Año 4, número 13
H. Puebla de Zaragoza a 16 de agosto de 2001

Defensa de la soberanía nacional
a través de la educación

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En 1863 Ignacio Manuel Altamirano se incorporó a la lucha contra la invasión francesa y el Imperio. Para 1881 Altamirano tomó posesión como Presidente del Colegio del Estado hoy BUAP. Durante su gobierno se crea el "Reglamento para el gobierno interior del Colegio del Estado de Puebla", este indicaba las finalidades del Colegio, "impartir instrucción preparatoria, científica y especial determinada por las leyes". (Castro Efraín M., Marín Miguel H., Puebla y su Universidad, Patronato de la UAP,1959.)

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l documento que aquí presentamos fue leído por el rector de la BUAP, Enrique Doger Guerrero, en la ceremonia conmemorativa del 139 aniversario de la batalla del 5 de mayo de 1862.

Hemos decidido reproducirlo en este número de Tiempo Universitario porque aborda algunos temas de gran interés sobre la problemática actual de la educación pública, a la luz de los principales desafíos que enfrenta nuestro país en el siglo XXI.

Al evocar la relevancia histórica del 5 de mayo, el principal representante de nuestra institución expresó que en la actualidad la mejor forma de defender el legado que nos dejó el pensamiento liberal atraviesa, en primer término, por darnos a la tarea de defender y reivindicar la educación pública como una de las prioridades esenciales de México. Ciertamente, si algo distinguió a los liberales de ayer fue su convencimiento pleno de que la instrucción pública era el medio más idóneo para cohesionar al país, y para establecer las bases de su conciencia histórica.

En ese sentido —subrayó el rector de la BUAP— ser liberal en nuestros días implica no sólo invocar las grandes hazañas de nuestro pueblo —como la victoria del 5 de mayo—: exige, principalmente, la defensa tenaz de todas aquellas conquistas que han permitido el desenvolvimiento pleno de las energías morales, espirituales, políticas y sociales de nuestro pueblo, entre las cuales destaca el derecho a la educación pública. En efecto, como enfatizó el rector Doger Guerrero "sólo una sociedad más y mejor preparada, con mayor acceso a la tecnología, y a los beneficios de la ciencia, podrá enfrentar en mejores condiciones los desafíos del nuevo siglo, y podrá alcanzar mayores niveles de bienestar".

Tal planteamiento retoma la gran tradición liberal de nuestra casa de estudios, que a lo largo de su historia se ha distinguido por enarbolar la defensa de la educación pública, considerando que es el medio más eficaz para lograr que nuestro país se encamine por el sendero de la prosperidad económica y social, y para asegurar el pleno respeto a su soberanía.

Habría que recordar al respecto que una de las razones que llevaron a la expulsión de los jesuitas de la Nueva España —quienes fundaron el antecedente más remoto de nuestra institución, esto es, el Colegio del Espíritu Santo— fue precisamente su empeño en difundir las ideas más avanzadas de su tiempo, entre las que descollaba la defensa de la soberanía de las naciones. No podemos pasar por alto, asimismo, el papel que desempeñó el Colegio del Estado en el siglo XVIII, etapa en la que nuestra casa de estudios se convirtió en una de las principales instituciones que coadyuvaron a la difusión del pensamiento liberal. Siglos después, al estallar la Revolución de 1910, cientos de universitarios del Colegio de Estado se incorporaron al movimiento encabezado por Francisco I. Madero, y hacia las décadas de los sesenta y setenta, surge en nuestra universidad el Movimiento de Reforma Universitaria, uno de cuyos principales objetivos giraba precisamente en torno a la defensa de la educación pública, laica y gratuita.

En síntesis, pues, la actual Benemérita Universidad Autónoma de Puebla ha sido una institución que siempre se ha destacado por su defensa de la educación pública.

