el comunismo Por Valentina Torres Septién l texto que a continuación se transcribe es parte del libro La educación privada en México 1903-1979, editado por el Colegio de México y la Universidad Iberoamericana, la autora Valentina Torres Septién en el capítulo seis aborda el conflicto que vivió la Universidad Autónoma de Puebla en 1961, año en que los intereses de un grupo social chocan con el proyecto educativo impulsado por el Estado. Por ser de interés para nuestra comunidad universitaria se reproduce el texto que seguramente motivará reflexiones sobre una parte de nuestra historia. El desarrollo de la revolución cubana provocó una gran movilización entre los grupos de izquierda y los de derecha. Estos últimos siguieron una política anticomunista que congregó a un gran número de sectores de la sociedad1 . Estos grupos veían al comunismo como una gran amenaza. Lo culpaban de diversos males como el estatismo, la violación de las libertades individuales, la irreligiosidad que promovía y su carácter subversivo; afirmaban que influía en "la noción de pérdida de la libertad, de la religión de la identidad nacional, de la estabilidad", esto es, de la paz lograda en los últimos años.2 Más tarde, al considerar que el texto gratuito era de tendencias comunistas le adjudicaron también las mismas características. Los años de 1960 a 1962 fueron de un anticomunismo vehemente. La revista Señal es una buena prueba de ello, por los innumerables artículos semanales en los que se prevenía a los feligreses de los peligros del comunismo. La Iglesia, por su parte, también se mantuvo muy activa en esta campaña: las pastorales contra la amenaza comunista se sucedían una a otra. En ellas se retomaban las tesis utilizadas contra la educación socialista de la década de los treinta. En algunas misivas de la Iglesia se pedía a los católicos no enviar a sus hijos a las escuelas oficiales, salvo que no tuvieran otro remedio.3 La prensa en general y las publicaciones periódicas relacionadas con la Iglesia contenían innumerables artículos que hablaban del asunto.
Es de todos conocido el hecho de que los elementos comunistas, del partido en sí, y filo-comunistas, se han infiltrado peligrosamente entre el magisterio, particularmente federal, por razones e intenciones obvias; están en un campo en donde su actividad de adoctrinamiento produce los mejores frutos: la niñez no tiene ni puede tener defensa contra el adoctrinamiento que se hace en las aulas.4 La ofensiva anticomunista se convirtió en estos años en una cruzada tanto religiosa como nacionalista que se manejaba en su versión más conservadora, aquella en la que el orden, la familia y la religión eran elementos integrantes de la cultura occidental.5 Desde Río de Janeiro, el cardenal Jaime Barros Cámara hablaba de la campaña del Partido Comunista Chino para "sembrar el cisma en la iglesia de Latinoamérica"; según él, los chinos comunistas buscaban infiltrarse por medio de la juventud, haciendo proselitismo en las escuelas católicas: La penetración comunista en la educación católica (...) pretende acaparar mediante el espionaje y la iniciativa, la dirección ideológica de los estudiantes, "espiar a los reaccionarios, delatar sus actividades, mezclarse con los estudiantes, congraciarse con ellos", era la consigna.6 El cardenal Cámara agregaba que la orden secreta china consideraba a "las escuelas dirigidas por la Iglesia campo ideal para nuestra penetración (...) de acuerdo con el principio de dividir para gobernar". Decía que esta campaña consistía, entre otras cosas, en introducir "agentes rojos" en las instituciones católicas de educación, en tratar de dominar a directores y profesores, e infiltrarse en los organismos y oficinas directivas de la Iglesia.7 Por su parte el cardenal Garibi de Guadalajara señalaba: Todos sabemos cómo en los Estados dominados por el comunismo se arrancan los hijos a sus padres para hacer de ellos lo que los dictadores de estos estados se han propuesto, preparándolos para sus fines siniestros, sin tener en cuenta para nada los derechos de los padres, y formándoles en absoluto olvidados del fin primario para el que se halla el hombre en el mundo que es la salvación de su alma.8 Se pensaba, en general, que los maestros eran el brazo armado de los comunistas