Año 4, número 1
H. Puebla de Zaragoza a 11 de enero de 2001

Acta de fundación del Colegio del Espíritu Santo 

Por Antonio Esparza Soriano 

ucho se ha debatido sobre la fecha de la fundación del Colegio del Espíritu Santo. No obstante que en el número dos de los Cuadernos de Archivo Histórico Universitario se comprobó, documentalmente, que la escritura signada por el P. Provincial Antonio de Mendoza y por el caballero Melchor de Covarrubias, ante el escribano público Melchor de Molina, cuyo original se encuentra en el Archivo Histórico de Notarías del Estado de Puebla, está fechada el 15 de abril de 1587, todavía algunos historiadores manejan, sin precisar día ni mes, el año de 1578 como el de la fundación del Colegio.

Investigaciones recientes han aclarado, sin lugar a dudas, que el documento notarial del 15 de abril de 1587 es la escritura de fundación del Colegio del Espíritu Santo, origen de la actual Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

En 1925, al celebrarse el centenario de la vida civil del Colegio del Estado, nombre que recibió el del Espíritu Santo en los inicios del gobierno independiente de México, el señor José María Carreto, Secretario del Colegio, mencionó ya el año de 1587. Sin embargo, aunque en otros trabajos, como las Rectificaciones Históricas al Sr. Dr. Joaquín Izquierdo, acerca de la historia del Colegio del Estado, el señor José María Carreto. Secretario de esta institución, menciona otra vez la fecha correcta de la fundación, 1587, sin indicar la fuente de esa información, historiadores que continuaron escribiendo acerca de nuestra Máxima Casa de Estudios, ante las pruebas, aparentemente indiscutibles de dos pinturas existentes en la Universidad, aceptaban el año 1578 como el de la iniación de labores de la enseñanza superior en la Compañía de Jesús de la Puebla de los Ángeles.

Afortunadamente ahora ya no puede haber dudas: el acta notarial de la fundación del Colegio del Espíritu Santo fechada el 15 de abril de 1587, firmada por don Melchor de Covarrubias, el P. Antonio de Mendoza, Provincial de la Compañía de Jesús en la Nueva España y por el Escribano Público Melchor de Molina, avalan suficientemente el dato definitivo.

La inscripción de la primera de esas pinturas, una Alegoría del Espíritu Santo colocada en el muro del descanso de la escalera principal, llamada de los leones, dice: COLLEGIUM SPIRITUS SANCTI AB ERECTIONE, ANNO MDLXXVIII CAROLINI DEIN COGNOMINE HONESTATU,M REGIO, UBIDENUOUNITA, ETIN TRASLATA COLLEGIO SANCTI HIERONIMI, ET IGNATI HABUIT MDCCXC.

EMMANUEL CARO FACIEBAT.

La traducción es: Se llamó colegio del Espíritu Santo desde su erección verificada el año de 1578. Después fue honrado con el sobrenombre Regio Carolino, y al cual se trasladan los Colegios de San Jerónimo y San Ignacio. Manuel Caro lo hizo.

La inscripción de la segunda pintura, un retrato del fundador Don Melchor de Covarrubias, actualmente en el salón Paraninfo, expresa en español que tiene las abreviaturas típicas del siglo XVII:

"Rto. Del muy ilustre y piadoso caballero Dn. Melchor de Covarrubias, Regidor que fue de esta N. E. y Capitán de la Compañía que levantó en servicio de su M. C. Encargado de la Corte, Consultor de los señores virreyes en los negocios más ardos, quien por beneficiar al público se constituyó fundador y dotó de sus bienes para estudios de gramática, filosofía y teología a esta gran Casa del Espíritu Santo, erigida en 1578 con su Colegio anexo de San Jerónimo, Biblioteca y cuatro becas para sus parientes, todo lo cual bajo la RI. Protección quedó reunido en este que hoy se titula RI. Colegio Carolino, y le obliga a conservar este monumento de gratitud".

Es de señalarse que las pinturas mencionadas fueron realizadas más de doscientos años después de la fundación y cuando ya habían transcurrido cuando menos veintitrés años de que los jesuitas se encontraban, por la expulsión de que fueron objeto en 1767 ausentes de la Nueva España, por lo que es explicable que se haya confundido la fecha en que se establecieron en Puebla los primeros misioneros jesuitas, con la de la fundación del Colegio del Espíritu Santo.