Aparte de reproducir el discurso citado del rector Enrique Doger Guerrero, en este número de Tiempo Universitario aparecen un poema de Amapola Fenochio intitulado "Despierta", y el documento "Plan de Estudios para el Colegio del Estado" que aprobó el Congreso local en 1834, a iniciativa del gobernador Cosme Furlong. Estos materiales guardan una estrecha relación con la tesis que esboza el rector Enrique Doger Guerrero en su discurso : esto es, que la mejor forma de defender en la actualidad el legado de Juárez y, en general, de los grandes liberales, atraviesa en primer término por defender la soberanía nacional y la educación pública, laica y gratuita. En el poema "Despierta" su autora nos exhorta —no solo a los mexicanos, sino a los latinoamericanos en general— a tomar el timón del destino de nuestras naciones, a fin de frenar así los afanes expansionistas del país vecino del norte. En lo que concierne al "Plan de Estudios" aprobado por Cosme Furlong, éste es un documento de gran relevancia histórica, ya que en él por vez primera se pone de relieve el interés del gobierno de Puebla por estimular la educación pública, laica y gratuita. (Humberto Sotelo Mendoza)

 

La derrota viene cuando se pierde la fe o se reniega de los principios

Por Enrique Doger Guerrero

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n la memoria colectiva de los pueblos existen fechas que condensan su historia, y que se convierten no sólo en momentos épicos sino también en elementos constitutivos de sus sociedades. Para México, el 5 de mayo tiene ese significado.

Reunidos aquí, en este lugar, rendimos homenaje a los mexicanos que nos legaron el ejemplo de la solidaridad y la unidad para vencer las adversidades. El triunfo en la Batalla de Puebla de 1862 es evidencia de que México lo logró, y que puede enfrentar con éxito los retos que se le presenten.

A 139 años de distancia la intervención extranjera, al igual que el orgullo militar napoleónico, encuentra la derrota en los cerros de Loreto y Guadalupe.

Los soldados mexicanos, con el respaldo de los zacapoaxtlas y xochiapulcas, tuvieron un comportamiento heróico, derramando su sangre para defender la libertad y la soberanía. Nos legaron la Patria que hoy orgullosamente disfrutamos.

El 5 de mayo mostró la vocación soberana de los mexicanos que decidieron enfrentar a una potencia europea que pretendía ver en nuestro país una nueva conquista. Además, fue el comienzo del fin de una prolongada guerra intervensionista que culminaría cinco años después con la victoria republicana en Querétaro.

Empero, tal fecha no sólo significó un triunfo de las armas nacionales, sino también —y sobre todo— un triunfo de los mexicanos ante la adversidad y la desesperanza que se cernían sobre el país, después de varias décadas en las que parecía que México se encaminaba inevitablemente al precipicio de la desintegración política, social y moral.

Gracias a la victoria del 5 de mayo comprendimos que la verdadera derrota de los pueblos no sobreviene cuando son aplastados por el invasor, sino cuando pierden la fe, o cuando reniegan de sus principios. ¿A qué principios nos referimos? Al principio de la autodeterminación de los pueblos, al principio de que los mexicanos somos capaces de decidir acerca de nuestro destino, de organizar nuestra forma de gobierno, y de crear nuestras propias instituciones.

Es necesario mirar los acontecimientos de mayo en Puebla y preguntarnos qué significan hoy, en el siglo XXI, ante los nuevos escenarios que colocan las disputas en campos diferentes a los de la batalla militar; cuando la globalización disuelve el concepto de soberanía fijado por límites territoriales, cuando el progreso apuesta a la ciencia y a la tecnología como sus principales instrumentos. Debemos preguntarnos, ¿por qué fue tan importante esa batalla?, ¿qué produjo el triunfo del Ejército de Oriente en la vida de nuestra nación?

Hoy, podemos afirmar, sin duda alguna, que la derrota de la intervención del Segundo Imperio significó el triunfo de la República, de la integridad nacional y del respeto de las leyes.

El Presidente Benito Juárez se refería así al triunfo de las tropas comandadas por el General Zaragoza: "Hemos alcanzado el mayor bien que podíamos desear, viendo consumada por segunda vez la independencia de nuestra patria. Cooperamos todos para poder legarla a nuestros hijos en el camino de la prosperidad, amando y sosteniendo siempre nuestra independencia y nuestra libertad".

