Año 3, número 5
H. Puebla de Zaragoza a 9 de marzo de 2000

Día del estudiante

Por Manuel Vega Duarte

Primer patio del Carolino. Tomado de Revista de la Asociación de Exalumnos del Colegio del Estado y de la Universidad de Puebla.Año1, num.2

 

E

l 10 de octubre era la fecha en que los estudiantes del glorioso Colegio del Estado —hoy Universidad Autónoma de Puebla— conmemoraban el día del estudiante, para lo cual se realizaban diversas actividades, entre ellas un día de campo en donde se ofrecía una exquisita barbacoa de carnero, y la tradicional bebida nacional, esto es el pulque o neutle. Ocho días después se llevaba al cabo la coronación de la reina de los estudiantes, evento en el que generalmente se elegía a a una dama que, aparte de descollar por su belleza, tuviese además la suerte de contar con un padre que fuese un connotado hombre de negocios, a efecto de que patrocinara una buena parte de los gastos que implicaba la ceremonia de referencia.

El acto se realizaba en alguno de los mejores salones sociales de la Angelópolis, y en el mismo tenía lugar un certamen literario al que acudían los más destacados poetas poblanos. Al triunfador se le concedía una flor natural de oro. El jurado estaba formado por distinguidos escritores y poetas tales como el maestro Gregorio de Gante, Salvador Fidel Ibarra, Miguel Marín Hirschman, Genaro Ponce, etc. El evento era amenizado por afamados artistas de la radio y del cine. En mi tiempo, el encargado de ceñir la corona a la reina era el presidente de la agrupación estudiantil del Colegio. Posteriormente lo fue el rector de la institución.

En el último sábado del mes de octubre se efectuaba el tradicional y hermoso Baile Anual del Colegio del Estado. A la difusión del mismo contribuía de manera notable la primera estación radiofónica que hubo en Puebla, esto es, la XETH, que después pasó a convertirse en la XEHR, comandada por Roberto Cañedo. Éste tenía una gran deferencia hacia los universitarios, por lo cual solía invitarlos a participar en sus programas, particularmente a quienes tenían vocación musical. A este respecto evoco la participación de algunos compañeros que cantaban magníficamente, entre ellos al entonces estudiante Alfredo Toxqui Fernández de Lara, y a otros que tocaban el piano de manera excelente, entre ellos Raúl González y Alejandro Ajuria. Los hermanos Pioré se distinguían tocando la guitarra. ¡Qué bellos recuerdos!

Pero bien, como decíamos más arriba, los festejos del día del estudiante comenzaban con la organización de un día de campo. El presidente de la Agrupación de Estudiantes del Colegio, de acuerdo con la directiva, mandaban imprimir unas hojas plagadas de chistes que aludían a las debilidad que experimentaban algunos de nuestros compañeros por las llamadas bebidas espirituosas, eternos clientes de la famosa "pasita" del señor Emilio Contreras Aycardo cuyo negocio se encontraba (y se encuentra aún) en el Jardín de los Sapos. Otro sitio que también frecuentaban aquéllos era un tendajón que se localizaba en la antigua calle de San Judas (ahora 6 norte), cuya dueña —una venerable anciana de nombre "Chonita"— atendía con mucho cariño a nuestros amigos.

Generación de Médicos 39-44. 1a. Hilera. Manuel Vega Duarte, Guillermo Soto Rojas, Félix Villagrán Salas, Agustín Guerrero Viveros, Jorge Angulo González, Gonzalo Barrientos Paredes, Enrique Quevedo Diego, Manuel Zapata Medina. 2a. Hilera: Manuel Esquivel Rojas, Leoncio Meza Martínez, Miguel Enríquez Almendaro, José Luis Camarillo Roldán, Rolando Oliver Arruel, Esperanza López Espinoza, Alberto Guerrero Covarrubias, Dr. Roberto Larragoiti maestro de patología, Guillermo Larrazabal Abascal, Gumersindo Vargas Ramírez, Jorge Rojas Bonilla, Fernando Arruti Ramírez, Felipe Rojas Tovar, Fernando Ochoa Calderón, Olga Beltrán López, Rafael Artasánchez Romero y Raúl Ramírez Sarmiento. Foto en las afueras del hospital general. Año de 1942

 

Por lo general el sitio que se escogía para el día de campo era algún lugar cercano a la ciudad, como era el caso de la fábrica "El Patriotismo", que contaba con bellos jardines y un cárcamo donde se metían a nadar los muchachos. Por cierto en una ocasión estuvo a punto de presentarse una verdadera tragedia : me refiero al día en que casi se ahoga nuestro compañero Gonzalo Barrientos Paredes, quien fue salvado de las garras de la muerte por el entonces estudiante Armando Romano Moreno, gracias a su gran habilidad como nadador.

