José Revueltas: Por Humberto Sotelo Mendoza
ablar de José Revueltas es hablar de una de las personalidades mexicanas más versátiles y complejas del siglo pasado. A semejanza de los hombres del renacimiento su vida tuvo varias facetas: escritor, hombre de acción, defensor incansable de las causas populares, promotor de proyectos enderezados a abrirle paso a un socialismo con rostro humano y, en tanto tal vehemente impugnador de las prácticas que llevaron a la deformación del marxismo, y crítico irredento del despotismo y autoritarismo del régimen político mexicano, al que caracterizó en uno de sus libros más célebres como una "Democracia Bárbara". Hablar de Revueltas, asimismo, es hablar de uno de los intelectuales que mayor influencia ejerció en el siglo pasado sobre los universitarios mexicanos, debido no sólo a la agudeza de su pensamiento y a su honestidad proverbial, sino sobre todo por haber elaborado todo un cúmulo de reflexiones sumamente sugestivas acerca del papel que debían desempeñar las universidades en la transformación política, social y cultural del país. Estas reflexiones las desarrolló, principalmente, en el marco del movimiento estudiantil de 1968. En esta edición de Tiempo Universitario hablaremos de las mismas, porque consideramos que nos permiten abordar adecuadamente algunos de los principales problemas que enfrentan las universidades en la actualidad. Habría que aclarar, sin embargo, que todas esas facetas de Revueltas no eran manifestaciones aisladas o dispersas de su personalidad, sino expresiones inequívocas del proyecto que se forjó Revueltas desde muy temprana edad: esto es, la transformación revolucionaria de la sociedad, lo cual lo llevó a abrazar el ideal comunista, convencido de que éste era el único que podía conducir no sólo a un mundo sin explotados sin explotadores, sino también a un mundo que permitiese el desarrollo pleno de las potencialidades del hombre. Sin embargo, lejos de asumir el proyecto comunista de manera acrítica o incondicional tal como sucedió con no pocos de los dirigentes históricos de esta corriente políticaRevueltas lo asumió en términos críticos. Tal como escribe Carlos Eduardo Turón, "su confianza en el comunismo era total, mística, pero no fanática" 1 José Revueltas nació en la ciudad de Durango, en 1914, y murió en la ciudad de México en 1976. Desde muy joven ingresó en la izquierda revolucionaria de México, lo cual lo llevó a sufrir la represión gubernamental cuando aún no cumplía 15 años. Fue aprehendido por el hecho de participar en las protestas populares que provocó la crisis económica de 1929, la cual trajo consigo tanto a nivel internacional como nacional una secuela pavorosa de hambre y desempleo. Revueltas fue acusado de rebelión, sedición y motín, pero, en vista de su edad, fue internado en un reformatorio de la ciudad de México, condenado a un año y un día. A los seis meses obtuvo su libertad. Esa experiencia la plasmó en su novela Los Días Terrenales, en la que por cierto se hace referencia al movimiento que libraron en Puebla miles de obreros que quedaron sin trabajo a raíz de la crisis del 29, los cuales gracias a la ardua lucha que libraron lograron arrancarle al gobierno algunas concesiones importantes, como el otorgamiento de alimentos y dinero para el gasto de sus familias. En 1931 Revueltas volvió a ser aprehendido por desempeñar un papel importante en la huelga de los peones de Camarón, Nuevo León, quienes le exigían a sus patrones el pago del salario mínimo. Fue deportado junto con otros de sus camaradas a las Islas Marías, en cuyo penal permaneció de julio a noviembre de 1932. Fue liberado porque era menor de edad. Nuevamente fue deportado a las Islas Marías en mayo de 1934, por participar activamente en las filas del Partido Comunista Mexicano, que en ese entonces actuaba en la clandestinidad. Fue liberado en febrero de 1935.