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El general Ignacio Zaragoza, destacado liberal desde la guerra de Reforma, triunfó en la batalla del 5 de mayo en Puebla contra los franceses. Nació en Bahía de Espíritu Santo, Texas, cuando este estado era posesión de México y murió en Puebla, Pue., de una fiebre tifoidea el 8 de septiembre de 1862. Fue declarado Benemérito de la Patria en grado heróico y, por Decreto del Benemérito don Benito Juárez, Puebla se llamó de Zaragoza. (Texto y fotografía de la Enciclopedia de México)

Hoy, en el siglo XXI, el pensamiento juarista sigue vigente.

Ése es el reto que debemos asumir los mexicanos interesados en defender el legado que nos heredó el proyecto liberal por el cual lucharon hombres como Juárez, Zaragoza, Ocampo, Altamirano y otros; significa proponernos convertir a México en un país moderno, pero sin renunciar a los principios y a los valores que nos enorgullecen como nación.

Al heroísmo de los combatientes se unió un triunfo moral que nos reivindica con la esencia de nuestro ser nacional, y que nos muestra capaces de enfrentar los desafíos y encauzar a la nación hacia un destino próspero, justo y equitativo, donde se escuchen y respeten las diferentes voces.

No me refiero a hegemonías ni a unanimidades, sino a una vocación común hacia el desarrollo que haga posible la movilidad social, el aprovechamiento cabal de los recursos, el respeto a la pluralidad, y el disenso.

Tan significativo fue el ánimo que se inscribió en nuestra conciencia que hoy, a muchos años de distancia, los mexicanos mantenemos la convicción de la soberanía y la libertad como valores activos e irrenunciables.

Sí. Los mexicanos conservamos nuestra memoria. No olvidamos que en el desarrollo de nuestra historia hemos enfrentado retos enormes. Recordamos la sangre derramada en cruentas luchas; sabemos que persisten injusticias e inequidades, pero al mismo tiempo tenemos presente el legado de nuestros antepasados como la fuerza inagotable que conduce nuestro destino.

Ser liberal en nuestros días —pensamos— implica no sólo invocar las grandes hazañas de nuestro pueblo —como la victoria del 5 de mayo—: implica, principalmente, la defensa tenaz de todas aquellas conquistas que han permitido el desenvolvimiento pleno de las energías morales, espirituales, políticas y sociales de nuestro pueblo.

En uno de sus principales escritos, Jesús Reyes Heroles señaló: "La continuidad del liberalismo mexicano no significa permanencia o inmutabilidad. Quiere decir evolución, mejoramiento y perfeccionamiento de las ideas liberales". Y agregaba: "No se trata de erigirnos en celosos guardianes de nuestro pasado ni, mucho menos, volver a él para estacionarnos en conflictos ya superados o en polémicas estériles".

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Guillermo Prieto (1818-1897). Fue periodista, ministro de Hacienda. Afiliado desde muy joven al partido liberal, defendió sus ideas en la prensa y en su poesía. En el Congreso Constituyente en 1856-1857 representó a Puebla. Fue primer director en la escuela normal de profesores de Puebla inaugurada el 16 de septiembre de 1879, y profesor de medio tiempo del Colegio del Estado de Puebla. Se adhirió al Plan de Ayutla, proclamado el 1° de marzo de 1854. (datos de la Enciclopedia de México; ilustración de México a través de los siglos, tomo IX, edit. Cumbre, S. A. México D.F., 1985, pág. 83).

Ciertamente, ser liberal en nuestros días exige saber enfrentar con éxito los desafíos y retos del presente, defendiendo el nacionalismo en su acepción más noble y universal. Como escribía Guillermo Prieto, el nacionalismo nos ha permitido a los mexicanos unificarnos contra las amenazas; nos ha permitido organizar una conciencia cultural y acceder a una identidad como nación y, finalmente, nos ha permitido a los mexicanos darle coherencia a nuestro país.