para penetrar las mentes de los niños, y, por supuesto, que la Normal era el semillero de estos maestros; por ello era necesario actuar ahí: Anualmente, alrededor de mil normalistas terminan su carrera. Si cada uno va a educar 60 niños cada año, haz la cuenta (...) el pueblo piensa lo que le enseñan sus maestros, y los maestros lo que a su vez aprendieron en la Normal. México será lo que sea la Normal. La guarida del comunismo esta ahí (...)9 La alarma continuaba pues se insistía que en Cuba las escuelas particulares habían sido totalmente aplastadas.10 En el mes de noviembre de 1960, 50 miembros del episcopado mexicano se abocaron al estudio de los problemas políticos, sociales y religiosos, en su afán de combatir la embestida comunista.En el mes de noviembre de 1960, 50 miembros del episcopado mexicano se abocaron al estudio de los problemas políticos, sociales y religiosos, en su afán de combatir la embestida comunista.11 Toda esta movilización anticomunista tuvo un efecto favorable en la respuesta de ciertos sectores a las demandas de la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF). "La religión seguía siendo uno de los elementos clave de identidad nacional".12 Sin embargo, la Secretaría de Educación Pública (SEP) no cedió a las presiones, e incluso llegó a recordar a las escuelas privadas que debían sujetar sus enseñanzas a lo dispuesto por el Estado.13 Un rumor: la nacionalización Después de casi dos décadas de tranquilidad que habían vivido las escuelas privadas, nuevas medidas, sumadas a las ya existentes, les hicieron ver más problemas de los reales. La aparición del libro de texto único, el pánico al supuesto comunismo presente en las escuelas y la intranquilidad que vivían como resultado de la posibilidad de perder su reconocimiento en cualquier momento dieron lugar a una situación de tensión angustiosa. Corrió el rumor de una posible nacionalización de planteles privados.14 Esta suposición estaba fundamentada en atentados sufridos por establecimientos particulares en algunas ciudades del interior y en otras medidas tomadas por la Secretaría de Educación; entre éstas, la suspensión temporal que dictó para nuevas incorporaciones de primarias, secundarias y normales, y la poca atención que daba a las solicitudes de reconocimiento de validez de los estudios de nuevas escuelas preparatorias.15 También era motivo de alarma el nuevo programa que dividía los cursos en áreas pues, según quienes impugnaban al libro de texto gratuito, éstos eran resultado de influencias extrañas al medio mexicano, las cuales proponían como textos de consulta obras de Engels y Marx, y en biología aceptaban el materialismo y elevolucionismo.16 Sin embargo, la primera edición de los libros no se ajustó a estos programas, sino a los de 1957, que incluían once asignaturas. La nacionalización implicaba, para los dueños de los colegios particulares, o una forma de ocupación de sus edificios, o la disposición parcial de los mismos, promovidas por elementos de tendencias estatistas o francamente comunistas.17 En la carta abierta que la UNPF envió a López Mateos el 26 de febrero de 1960, se defendía la existencia de los colegios particulares como la única instancia de enseñanza democrática en el país. En dicha carta se hablaba del monopolio oficial del Estado en la educación nacional y de su intención de enseñar una "verdad oficial". Pedía para los particulares, la restitución de "la garantía individual de la libertad de enseñanza, para que sean ellos los que determinen la orientación y el sentido de la educación de sus propios hijos (...)" Según afirmaba la Unión, la libertad de enseñanza postulada por ella "no está ni contra la escuela laica ni contra la escuela confesional: está contra la imposición por el Estado de una u otra escuela a toda población escolar de una nación, dado que quienes deben elegir entre ambas escuelas para educar a sus propios hijos en cada establecimiento de enseñanza son los padres de familia". En esta misma misiva se denunciaba una doble campaña contra las escuelas privadas: una de desprestigio, realizada a través de los medios de comunicación, para hacerlas "odiosas a los ojos del pueblo", y otra, la de "nacionalizar o estatizar" esas escuelas. Argumentaban que eran ellos quienes las pagaban