958 se vio presionado por la política centralista del país. Quedando en la disyuntiva de apoyar una política y dejar otra, optó por sostenerse en la política dirigida desde el centro de la República, dando origen al rompimiento con su "tutor" político y cabeza del cacicazgo cuando entró en escena el gobierno federal.25
Los acontecimientos sucedieron en el año de 1958 y fueron los estudiantes de derecho junto con otras facultades quienes se organizaron y entregaron un pedimento a las autoridades municipales para cambiar el nombre de la calle; hecha esta solicitud formal varios estudiantes se entusiasmaron y se abocaron a quitar las placas de la calle, colocando Avenida Universidad. En el mismo año del 58 se volvió a repetir la misma situación; ahora los estudiantes salieron con una escalera y consiguieron pinzas, desarmadores y una palanca para arrancar las nomenclaturas que señalaban avenida Maximino Ávila Camacho y en su lugar pusieron letreros con gis y pintura que señalaban Avenida Universidad; las autoridades tanto universitarias como municipales se abstuvieron de intervenir en este conflicto organizado principalmente por alumnos de derecho; en esta protesta se calcula la participación de 300 estudiantes provenientes de las diversas facultades. Esta protesta tuvo la osadía de arrancar el nombre de un personaje que fue cimiento del grupo político en el poder hasta ese momento, quedando inmersa en el contexto nacional, en las presiones que el gobierno federal ejerció; así "el gobierno local de Fausto M. Ortega tuvo que aflojar un poco y esto permitió ciertas libertades, entre ellas que un grupo de estudiantes encabezados por Horacio Hidalgo Mendoza y Enrique Cabrera quitaran las placas de la Maximino y se sustituyeran por las de Avenida Universidad".26 Los universitarios participantes en esta protesta aprovecharon la coyuntura política del rompimiento, que a su vez dejó pasar la crítica al gobierno anterior ante la opinión pública. Así expresaron su descontento en contra de un personaje que no traía consigo gratos recuerdos dentro de la política poblana; de ahí que los jóvenes universitarios en un afán justicialista arrancaran las placas con su nombre. A partir de este movimiento se dejó un precedente para que los universitarios poblanos exigieran el cambio de nombre, situación que ocurrió un año después; de nueva cuenta los universitarios exigieron airadamente tal iniciativa; una vez más las autoridades municipales ni se inmutaron ya que habían puesto "oídos sordos" a la demanda universitaria; únicamente el Consejo Universitario en sesión aprobó dicha medida, dejando que las autoridades municipales lo ratificaran, cosa que nunca sucedió. La Universidad Poblana tradicional comienza a hacer crisis ante los acontecimentos políticos locales, nacionales y mundiales; los grupos políticos aprehenden un pasado intentando justificar su presente; de esta manera, cuando sucede cualquier acontecimiento político, buscan que este encuadre en el modelo que han imaginado. Por eso iremos encontrando universitarios que, como los antiguos masones, se convertirán en fervientes comunistas, o a clericales que ven al marxismo como sinónimo de anticristianismo. 23. Cfr. Leicht, Hugo; Las Calles de Puebla, Ed. Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material del Municipio de Puebla, 1986. pp. 202-203. 24. Entrevista al licenciado Urbano Deloya Rodríguez, 30 de junio de 1994, realizada por Fidel Pérez Espinosa en la ciudad de Puebla. 25. Cfr. Pansters, Wil. Política y poder en México, formación y ocaso del cacicazgo avilacamachista en Puebla, 1937-1987. Edit. Centro de Estudios Universitarios, Universidad Autónoma de Puebla, 1990 p. 157. 26. Yáñez, Alfonso, Universidad, ¡Gloria!. Trabajo inédito p. 4-5.
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