Sin embargo, no podemos defender a la nación de manera eficaz si no nos damos, en primer término, a la tarea de defender y reivindicar la educación pública, laica y gratuita como una de las prioridades esenciales de México.

Si algo distinguió a los liberales de ayer fue su convencimiento pleno de que la instrucción pública era el medio más idóneo para cohesionar al país, y para establecer las bases de su conciencia histórica. Así lo expresó Benito Juárez en el Manifiesto a la Nación que emitió en Veracruz, el 7 de julio de 1859: "la instrucción es la primera base de la prosperidad de un pueblo, a la vez que el más seguro medio de hacer imposible los abusos del poder".

Reconocer la aportación de los héroes a los que hoy honramos es un elemento que inspira nuestros mejores esfuerzos. Es la valoración de la manera en que se forjó la esencia nacional, en aquel entonces con las armas, hoy con la riqueza del conocimiento.

En la medida que logremos la incorporación de un mayor número de mexicanos a la educación, elevando la calidad de la formación que se les brinde, el desarrollo aparecerá como una meta real y accesible.

En suma, entender la educación como elemento multiplicador del desarrollo, es condición ineludible para preservar la soberanía nacional.

Sólo una sociedad más y mejor preparada, con mayor acceso a la tecnología, y a los beneficios de la ciencia, podrá enfrentar en mejores condiciones los desafíos del nuevo siglo, y podrá alcanzar mayores niveles de bienestar.

El México del siglo XXI enfrentará importantes batallas para consolidar nuestra democracia, para eliminar la pobreza que lastima la conciencia nacional; es entonces la batalla de la justicia social para que cada vez más sean los mexicanos que encuentren satisfechos sus derechos a la salud, a la vivienda, a la educación, a la cultura y a la recreación.

Es la batalla de la equidad, de las mismas oportunidades de desarrollo profesional, a hombres y mujeres.

La tarea del México democrático que empezamos a construir permitirá, por fin, conciliar nuestro presente con nuestro pasado, recuperar la pluralidad de nuestros valores, y la convivencia democrática de los mismos. Como se reconoce en nuestro estado, que es ejemplo de participación y respeto de sus instituciones y de su gobierno.

Hoy, que nuevamente nos asomamos a ese instante cuando se animó el México profundo en aquel 5 de mayo, recordemos que no podemos convertirnos en el país de la discordia, pues ello nos divide y nos hace sumamente vulnerables.

Los desafíos que hoy vive México exigen de la más amplia participación de todos en un ambiente de pluralidad y tolerancia.

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Batalla del 5 de mayo, ilustración tomada del libro 5 de mayo:1862, Pedro Ángel Palou Pérez, Gobierno del Estado de Puebla, Puebla,Pue. mayo 2000, pág. 131.

Al recordar hoy la gesta épica del 5 de mayo, reivindicamos lo mejor de nuestras tradiciones. La defensa de valores que son patrimonio de todos los mexicanos y que nos permiten pensar en un mejor futuro para México. Democracia, justicia, libertad, pluralismo, tolerancia, y respeto a los derechos humanos, son fruto de nuestro pasado, orgullo de nuestro presente, y condición básica para avanzar hacia un mejor mañana para todos.

La sociedad es cada vez más exigente. Hace más de un siglo México mantuvo la unidad y solidaridad para rechazar al ejército francés invasor. Hoy exige sostener los valores de la democracia, de la educación, de la cultura, de la familia, de las libertades y de la soberanía. Exige mantener la unidad nacional para que, junto con las instituciones, se enfrentan con éxito todos los retos que depara el mundo actual.

Hace 139 años Zaragoza proclamaba: "...Las armas nacionales se han cubierto de gloria...". Hoy, en el primer año de este nuevo milenio, debemos recoger su legado y honrar la memoria de todos los héroes —distinguidos y anónimos, militares e indígenas—que a costa de su vida lucharon por la defensa de nuestra independencia, libertad y soberanía.