y que no contaban con ningún subsidio oficial, a pesar de que esta posibilidad había quedado establecida en la Ley Orgánica. Asimismo, aseveraban que con sus impuestos pagaban la educación que recibían los niños que asistían a la escuela oficial. Declaraban que las medidas que obligaban a las escuelas particulares a becar a cierto número de niños era una disposición dolosa para agravar su situación económica, y para que, al aumentar sus colegiaturas, fueran acusadas de voracidad. En consecuencia, insistían en que se reformara el artículo tercero para garantizar la libertad de enseñanza. Finalmente, pedían una subvención y la eliminación de cargas fiscales.18
Al ser interrogado sobre esta posible nacionalización, el obispo Méndez Arceo trató de tranquilizar a quienes temían que las escuelas privadas pasaran a manos del Estado: "Aparecen frecuentes noticias en la prensa sobre una posible nacionalización del sistema escolar privado. Puedo, con suficiente conocimiento de causa, asegurar que no concibo tales intenciones en el régimen actual".19 Sin embargo, el obispo aprovechó la ocasión para señalar la frágil posición de este sistema escolar, cuando afirmó: "Pero debo agregar que la inestabilidad jurídica del sistema escolar privado, regido por el monopolista artículo tercero, es la causa radical de estas incertidumbres que enervan la urgentísima labor educacional".20 Y luego volvía al tono conciliatorio que había prevalecido hasta entonces: No creo que el Estado, cuya interpretación y aplicación prudentes, en muchos casos, a la legislación vigente (...) deba callar para dar satisfacción a los clamores de quienes pretenden el anquilosamiento de nuestras enfermedades nacionales, o de quienes pretenden disimular sus destructores y exóticos ideales comunistas con ropajes anticlericales.21 Una forma de evitar esa posible nacionalización fue la reinstalación de los grupos gratuitos de extensión educativa, para ampliar los servicios de las escuelas privadas a las clases humildes. Era una manera de tener la escuela trabajando todo el día, para impedir que la Secretaría de Educación solicitara las aulas para clases vespertinas. Estos cursos se iniciaron con el primer año de primaria, hasta que, con el tiempo, se llegó a incluir a la segunda enseñanza. No requerían incorporación, pues pasaban a ser grupos de la escuela madrina o responsable; estaban amparados por un acuerdo firmado el 29 de agosto de 1958 para que en las escuelas oficiales y particulares pudieran funcionar grupos de extensión auxiliares en la campaña alfabetizadora.22 Estos grupos eran sostenidos de diversas maneras y de acuerdo con cada escuela: algunas a través de festivales o kermeses, funciones de cine, rifas, etcétera; en otras, los padres de familia aportaban los fondos necesarios; algunas se sostenían mediante la "adopción" que ciertos padres hacían de uno o dos niños de los grupos de extensión, y otras eran sostenidas por la misma escuela privada.23 En algunas de esas escuelas de extensión, se proporcionaban, además de la enseñanza gratuita, útiles escolares, libros de texto, desayunos o meriendas y aún vestido. Las condiciones para su funcionamiento eran menos estrictas que para las particulares, pues podían tener maestros no titulados, aunque autorizados por la dirección de la escuela. Las aulas tampoco tenían que cumplir con los requisitos de las privadas. Todas estas concesiones se debieron a que inicialmente los grupos funcionaron como centros alfabetizados. Según los dirigentes de la UNFP, estos grupos dieron buenos resultados: de 80 grupos iniciales en 1956 con dos mil 460 alumnos, crecieron a 477 grupos, con 14 mil 333 alumnos en 1960.24 La preocupación por el rumor de la nacionalización provocó la reunión de los comités estatales y municipales de la Unión en todo el país. Esta movilización dio como resultado que, para mayo de 1962, contara con representaciones en los estados de Aguascalientes, Coahuila, Colima, Guanajuato, Jalisco, Nayarit, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Nuevo León, México, Michoacán, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas, y anunciaba la apertura de nuevas secciones en Baja California, Chiapas, Guerrero, Morelos, Tamaulipas y Veracruz. De esta manera, la Unión Nacional de Padres de