Otro acontecimiento impidió, más tarde, que se conociera con exactitud la historia del Colegio: en medio de las constantes luchas entre conservadores y liberales en las décadas que siguieron a la consumación de la independencia de México en 1821, y que tuvieron en Puebla uno de sus principales escenarios, el Colegio estuvo destinado a servir de almacén militar de uno u otro bando, y en 1833 hubo una explosión de pólvora que causó más de cien muertes, así como la destrucción del Archivo de la Secretaría donde, seguramente, se encontraban documentos de inestimable valor, a cuya luz se hubiera evitado la confusión de fechas.

A pesar de esos acontecimientos existen, afortunadamente, otras fuentes de información absolutamente confiables: las Cartas Anuas (informe pormenorizado que año con año enviaban los Provinciales de la Compañía de Jesús al General de la Orden en Roma) de 1574 a 1585; la correspondencia personal del P. Antonio de Mendoza, Provincial de la Nueva España, al General P. Claudio Aquaviva cursada de 1584 a 1590 que se conserva en los archivos de Isleta College. U.S.A. (Seminario jesuita), y el Archivo de Notarías de Puebla donde tendría que estar la escritura de fundación.

Las Cartas Anuas del siglo XVI se encuentran en diferentes archivos europeos, y fueron paleografiadas por el P. Francisco Zambrano, S. J. y publicadas en su monumental obra titulada Diccionario bibliográfico de la Compañía de Jesús en México, Editorial JUS, México, 1962, y abarcan de 1573 a 1585 y de 1594 a 1599. Se desconocen las de 1572 y 1575, y también las de 1586 a 1593. Consultadas las de 1578 a 1585, se aclara, sin sombra de duda, la verdadera fecha de la fundación del Colegio del Espíritu Santo, corroborada con el hallazgo del acta notarial, que se reproduce en este ensayo.

Las actividades de los jesuitas en la ciudad de Puebla de los Ángeles, desde su llegada a la Nueva España hasta la fecha de la fundación del Colegio, fueron las siguientes:m1

Los 15 frailes que salieron del puerto de San Lúcar de Barrameda en España el 15 de junio de 1572, llegaron a la Nueva España en septiembre de ese año, y a su paso por la ciudad de Puebla de los Ángeles rumbo a la ciudad de México, fueron recibidos por el Arcediano de la Catedral, don Fernando Pacheco, quien había construido unas casas a una cuadra de la Plaza Mayor para que descansaran en ellas los religiosos que se dirigían del puerto de Veracruz a la capital del Virreinato.

Francisco Javier Alegre, en su Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús de Nueva España, menciona que los jesuitas llegaron a la Puebla de los Ángeles el 21 de septiembre de 1572, que fueron recibidos en la Plaza Mayor por toda la población, acompañada de sus autoridades, tanto civiles como eclesiásticas; estaban los miembros de los cabildos, los integrantes del Tribunal de la Inquisición y las comunidades de las órdenes religiosas, y que repicaron las campanas de todos los templos de la ciudad.

El Provincial de la Compañía de Jesús, P. Pedro Sánchez, y los 15 Padres que lo acompañaban, fueron invitados por el Arcediano Pacheco para que se alojaran en la casa recién construida, la que ostentaba sobre la puerta las siguientes palabras: Esta es la puerta del Señor; por ella entrarán los justos.

Tres días más tarde, continuaron su camino a la capital del virreinato, y años más tarde, en 1578, cuando se estableció la Residencia, el Arcediano Pacheco vendió esa casa a la Compañía de Jesús en nueve mil pesos. Poco a poco, a partir de esa fecha, los jesuitas adquirieron, pagándolos con las limosnas que recogían durante su intensa labor evangelizadora por todo el actual Estado de Puebla, los terrenos en que se construirían, años más tarde, el Templo de la Compañía y el Colegio del Espíritu Santo, fundado el 15 de abril de 1587, por don Melchor de Covarrubias.

Además del documento irrefutable que certifica la fecha de la fundación, el acta notarial, existen muchas otras pruebas documentales que apoyan ese dato. m2

En la Historia de la Compañía de Jesús del P. Francisco Xavier Alegre se menciona: las casas que el arcediano vendió a los jesuitas en la ciudad de Puebla, a pagar en diversos plazos, estaban en el sitio mejor de la ciudad, a una cuadra de la Catedral, de la Plaza Mayor y de las casas del Cabildo, justamente en el lugar que ahora está el Colegio. Para dar asiento fijo a la Residencia, pasó a la Puebla el 9 de mayo de 1578 el Provincial, P. Pedro Sánchez, con el P. Diego López de Mesa, a quien dejó de primer Superior de aquella casa.

Otro testimonio muy importante es la carta del P. Antonio de Torres, Rector (Prior) del Colegio de la Compañía de Jesús en Puebla, fechada el 3 de mayo de 1585 y dirigida, salvando conductos, al P. Claudio Aquaviva, General de la Orden en Roma, transcrita en la obra del P. Francisco Zambrano:

 

Ihs. Muy rdo. Padre Nuestro en Cristo.