Recordemos que vivieron el patriotismo como valor supremo.

La batalla del 5 de mayo es uno de los símbolos nacionales de libertad, de autodeterminación y de no intervención.

Al igual que en 1862, que el 5 de mayo nos recuerde siempre que ante cualquier interés particular o externo, se encuentra el supremo interés de la nación y la unidad de todos los mexicanos en un país de justicia, de respeto a las leyes, de democracia y de libertad.

¡Despierta!

Por Amapola Fenochio*

 

América Latina, ¡ya despierta!
Toma ya entre tus manos el destino,
el misterio engendrador de mundos
que inevitable
ronca constante en tu pueril garganta
y te impide gritar hacia los cielos.
o te obliga a callar, entre las horas
frías, de metralletas y relámpagos.

¡América latina! Ya despierta
del profundo letargo en que deambulas,
arrastrando tu historia sobre el mapa,
como un reguero
de triunfos olvidados, de valientes
que lucharon por dar a tus naciones
la eterna libertad, la fe en el hombre.

¡Tu raza está dormida!
Se ha cansado de hablar entre las sombras
con la inquietud del viento estremecido
que le envía el septentrión, siempre en acecho
del páramo ancestral, germen naciente
roto entre la estridencia de los tiempos
y la ansiedad de voces comprimidas.

Ha de llegar la hora
en que nazca en tu seno la borrasca,
en que el fulgor de incendios te ilumine
totalmente,
en que largas las horas convulsivas
vayan entretejiendo tu futuro,
sintiendo que circula entre tu vida
tu propia voluntad.

Serás siempre tú misma,
volcada en trinos y en dación de luces,
codiciada de lejos y tan cerca
por el amigo colosal, que extiende
su rubia mano
hacia tu cuerpo que, cimbreante, excita
la ambiciosa posesión soñada.

¡América latina! Ya sacude
esa extranjera vestimenta antigua
y emerge hacia el confín del horizonte
sobre la eterna nieve de tus cúspides!
Que se estremezcan
ante el estruendo de tu grito altivo
y muéstrale a la vida tus anhelos,
tus infinitas ansias de ser TU.

¡Sangre que se deshiele!
¡Llevas sangre de dioses en tus venas!
Tienes fuego sagrado en tus entrañas
saturadas de dones y riquezas
y en el pasado
las gentes y las razas extinguidas
fueron crisol de luchas libertarias
que caldearon los páramos indígenas
con la luz inmortal de sus ideales.

¡No te detengas más!
Álzate al infinito que te llama,
como un gigante en pie —titán en crisis—
que en esfuerzo supremo, incontenible,
lance su voz
hacia todas las rosas de los vientos,
para marcar sus propios derroteros
enmedio del asombro de los mundos.

¡América latina! ¡Ya levántate!
Deja al fin tu postura entumecida,
con sublime ademán que asombre al tiempo
el más sublime de tus himnos canta!

Toma ya entre tus manos el destino,
tu destino,
y enciende presurosa sobre el ámbito
la luz que alumbre el tránsito del cielo

 

* Como en Fausto, "dos almas moran" en Amapola Fenochio: en una tenemos a la maestra infatigable, entregada de lleno a la docencia y a la promoción de iniciativas encaminadas a la elevación del nivel académico del magisterio y, en otra, a la poetisa que ha logrado obtener 64 premios en juegos florales nacionales y extranjeros.

Ha sido maestra orientadora, maestra de planta y catedrática en el Instituto Normal del Estado, catedrática durante 25 años en la Normal Superior, y supervisora escolar. Sus méritos como profesora y como poetisa le han ganado innumerables distinciones, destacando el Premio al Mérito Civil —otorgado por el Ayuntamiento de Puebla por vez primera, siendo presidente municipal el profesor Jorge Murad— y la medalla Gabino Barreda, que entrega el Congreso del estado a los maestros con excepcional trayectoria.

En la actualidad es presidenta de la Fundación Cultural que lleva su nombre, la cual realiza diversas actividades en beneficio del magisterio poblano.