Familia, más fuerte y apoyada que nunca, estaba lista para contender con el Estado.25 La unión... hace la fuerza La batalla que se libraría contra el texto único y obligatorio tendría trascendencia nacional. La UNPF se lanzó a la carga y desde un principio inició la polémica en los diarios más importantes del país. El 25 de febrero de 1960 envió una carta abierta al presidente López Mateos en la que admitía el derecho de la SEP de editar y regalar libros de texto, pero se oponía al hecho de que su no utilización en las escuelas privadas fuera motivo de que esa misma dependencia coaccionara a maestros y escuelas bajo amenaza de aplicación de sanciones penales y administrativas. Estas ya habían sido anunciadas días antes, y consistían, en el caso de los profesores, en el castigo con prisión desde tres meses a doce años, y en la suspensión temporal o destitución definitiva del empleo. Las escuelas particulares serían multadas y clausuradas en caso de que se utilizaran otros textos.26 Al repartirse el libro para el primer grado, algunas escuelas particulares declararon su inutilidad, y entregaron a los padres de familia las listas de libros adicionales que necesitaban comprar a sus hijos.27 Dicho organismo encabezó la oposición al libro de texto gratuito, a la que se unieron el PAN, el Movimiento Familiar Cristiano y la jerarquía católica. Todos ellos se movilizaron en una estrecha relación, tanto en la posición ideológica que defendían, como en la participación conjunta en actividades.
La Unión Nacional de Padres de Familia no condenaba al libro de texto por su calidad de gratuito, pues consideraba que era justa su existencia para los alumnos que no pudieran comprar otro. Pero sí impugnaba su calidad de obligatorio y único. Contra estas dos disposiciones luchó denodadamente. Su acción no se limitó a la prensa escrita, sino que se extendió a una oposición abierta, militante, que envolvió a sectores importantes en varias ciudades. Para el efecto esgrimió sus posiciones tradicionales de la libertad de enseñanza y el derecho de los padres para elegir la educación de sus hijos; también se refería al peligro de que las mentes de los niños "quedaran en la práctica a merced de los vaivenes políticos e ideológicos de los secretarios de Educación en turno". Presentó los libros de texto como una expresión autoritaria y aun totalitarista del Estado; cuestionó tanto la capacidad pedagógica de quienes los elaboraron, como la creación de un monopolio educativo en detrimento de la cultura.28 Más tarde, la UNPF recordaría que en 1957 se había creado la Comisión Revisora de Libros de Texto y Consultas, la cual había estipulado la lista de textos y libros de referencia aprobados por la Secretaría de Educación. Al crearse la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos (CNLTG), no se había suprimido la anterior y, en consecuencia, conservaba las funciones de determinar los textos para las materias aprobadas. La nueva comisión debía limitar sus funciones a publicar y distribuir los textos gratuitos para las escuelas primarias. También aseguraba la Unión que nunca se había hablado de que dichos textos fueran a ser únicos y obligatorios. Por consiguiente, no se podía amenazar a las escuelas con sanciones por la violación de una ley que no tenía fundamento legal. Además, pedía que se permitiera intervenir a los representantes de los padres de familia en las citadas comisiones,29 y finalmente impugnó por dos razones, tanto la creación de la CNLTG, como la imposición de los textos gratuitos: por ser decreto presidencial y por no haberse discutido en el Congreso.30 Sin embargo, la posición de las escuelas particulares no era tan fuerte como para intimidar con sus impugnaciones a la Secretaría de Educación. 31 Además, la Unión realizó dos tipos de condena a los textos: una, de índole pedagógica, criticaba que fuera único pues en un solo libro se pretendía condensar hasta siete asignaturas, y que fuera uniforme, sin tomar en cuenta las diferencias regionales de la República. La otra crítica era más bien legalista, pues no había ningún fundamento para declararlo obligatorio y exclusivo, negando la posibilidad de emplear algún otro.32 El 5 de septiembre de 1960, la UNPF protestó contra la "imposición de una verdad oficial" que atentaba contra la "libertad de cátedra".33