El Lago de San Damián, en San Martín Texmelucan, era otro de los lugares que le gustaba frecuentar a los estudiantes del Colegio.

Sin embargo, el sitio que más nos atraía para llevar a cabo el citado día de campo era un ranchito localizado cerca de la entonces lejana comunidad de "La Resurrección". El rancho se llamaba "Guadalupe", y pertenecía a un conocido carnicero poblano, esto es, don Vicente Contreras, un viejo alto y fornido, a quien le encantaba andar vestido de charro. Él era el responsable de preparar la barbacoa que se acompañaba del tradicional clachicotón, esto es, el pulque o neutle. Me acuerdo que éste lo surtía a veces el pulquero poblano Reyes Huerta, y en otras ocasiones una mujer apodada "La Ñora". En cuanto llegaba la bebida los muchachos se arrojaban sobre ella con sin igual vehemencia, como aquellos viajeros del desierto que se arrojan llenos de frenesí sobre el primer oasis que logran encontrar.

No faltaban, desde luego, los incidentes chuscos. Me acuerdo muy bien, por ejemplo, de la ocasión en que un estudiante de medicina —muy alto y fortachón— que se encontraba en estado inconveniente se apoderó de un barril lleno de pulque, negándose a compartirlo con sus compañeros. Uno de los amigos más cercanos de aquél se le acercó y le dijo: "Oye, mano, dame un jarrito de pulque, no seas malo...Estoy muy enchilado con la barbacoa". Su cuate accedió : "Cómo no, mano, a tí sí te doy pulque porque eres mi amigo". Y, mientras se disponía a servirle, ¡que su cuate se las ingenia para echarle al barril, con todo y ropa y zapatos!... ¡Ya imaginarán cómo salió nuestro amigo, todo mojado y apestando a pulque!

Otro incidente célebre fue protagonizado por un compañero de la Preparatoria, que en uno de esos días de campo bebió más de la cuenta y, al no estar habituado a las bebidas espirituosas, se quedó dormido, tirado en las inmediaciones del rancho "Guadalupe". Llegaron los camiones a recoger a los estudiantes, a eso de las 18 horas, y nadie advirtió su ausencia. Pues bien, llegó la noche y el frío otoñal hizo despertar al preparatoriano, ¡y cuál no sería su sorpresa al encontrarse totalmente desnudo! Únicamente tenía puestos los calcetines, pues todas sus pertenencias le habían sido arrebatadas. (Se cree al respecto que fueron los indígenas de la localidad quienes lo despojaron). Es de imaginar la terrible impresión que sufrió nuestro compañero: ¿cómo podía regresar en las condiciones en que se encontraba?

Éste nos contó que, en efecto, "se las vió negras" para retornar a su hogar. Nos dijo que se fue acercando a la carretera de Tehuacán —que se encuentra cerca de ese lugar— y desde ahí, escondido entre la maleza, intentó pedir auxilio a los conductores que pasaban, pero, como es de comprenderse, en las condiciones que se encontraba a nadie se le ocurría socorrerlo. Después de varias horas, Dios hizo el milagro de que se parara una camioneta conducida por unos chipileños que se percataron del difícil trance de nuestro amigo, quienes le hicieron el favor de trasladarlo a su domicilio, ubicado por cierto muy cerca del Colegio, sobre la tres oriente.

Una vez que arribaron al hogar del joven, se presentó el siguiente dilema: ¿Cómo podía el joven bajar de la camioneta en cueros?

Por fortuna, uno de los conductores comprendió la situación, decidiendo presentarse ante los padres del muchacho para explicarles el trance por el que pasaba.

Como era de esperar, sus progenitores se encontraban profundamente nerviosos y angustiados.

1 Carmelo Ramírez Pérez, 2. Mario Wuoto Ramírez, 3 Rufino Hernández Sarmiento, 4 Ernesto Zenteno Castillo, 5. José H. Pérez, 6Antonio Gutiérrez, 7 Arturo Alonso Hidalgo, presidente de la agrupación, Prisciliano Salazar, 9 Raúl Ramírez S. 10 Manuel Hernández (La Perla), 11Gregorio Tenorio. Sentados de izquierda a derecha: Juan Meléndez,2 Manuel Portillo, 3 Erasmo Martínez, 5 Antonio Palma, 7 Teodoro Zepeda, 8 Jesús Bermúdez (El conejo), José Gozález

 

 

—No se alarmen, señores, su hijo está sano y salvo —les dijo el chipileño—.Lo único que pasó es que lo asaltaron y le dejaron totalmente desnudo. Así que me pidió que le enviaran una sábana para que pueda bajar del auto.