 

Plan de estudios para el Colegio del Estado *

Nota introductoria

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Cosme Furlong. El 11 de enero de 1834 fue declarado gobernador constitucional. Cuando Santa Anna clausuró el Congreso de la Unión y abolió todas las leyes anticlericales se opuso y entró en contacto con los gobiernos de Oaxaca y Veracruz para defender la ciudad de Puebla de la rebelión clerical que proclamaba religión y fueros. Datos del libro Diccionario de Historia del Estado de Puebla de Miguel Angel Peral, 1971, pág. 166. Editorial Peral

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ste plan fue aprobado por el Congreso del Estado de Puebla en 1834, a iniciativa del entonces gobernador Cosme Furlong.

Se trata de un proyecto de gran relevancia para el desarrollo de la educación en nuestra entidad, dado por vez primera en la historia de nuestra entidad el gobierno se compromete a impartir una educación laica y gratuita.

El promotor de dicha iniciativa histórica proviene de la zaga de los Furlong, familia poblana de origen irlandés que ejerció un papel sumamente importante en la defensa y promoción del proyecto liberal en nuestro estado.

Cosme Furlong nació en la ciudad de Puebla el 27 de septiembre de 1797. Fue el menor de los dos hijos de James Furlong, el fundador de dicha dinastía. Desde muy joven abrazó la causa independentista, fundando el periódico Aurora de la Libertad. Se convirtió en capitán en 1827 y regidor del Ayuntamiento en este mismo año. Fue nombrado gobernador interino del Estado el 9 de septiembre de 1833, para sustituir a su hermano Patricio en dicho cargo, quien falleció a consecuencia del cólera morbus. Al concluir su mandato provisional, fue declarado gobernador constitucional para el nuevo período. Durante su gestión, aparte de respaldar la causa liberal con diversos proyectos legislativos —como el plan de estudios que aquí reproducimos— lo defendió también con las armas, tal como sucedió en 1847, cuando fue nombrado comandante militar por las fuerzas liberales de la entidad durante la invasión norteamericana.

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Patricio Furlong. En 1823 contribuyó al establecimiento de la Federación. En el Congreso Contituyente de 1826 luchó defendiendo el dogma de la soberanía del pueblo. Durante la presidencia del general Vicente Guerrero fue nombrado gobernador de Puebla en 1829.Datos de el libro Diccionario de Historia del Estado de Puebla de Miguel Ángel Peral, 1971, pág. 167. Editorial Peral

El hermano mayor, Patricio, fue gobernador de Puebla de 1828 a 1833.

 

El congreso decreta*

1.- El Colegio del Espíritu Santo se denominará en lo sucesivo Colegio de San Jerónimo y San Ignacio del Estado libre y soberano de Puebla.

2.- Abolido como queda el traje talar, el de los colegiales para las asistencias y actos públicos de comunidad será honesto y negro, llevando en la solapa del frac el distintivo que acordare el gobierno.

3.- La enseñanza de cualquiera facultad en dicho colegio se dará pública y gratuitamente.

4.- Cuidará el gobierno con todo celo y constancia que no se enseñen o inspiren máximas opuestas al sistema que nos rige, ni a las leyes fundamentales de la Nación y el Estado.

5a. La enseñanza se dividirá en cinco clases:

1ª. La primera comprenderá dos cátedras de gramática latina y una de francés, exigiéndose la suficiencia en aquellas y la sola traducción en ésta a los discípulos; y al maestro la enseñanza de la pronunciación y escritura a los que se la pidan.

2a. La segunda clase comprenderá un curso de tres años. En el primero se darán lecciones de lógica, moral y teología natural: en el segundo se estudiarán las matemáticas en sus tres cálculos, aritmético, algebraico y geométrico; pudiendo el catedrático en el tiempo que sobrare explicar la geometría práctica y la trigonometría por los mejores autores que estime oportuno: en el tercero se explicará la física experimental.