En su Boletín, acusaba al Estado de llevar a cabo una campaña para hacer creer a los padres de familia que debían apoyarlo en la tarea de educar a la niñez, pero que únicamente acudía a ellos cuando su ayuda le era imprescindible. Le atribuyó al gobierno un "inequívoco propósito que rechaza o desprecia o ignora la iniciativa de los padres de familia para realizar por su cuenta y bajo su responsabilidad esta importante tarea".34 La Sociedad Mexicana de Autores de Libros Escolares pidió a la Barra Mexicana de Abogados, en junio de 1960, su posición al respecto; ésta se manifestó en el sentido de que la imposición del texto era "un acto anticonstitucional, ilegal y contradictorio con las prácticas culturales vigentes en México". Además criticó el monopolio en la edición de los libros, y señaló a esta disposición como violatoria de la herencia cultural de México: éste formaba parte de las Naciones Unidas y había firmado la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, que en sus artículos 18 y 26 incluye la libertad de enseñanza.35 En un taller sobre educación celebrado en la UNESCO, una delegación de la UNPF habló acerca del coto a la libertad que existía en México, sobre todo en relación con la escuela privada. Se refirió a que la existencia de ésta se encontraba sujeta a la revocación oficial en cualquier momento, y a la práctica de negar libertad para enseñar, la cual culminó con la imposición del libro de texto único para la educación primaria.36 En el Seminario Internacional de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el ministro de la Suprema Corte, Mariano Azuela, declaró que en México "se vive en un régimen precario de libertad de enseñanza" y que "no se puede establecer una escuela primaria sino con autorización oficial, que se otorga al capricho de la autoridad y debe sujetarse a los programas oficiales del gobierno, él que se reserva su derecho de clausurarla sin que el juicio de amparo sirva como remedio para impedirlo". Azuela consideraba esas disposiciones como "contrarias a la voluntad del pueblo mexicano por injustas"37
Todas estas declaraciones contra el libro de texto las hizo suyas la UNPF, la cual no dejó de manifestarlas en cartas, desplegados, iniciativas y solicitudes que nunca fueron contestadas por las autoridades educativas. Parecía ser que la Unión era una entidad fantasma, inexistente, cuya necedad consistía en publicar en la prensa su desacuerdo continuo con el texto gratuito. La UNPF y, en consecuencia, las escuelas privadas se sentían amenazadas al no reconocerse la validez de sus reclamos. Sin embargo, la UNPF no cedió a sus iniciativas. Los ataques a los textos continuaron no sólo por parte de la UNPF, sino también de otros organismos, como el Partido Acción Nacional, la Acción Católica, el Movimiento Familiar Cristiano y aun algunos sectores del Partido Revolucionario Institucional que no apoyaban en su totalidad la medida.38 A este ataque por parte de las fuerzas "reaccionarias", respondieron otros grupos defensores del libro de texto gratuito: maestros independientes, algunas sociedades de padres de familia auspiciadas por la SEP y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación que, por sus problemas de índole interna, más que defender al texto, se dedicó a atacar a las escuelas particulares por su carácter "reaccionario" y por ser "centros de propaganda religiosa y de combate sistemático contra todas y cada una de las medidas avanzadas del gobierno federal".39 El conflicto de la Universidad Autónoma de
Puebla: Los grupos conservadores aliados con la Iglesia se mantuvieron activos. Esto se demostró en el conflicto universitario de Puebla, en el que durante algunos meses la pugna entre la Iglesia y el Estado se manifestó como un movimiento anticomunista. Dicha ciudad se caracterizaba por tener una sociedad muy tradicionalista, conservadora, en ocasiones "cerrada", en donde el fantasma del comunismo se manifestaba como un problema de grandes dimensiones. Durante el conflicto, las escuelas particulares participaron de una manera tangencial al apoyar el movimiento y ser parte de los grupos aliados a la Iglesia que eran contrarios a "los comunistas" de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP).