Sin duda las personas que lean este material, y que hayan sido estudiantes en aquella época, sabrán a qué persona me refiero. Aquí omito su nombre, por razones obvias.

Al lado de estas líneas presentamos una fotografía de un día de campo en el Día del Estudiante, en el célebre rancho de don Vicente Contreras. Eran los tiempos en que fue presidente de la Organización de Estudiantes del Colegio Arturo Alonso Hidalgo.

¡Ah...qué tiempos señor don Simón!

 

Vecindario Universitario*

Por Juan Fidel Pérez Espinosa

Celia 1, reina de los estudiantes del año de 1934. Foto tomada de Don Quijote, revista estudiantil del Colegio del Estado

 

 
L

a ciudad de Puebla en 1956 contaba con una población que fluctuaba aproximadamente en los 200 mil habitantes.

En ese tiempo sólo existía en la entidad una institución educativa de nivel superior, esto es, la Universidad de Puebla, que en el citado año estaba en vísperas de convertirse en una institución autónoma.

La institución se encontraba, como ahora, en el centro de la ciudad, en la esquina de la calle 4 sur y la avenida Maximino Avila Camacho (hoy Juan de Palafox y Mendoza), no existían ni Ciudad Universitaria ni la mayoría de los otros edificios que hoy pertenecen a la Universidad.

En la fecha de referencia, la avenida Maximino Avila Camacho desembocaba en el río San Francisco, dado que éste aún no estaba entubado. A una cuadra de distancia de la Universidad se encontraba el Palacio del Gobierno del Estado, en el antiguo edificio del Banco Oriental.

A la Universidad de Puebla ingresaban jóvenes de todas las clases sociales, provenientes tanto de la capital como del interior del estado, e incluso de otras entidades. El sector que predominaba entre la comunidad universitaria era el proveniente de la clase media, hecho que también se palpaba en otras regiones del país y del orbe, fenómeno que tenía que ver con la expansión que experimentaron las clases medias a nivel mundial en ese período. Por lo tanto, era tan reducido el número de estudiantes que provenían de familias ricas, como los de extracción popular. Empero, por tratarse de la única universidad que existía en el estado, tenían que convivir forzosamente los estudiantes provenientes de los diversos estratos sociales, confor-mando así la familia universitaria.

La vecindad universitaria

Todas las escuelas existentes en la Universidad estaban concentradas en el edificio Carolino. Alrededor de dos mil 500 alumnos formaban la familia universitaria para 1956. Se apreciaba un aumento considerable de matrícula, especialmente en las preparatorias, en las que ya dos años antes (1954) se había tenido que abrir el turno vespertino1

Los tres patios del edificio servían para albergar —como si de vecindad se tratara— a los universitarios. En una vecindad típica poblana encontramos varios patios; en el primero viven las familias que poseen más recursos y pueden pagar una renta más cara por contar con puerta al balcón; en el segundo los que tienen menos recursos y ya no tienen el privilegio de estar con balcón a la calle; y los del tercero o cuarto patio, que tienen cuartos más chicos con rentas más baratas. En la vecindad se saben los chismes de las familias que viven en ella: amoríos entre vecinos, diferencias sociales entre quienes habitan esta vecindad, pero todos forman una familia. En la Universidad de Puebla el primer patio era ocupado por las "Facultades" de Leyes (Derecho), Ciencias Económico-Administrativas (Comercio) y las preparatorias, en dos turnos. El turno diurno funcionaba en la planta baja y el nocturno en los salones que quedaban desocupados de la plan-ta alta. El segundo patio albergaba al alumnado de medicina y odontología; el tercero, ingeniería civil, ingeniería química y arquitectura. Para el año de 1956 se planteó que los estudiantes de medicina se trasladaran a los espacios vacíos del Hospital Civil (27 poniente y 13 sur), para que ahí tomaran sus clases aprovechando la cercanía del hospital para sus prácticas, tanto de disecciones en sus clases de anatomía como de consultas externa e interna y, además, con esto se dejaba vacante un espacio físico en el edificio carolino para que se redistribuyeran los salones entre el resto de las escuelas o facultades.