3ª. La tercera clase comprenderá un curso de tres años, en el que según se acordare por la constitución del colegio, se leerá la Sagrada Escritura; dándose al mismo tiempo lecciones de teología dogmática.

4ª. La cuarta clase comprenderá un curso de cuatro años. En el primero se estudiará la elocuencia; en el segundo el derecho natural y de gentes; y en las dos restantes los derechos canónigo y civil. Los pasantes de jurisprudencia que no acrediten en forma haber cumplido con todo lo que previene este artículo, no podrán recibirse de abogados en el Estado.

5ª. La quinta clase comprenderá el estudio de la medicina y de la cirugía, con total sujeción a las leyes que lo reglamentan o lo reglamentaren en lo sucesivo.

6. Para ser admitidos los alumnos de la primaria en la segunda clase y los de ésta en la tercera o la cuarta, presentarán certificaciones de haber cursado en ellas todo el tiempo prevenido, o sufrirán examen en sus materias, pero los que quieran pasar de la segunda a la quinta clase quedan en libertad para el estudio de la elocuencia.

7.- El gobierno proveerá inmediatamente de los útiles e instrumentos necesarios a la enseñanza de las matemáticas, y cuidará de proporcionar con la brevedad posible un gabinete de física para el aprovechamiento de los cursantes.

8.-Quedan suprimidas las cátedras de teología, menos la referida de Sagrada Escritura y de dogmática, aplicándose las rentas a las que este plan establece.

9. Se hará nueva provisión de todas por el gobernador, con propuestas en terna por el consejo, previo informe del rector y catedráticos actuales.

10. Estos últimos designarán a que cátedras deben destinarse los actuales alumnos.

11. Luego que estén nombrados los catedráticos, formarán la constitución o reglamento interior del colegio, que remitirán al congreso para su aprobación.

12. Se nombrarán en propiedad y conforme al artículo 9 un rector, un vice-rector, un catedrático de ruedas que ayudará a éste en sus funciones y un mayordomo para cuidar de lo económico del colegio.

13. La dotación del mayordomo será de 400 pesos anuales, la del maestro de francés de 365, y la del catedrático de elocuencia de 300, que se pagarán por tercios vencidos en la Tesorería del Estado. Los demás empleados quedarán con los sueldos que hoy tienen, y pagaderos como hasta aquí.

14. Mientras los catedráticos no tengan cursantes sólo percibirán la mitad de sus honorarios.

15. Todos los años habrá actos de cada facultad, siendo de estatuto uno de ellos.

16. El gobierno cubrirá el deficiente que hubiere para el sostenimiento de las cátedras, tomándolo de los fondos del Estado.

17. El mismo gobierno hará que a la brevedad posible se establezca la junta directora de estudios, que formarán dos abogados del seno de la academia teórico práctica de derecho, nombrados por ella, dos profesores de medicina designados por la dirección de sanidad, y escogidos precisamente de los que sirvan cátedra médica en el colegio, y cuatro catedráticos de éste electos por su academia de ciencias.

18. Las atribuciones de esta junta serán:

1) Procurar la mayor posible fusión de la enseñanza por todo el Estado.

2) Promover la mejora de sus métodos, y la formación y publicación de tratados elementales en idioma patrio por medio de premio a sus autores.

3) Asignar los libros que han de servir para la enseñanza, y variarlos cuando haya otros mejores.

4) Velar sobre toda la instrucción pública, y cuidar se observen los reglamentos que acerca del mismo objeto expida el gobierno.

5) Señalar los premios que se adjudiquen a los alumnos.

6) Presentar las alteraciones y modificaciones que puedan convenir en la parte científica de los estudios.

7) Dar cuenta anualmente al Congreso, por conducto del gobierno, de los adelantos y atrasos que haya tenido la instrucción pública en el Estado.

19. Quedan derogados todos los demás decretos y disposiciones que en materia se opongan a esta ley.

El gobernador. Dado a 18 de marzo de 1834.


* Tomado de la Gaceta Universidad, año 1984.

 

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