Pax Christi.

En este Colegio de Puebla han residido este año 22 de los nuestros: siete sacerdotes, siete lectores de casos (de conciencia) tres maestros de latinidad (para el Seminario de San Jerónimo) y cinco Hermanos Coadjutores. Han tenido salud...

"Debemos casi siete mil pesos, que se gastaron el año pasado en tomar un sitio y edificar un colegio para convictores (convictor: el que vive en un seminario sin pertenecer a la comunidad), cosa bien excusada a nosotros. En la Carta Anua de 1585 se informa que el Colegio de San Jerónimo es de convictores seminaristas). De los cinco mil pesos se pagan censo (intereses).

"Un ciudadano caudaloso don Melchor de Covarrubias desea ser fundador de este Colegio de la Compañía de Jesús, y da de renta 2 mil pesos y palabra de que, después de sus días, dará lo que queda (de su herencia) porque no tiene mujer ni hijos.

"Al P. Provincial aguardamos para que dé asiento en esto y todo lo demás de este Colegio temporal y espiritual".

Por último, debemos tomar en cuenta que los trámites en esa época eran muy lentos, pues nada podían realizar los Provinciales sin la aprobación de Roma, y tan sólo había una flota al año que hacía el viaje de América a Europa, por lo que se necesitaban dos años para enviar una petición y recibir la respuesta.

Así pues, queda demostrado, sin la menor duda, que la fecha de fundación del Colegio del Espíritu Santo como institución educativa fue la del 15 de abril de 1587.

La importancia que le dieron los jesuitas a la fundación queda demostrada porque el primer Rector del Colegio fue nada menos que el P. Pedro Sánchez, fundador de la Provincia de la Compañía de Jesús en la Nueva España. Desempeñó el cargo de Provincial desde el 28 de septiembre de 1572 hasta el 11 de noviembre de 1580. Quedó entonces como consultor del P. Provincial, predicador y encargado de los casos de moral en el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de México. El 29 de noviembre de 1585 inició su Rectorado (priorato) en el Colegio de la Compañía de Jesús en Puebla, y fue factor importante en las negociaciones con don Melchor de Covarrubias para la fundación. Desempeñó su cargo hasta el último día de julio de 1587.

Ante el P. Pedro Sánchez, Rector, el P. Antonio de Mendoza, Provincial de la Compañía de Jesús y la comunidad del Colegio, expresó don Melchor de Covarrubias ese dichoso día del 15 de abril de 1585 que por la gran devoción a la tercera persona de la Santísima Trinidad, era su deseo que el Colegio y su iglesia llevaran el título del Espíritu Santo.

Convalidan también la verdadera fecha de la fundación otros autores. El P. Gerad Decorme, S. J., en su libro titulado La obra de los jesuitas mexicanos durante la época colonial (1572-1767), afirma para aclarar los términos de Convento y Colegio: ha habido mucha confusión sobre el nombre y calidad de estos convictorios, que lo autores llaman indistintamente Seminarios o Colegios, tal vez cuando tenían una renta o aprobación real. Nosotros los llamaremos Convictorios, pues en ellos (Colegios) no había enseñanza ni maestros.

Así pues, los nombres que los jesuitas le dieron a las casas del Arcediano demuestran claramente su evolución: de 1578 a 1580, Casa de los jesuitas simplemente; de 1581 a 1587, Colegio (convictorio) de la Compañía de Jesús; y a partir del 15 de abril de ese último año, Colegio del Espíritu Santo, nombre que le dio Don Melchor de Covarrubias al fundar la institución de enseñanza superior.

Dicho Colegio debió haber empezado impartiendo el nivel que ahora conocemos como Preparatoria, que es el primer grado universitario, el cual en aquellos días, lo mismo que ahora, preparó a los jóvenes para las profesiones y para la vida.

El mismo P. Decorme, S. J. nos ilustra sobre la enseñanza de la época: La Real y Pontificia Universidad de México, erigida por real cédula el 21 de septiembre de 1551, empezó a impartir cátedras 5 años después, porque había muy pocos jóvenes con la preparación básica indispensable para cursar los estudios superiores. Esas deficiencias se subsanaron a partir de la fundación del Colegio de San Pedro y San Pablo en la ciudad de México. Dicho Colegio corrigió la enorme impreparación académica de los jóvenes estudiantes que deseaban entrar a la Universidad.