Este espacio universitario, que por esos años ya comenzaba a mostrarse insuficiente, contaba además con su propia cafetería, la que tenía por nombre Los Nietos de don Melchor. Se encontraba en el tercer patio del edificio Carolino. A ella acudían los estudiantes no sólo a comer o a tomar refrescos, sino también para escuchar —a todo volumen— los discos de rockola. Hablando de esa cafetería, habría que subrayar que en ella se desayunaba y comía muy barato y sabroso. Para algunos estudiantes era el lugar idóneo para escuchar los éxitos musicales de moda, que iban desde las canciones de Elvis Presley, pasando por las interpretaciones de los baladistas mexicanos, Enrique Guzmán y César Costa, hasta los últimos hits en materia de música para bailar, cha-cha-cha, danzones, mambos y otros ritmos más.2

Los Universitarios del primero y los de quinto patio

Alumnos del Colegio del Estado en 1934. Foto tomada de Don Quijote, revista estudiantil del Colegio del Estado.

 

Los dos mil 500 alumnos que había en la Universidad provenían de todas las clases sociales de la entidad; pero, eso sí, las clases medias, que eran mayoría, no dejaban de señalar a los que más dinero tenían y que asistían a la Universidad en coche.3 Llegaban en los últimos modelos, desde el compacto Fiat Topolino hasta los grandiosos americanos, siendo bastante aceptados el Packard, el Viscaine, el codiciado Ford Victoria y uno que otro Cadillac. Todos eran autos nuevos que demostraban un cierto nivel económico frente a una mayoría que llegaba a la Universidad caminando, si no vivía tan lejos, o usando autobuses de 15 centavos el pasaje; el monopolio camionero sumaba las líneas Santa María, Rojo Plata, Libertad, San Matías, Verde San Antonio, Santa María-Chulavista y Garita-Panteón; era el servicio de transporte urbano que usaba la gente sin auto y que vivía en colonias de la periferia de la ciudad.

La diferencia de clases entre los estudiantes de la Universidad se manifestaba también de algún modo en la forma de vestir, hecho que por lo demás tenía que ver con una tradición sumamente arraigada que provenía desde los tiempos del Colegio del Estado. Hacia 1956 no era difícil observar la impronta de la burguesía poblana en la vida universitaria. Aunque los estudiantes provenientes de aquella clase social no era sino una minoría, de todos modos ejercían una influencia preponderante en la Universidad, debido, desde luego, a la presencia política y económica de sus progenitores. Si agregamos a lo anterior que las principales autoridades de la institución y no pocos de los catedráticos formaban también parte de la burguesía poblana, entonces no nos debe extrañar que este segmento social impusiese su estilo de vida en la Universidad, estilo que era asimilado por los otros sectores de la misma.

La indumentaria es un ejemplo para señalar cómo aún persistían hábitos del Colegio del Estado en la universidad ya que quien asistía con saco y corbata era considerado un "hombre de respeto".4 Había profesores en diversas facultades que no dejaban entrar a clases si no se llevaba saco y corbata; aún perduraba esta formalidad impuesta por los grupos de estudiantes ricos. Para algunos estudiantes de clase media esta forma de vestir era asimilada con cierta facilidad, pues contaban con los recursos para comprar lo que sería su "uniforme"; mientras que para los estudiantes ricos formaba parte de su ropa "de diario". Había otros estudiantes que con escasos recursos económicos tenían que conseguir prestado el saco y corbata para asistir a clases. El saco, corbata y zapatos variaban en calidad y moda. Si eran de alguna marca prestigiosa se vendían en tiendas como Sears, Rodoreda u otra tienda por el estilo, pero también se portaba ropa que no tenía marca y además era comprada en una tienda modesta o en el mercado La Victoria.5

Otra característica social estaba señalada por lo regular en los rasgos étnicos entre los universitarios poblanos; éstos distinguían a los sectores adinerados de quienes no lo eran. Los primeros por lo regular eran güeritos, de ojos verdes o azules, de estatura más alta y provenían de escuelas preparatorias particulares como el Oriente, Pereyra, Benavente, Humboldt o, si de mujeres se trataba, del Colegio América o de la Universidad Femenina.

Estudiantes de Medicina: Conrado Macfarland Corona, Adrián Estrada Ríos, Francisco Calderón Navarro, Teodoro Zepeda Victoria, Manuel Vega Duarte, Julio Ramírez Gilbón, Fernando Arruti Ramírez.

 

Todas estas características fueron marcando las diferencias sociales entre los universitarios. Sin embargo, existía una interconexión casi natural: como resultado de compartir el espacio físico, todos se conocían en esta vecindad. Aun así, se imponían ciertas distinciones o se establecían diversas restricciones.