En Puebla, como se vio en páginas anteriores, las escuelas privadas aumentaron en número y en capacidad. De 1957 a 1961, el número de alumnos de escuelas particulares creció de 18 mil 961 a 22 mil 174, tasa de crecimiento similar a la que registró la educación oficial en el estado.40 El auge de estas escuelas se había dado gracias a la tolerancia de las autoridades civiles y al clima de conciliación que durante más de veinte años había reinado en el país. Las familias poblanas que podían pagar las colegiaturas de las escuelas particulares aceptaban que el Estado educara a quienes no podían hacerlo, a sabiendas de que las autoridades locales no sólo no tenían un concepto revolucionario de la educación, sino que consideraban que la educación era, tal y como lo declaró el gobernador Fausto M. Ortega en 1961, un factor de "consolidación de nuestras costumbres y nuestras tradiciones".41 El miedo que despertó la revolución cubana en ciertos sectores del país provocó que el 24 de abril de 1961 el Frente Universitario Anticomunista, creado en 1955 en Puebla, organizara una manifestación contra Fidel Castro. Este acto estuvo apoyado por los colegios particulares confesionales Benavente, Oriente y Carlos Pereyra, instituciones de renombre pertenecientes a lasallistas y jesuitas. La manifestación motivó el enojo de quienes apoyaban a la revolución cubana y estallaron enfrentamientos violentos. La Universidad Autónoma de Puebla fue calificada de comunista por quienes decían defender los valores tradicionales del país. El grupo contrario a la UAP se integró con algunos empresarios, grupos de padres de familia, organizaciones católicas y la Iglesia. Si bien este conflicto tuvo momentos muy difíciles tanto para la ciudad, como para el gobierno y la Iglesia poblanos, después de enfrentamientos, mítines y cierres de escuelas y comercios, se llegó a una negociación entre la Iglesia y las autoridades federales. Sin embargo, los acontecimientos violentos que se vivieron en estos meses fortalecieron las alianzas entre los grupos de "derecha", los cuales se manifestarían días más tarde y con toda su fuerza en Monterrey en contra del libro de texto único.
1 Véase en Loaeza, Soledad, Clases medias y políticas en México, 1988, todo el debate a que dio lugar la revolución cubana y la aceptación y el rechazo de parte de los diversos sectores de la sociedad. El 20 del presente mes se cumplirán 39 años del asesinato de Joel Arriaga Navarro quien fuera director de la libreria universitaria. El crimen ha permanecido impune, como los de Enrique Cabrera Navarro y Josafhat Tenorio Pacheco, sin embargo estos hechos han sido rescatados por escritores y trovadores mexicanos entre ellos José de Molina quien escribiera y musicalizara el corrido que a continuación se transcribe. Corrido a Joel y Enrique L. y M. José de Molina. "Voy a contarle una historia impregnada
de dolor, Año del 72, allá en Puebla sucedió, Primero Joel Arriaga, después Enrique
Cabrera, Los dos eran profesores allá en la
Universidad, Oiga señor presidente, su silencio lo delata;
Joel era un arquitecto dedicado a su trabajo, El ingeniero Cabrera recorrió toda la sierra, Universidad de Puebla, edificio Carolino, Oiga señor presidente, su silencio lo delata; Cuánto miedo les tendrían a esos hombres de
valor, Discursos y más discursos llovieron sobre sus
tumbas, Prepárate pa la lucha, déjate de
lloriquear, Oiga señor presidente, su silencio lo delata; | Comentarios y
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