Trascendental cual ningún otro acontecimiento para la ilustración de los criollos, fue el establecimiento de los estudios de los jesuitas en México. Aunque existía la Universidad, no se hallaba más que una clase de gramática que preparara para ella, y aun muy pocas escuelas de primeras letras. Así que la juventud, a pesar de sus buenas disposiciones, crecía sin formación literaria. Tanto y tan bien llenaron los jesuitas ese vació que puede decirse que durante la época colonial, ejercitaron, casi sin competidores y gratuitamente ese ministerio de la pública enseñanza.

Ninguna otra Orden religiosa se dedicó a la enseñanza antes que los jesuitas, pues los Franciscanos, por ejemplo, sólo fundaron escuelas para enseñar oficios a los naturales evangelizados.

El P. Antonio Astráin en su Vida breve de San Ignacio de Loyola, nos explica la obra educadora de los jesuitas en la Nueva España: San Ignacio de Loyola introdujo entre los padres de la Compañía de Jesús la costumbre de consagrarse, además de sus deberes religiosos, a la educación y enseñanza de la juventud.

En las catedrales antiguas, en las abadías medievales nunca dejó de instruirse a los fieles en el misterio de la fe y en la práctica de las virtudes cristianas. Advertimos, sin embargo, que esas instituciones no tenían carácter docente. Ignacio fue el primero que introdujo entre los religiosos el tomar por oficio la educación de los jóvenes, el construir colegios dedicados principalmente a la enseñanza de la niñez, En estos colegios no debía enseñarse tan sólo la religión y la moral, sino todas las ciencias que puedan servir a la recta cultura y elevación del hombre.

El hecho de que el Colegio del Espíritu Santo se haya fundado nueve años después de que los jesuitas establecieron la Casa de la Compañía en Puebla en 1578, no se debió únicamente a la falta de una persona de caudal suficiente para ofrecerse como fundador antes de Don Melchor, sino a que, proyectado como Institución de Enseñanza Superior, los primeros alumnos con los que se empezaran las cátedras, debían haber pasado por el dominio de la gramática española, y después de la gramática latina, porque los maestros impartían sus clases en latín, y los pocos libros de texto de la época, estaban escritos en esa lengua.

¿Cómo, entonces, podría haber sido posible que empezara a funcionar el mismo año en que se estableció la casa una institución de enseñanza superior?

*Acta de Fundación

Para ver la paleografía da click sobre la imagen.

 

Melchor de Covarrubias*

Por Amapola Fenochio F.

Aún resuena tu ideal
en las bovedas santas de tu casa;
se comprende en la ausencia
tu presencia
y el vivir de tu voz en la distancia.
¿Quién te dio la visión,
el sueño milagroso,
de producir el fuego de esta fragua?
Elevaste tu anhelo ante los siglos
y tu grito,
grito ascencional del visionario
se plasmó en esta mole majestuosa
levantada con piedras de hidalguía.
Sin derramar mi ser,
regreso de la vida a contemplarte
a bendecir tu nombre
que parece esfumarse en el olvido.
Inmóvil está el sueño que soñaste,
que los siglos atónitos contemplan,
y aromas de laureles
estas tristes canciones, inconclusas
por culpa del destino,
que no pudieron arribar al puerto
y anclaron en un mar inconocido
revuelto por tormentas juveniles.
Capitán D. Melchor de Covarrubias:
Tú le diste a mi Puebla
este insigne Colegio, Carolino,
del Espíritu Santo o del Estado,
hoy Universidad,
pero al mirar, mirando las miradas
de los que por tu ser han transcurrido
renacen, en tropel, tus ideales,
que se vuelven protesta indescriptible
en el fondo del alma,
y contemplo tu empeño
tu deseo de prender
luces de meridiano en las conciencias,
fuego de inspiración en los cerebros.
Con mi dolor al hombro,
inexorablemente condenado
a vivir al rescoldo del recuerdo,
mi congoja en perfume, se disuelve
y trata de envolverte,
y el húmedo silencio de mis ojos
que atardecen constantes,
se encamina al solar de los olvidos
y al penetrar de nuevo en tu recinto,
arroja su bagaje de indolencia
y en esta hora que late nuevamente,
cura la cicatriz de las tormentas.

*Fragmento tomado del poema Canto a mi Universidad que obtuvo premio de los juegos florales universitarios. La autora, hija del distinguido maestro Alfredo Fenochio quien sirvió al Colegio del Estado y a la Universidad durante mas de 50 años, ha escrito nueve libros de poesía y otros tantos referentes a la geografía histórica de México y a la teoría literaria; ha participado en 64 juegos florales. El Canto a mi Universidad será publicado completo en el libro Poesías, corridos e himnos universitarios cuya compilación la viene realizando Alfonso Yáñez para un libro que será publicado en el presente año.


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