Existían los estudiantes, que "por vivir en quinto patio" sólo eran espectadores de lejos al no poder asistir a un gran baile de coronación de la hija de algún empresario poblano, como en el caso de don Manuel Hidalgo Riaño, dueño de la embotelladora Hidalgo, don Eduardo Cue Merlo, empresario y político, o don Francisco Rodríguez Pacheco, cofundador de la colonia Santa María, empresario y político. A los estudiantes que no podían asistir a esos regocijos de las familias acomodadas sólo les quedaba soñar, soñar con que algún día su novia fuera la reina de la Federación; muchas de estas lindas princesitas o reinas de facultad o federación fueron los amores platónicos de otros tantos universitarios que sólo aspiraban a los sueños porque, aun asistiendo a los festejos de coronación, estos círculos sociales estaban cerrados para los que no tenían detrás una fortuna económica.6 Otros estudiantes trabajaban —y algunos con mucha necesidad— para poder asistir a la Universidad, y no tenían tiempo para este tipo de eventos; para otros, estos sucesos sociales estaban lejos del alcance de sus bolsillos. Sólo un número reducido de colados podía asistir y testificar lo que hacían los "ricos", los "burgueses", los que vivían en el "primer patio" de esta vecindad y que hacían gran derroche de dinero.7 Eran estas ocasiones en que los universitarios del quinto patio vivían y sólo les quedaba soñar, puesto que...

Por vivir en quinto patio
desprecias mis besos,
un cariño verdadero
sin mentiras ni maldad.

Nada me importa que
desprecies
la humildad de mi cariño,
el dinero no es la vida,
es tan sólo vanidad.8

Como parte de esta convivencia, los diversos grupos de nivel secundario se fueron uniendo en torno a una identificación o coincidencia de algunos puntos de interés o de reflexión en todos los sentidos y aspectos. Se formaron círculos de estudio de diversas materias, cuya finalidad era prepararse para presentar exámenes o simplemente estudiar sobre algún tema de las clases. En estos círculos de estudios también se planteaban reflexiones sobre los últimos acontecimientos locales, nacionales y mundiales, se discutían organizaciones de bailes para dar a conocer planillas estudiantiles, o simplemente se planeaba alguna recepción a novatos.


1."Más de 2 mil 500 alumnos, en el presente año, realizarán sus estudios en las diversas facultades controladas por la Universidad de Puebla, sobrepasando considerablemente la población escolar anterior, que fue de dos mil 70" El Sol de Puebla, 22 de enero de 1956, p. 1.

2.El Sol de Puebla, 17 de septiembre de 1959, p. 3.

3."El doctor Cañedo (en la actualidad dedicado a la psiquiatría),llegaba en su Topolino, era de los diez muchachos que tenían coche en la Facultad de Medicina: cuando mucho los Arrioja, los Cañedo, los Bárcenas. En una ocasión el psiquiatra Roberto sale de clases y encuentra a su Topolino encima de un promontorio donde antes había un monumento" Entrevista al doctor Zito Vera Márquez realizada por Fidel Pérez Espinosa en la ciudad de Acatlán, Pue, 7 de noviembre de 1993.

4.Los profesores de esa época, con su idea de disciplina y austeridad urbana influían, no permitían que los alumnos entrasen a clase con suéter o sin corbata. Según ellos, el estudiante de un colegio superior debería ser individuo que se dinstinguiera del joven chofer o voceador. El vestido debería ser un hábito que no 'hacía al monje' pero le daba categoría, la categoría de dignidad que todo hombre culto debe presentar ante la sociedad". Lara y Parra Manuel. La lucha universitaria en Puebla, 1923-1965. Ed. del autor, Puebla, 1988, p. 13.

5.Entrevista al licenciado Melitón Morales Sánchez, realizada por Fidel Pérez Espinosa en la ciudad de Puebla el 26 de noviembre de 1990.

6.Idem.

7."Con la 'Chiquis' Hidalgo, nuestra reina en la Federación, por primera vez probé el coñac en la casa de don Manuel Hidalgo, como miembro de la Secretaría de Prensa (...) no iban todos los estudiantes, sólo íbamos los dirigentes." Entrevista al doctor Zito Vera Márquez, realizada por Fidel Pérez. Acatlán, Puebla, 7 de noviembre de 1993.

8.Canción "Quinto patio", de Luis Arcaraz, interpretada por Emilio Tuero en Historia Ilustrada de la música popular mexicana, álbum II, disco 4, La época de oro de la radio, el cine y el teatro: las inolvidables de la radio. Promexa, México.

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