La experiencia que vivió en ese lugar la plasmó en la novela Los Muros de Agua, terminada en la madrugada del 3 de octubre de 1940 la víspera del fallecimiento de su hermano Silvestre, el gran compositor pero no se publicó sino hasta el 10 de mayo de 1941, gracias a una suscripción familiar. A raíz de su participación en el movimiento estudiantil de 1968 volvió a visitar la prisión esta vez en el llamado "palacio negro" de Lecumberri en compañía de algunos de los más destacados líderes universitarios, Heberto Castillo, Pablo Gómez, Eli de Gortari, Gilberto Guevara Niebla y otros. Revueltas ingresó al Partido Comunista Mexicano (PCM) en agosto de 1930 o sea cuando apenas tenía 16 años convirtiéndose en uno de sus más fervientes militantes. Empero, gracias a su inteligencia y sensibilidad se percató de que dicha organización estaba sumida en el sectarismo y en el dogmatismo fenómenos que, por lo demás, afectaban a la mayoría de las organizaciones comunistas del orbe en esa época, situación que obedecía principalmente a su disciplina ciega ante los lineamientos que les dictaba el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), que en ese entonces tenía un inmenso prestigio gracias al triunfo logrado en la Revolución de octubre de 1917, que había llevado a los comunistas al poder. Así las cosas, Revueltas sin abandonar en ningún momento su militancia se propuso combatir las deformaciones de referencia, lo cual le ganó varios anatemas e impugnaciones por parte de sus mismos correligionarios, quienes llegaron al extremo de expulsarlo del partido, pasando por alto su incuestionable pasión revolucionaria. Fue expulsado del PCM en 1943. Reingresó en 1956, pero volvió a ser expulsado en 1960. También fue expulsado de algunas organizaciones que él mismo contribuyó a fundar, como es el caso de la Liga Comunista Espartaco. En nuestros días ya casi nadie abandera el comunismo como si se tratara de una religión, pero es de recordar que durante las primeras cinco décadas del siglo pasado casi todos los partidos comunistas tenían una fe quasi ciega en la Unión Soviética, país que era considerado "La Meca" del Socialismo, hecho que los llevaba a aceptar acríticamente los lineamientos y directrices que les imponían los líderes del Partido Comunista de dicha nación (PCUS). Esto condujo a la introducción de todo un cúmulo de prácticas erróneas que llevaron a la derrota de los movimientos revolucionarios que estallaron en muchos pueblos, en esa época. Ni siquiera en pleno auge del stalinismo con sus progroms contra los judíos, con sus Gulags contra los comunistas disidentes, y con sus programas de aniquilamiento de comunidades enteras que se resistían a la colectivización la mayoría de los partidos comunistas del orbe fue capaz de advertir la descomposición que se estaba presentando en la URSS. No fue sino hasta 1968 cuando se presentó la invasión a Checoeslovaquia que el PCM se deslindó del comunismo soviético.
José Revueltas fue uno de los pocos comunistas mexicanos si es que no el único que se percató de dicha situación, por lo cual se dio a la tarea de criticar severamente las deformaciones que se estaban presentando tanto a nivel internacional como nacional en el movimiento comunista. Esta actividad no sólo la dio a conocer a través de varios folletos y escritos, sino también a través de sus novelas, como es el caso de Los Días Terrenales, cuya publicación provocó una violenta respuesta por parte de las fuerzas de izquierda del país, quienes llegaron al extremo de acusar a su autor de "hereje", "renegado", y "enemigo del comunismo". Revueltas en todo momento negó tajantemente que la novela persiguiera el propósito de desprestigiar al comunismo. Frente a las críticas de que fue objeto, declaró: "El mundo de Los Días Terrenales es el de la contradicción entre los comunistas, como individuos, y un partido extraño a la realidad del país y que no logra adecuarse a dicha realidad, sino que la malentiende y se aparta o está divorciado de lo que puede ser en México un partido marxista leninista tal como lo concibe la teoría y como existe en otros países". Años después, en 1962, insistió: "No, no puedo aceptar ni aceptaré nunca que en Los Días Terrenales (o en ninguna otra de mis obras) me haya yo vuelto contra el comunismo, ni contra los preceptos del partido si estos últimos son considerados desde el punto de vista doctrinario, de principios". Y añadía que en esa novela se dedicó más bien a cuestionar las deformaciones históricas del Partido comunista, las cuales "lo hacen convertirse en una conciencia ajena a la clase obrera y que, desde el punto de vista del desarrollo de dicha deformación, termina por convertirlo en la irrealidad de esa misma conciencia. Una irrealidad práctica, podría decirse: el partido comunista realiza una práctica determinada, a nombre de una abstracción doctrinaria del proletariado, pero sin que esto corresponda a lo que debiera ser la conciencia histórica del proletariado concreto y tangible que existe en México" 2. De ahí que sostuviese que en México existía "un proletariado sin cabeza", es decir una clase obrera que no contaba con una organización que representase de manera adecuada su conciencia histórica. En 1964 Revueltas publica Los Errores, en el que profundiza sus críticas al dogmatismo y al sectarismo de los partidos comunistas, pero esta vez ya no fue blanco de ataques por parte de la izquierda debido a que para ese entonces ya varios hechos habían puesto de relieve la verdad de sus planteamientos; es el caso, por ejemplo, del XX Congreso del PCUS, evento en el que Jrushov denunció los crímenes de Stalin, y las consecuencias nefastas a que condujo "el culto a la personalidad" del mismo. Paulatinamente, pues, los militantes de la izquierda mexicana se percataron que las críticas de Revueltas no sólo eran justas y acertadas, sino incluso visionarias: ciertamente las prácticas del socialismo soviético y las prácticas que introdujo en la mayoría de los partidos comunistas del orbe propiciaron toda una cauda de deformaciones que la postre trajeron consigo el hundimiento de la URSS y de los países socialistas de Europa Oriental, a fines de la década de los ochenta. Cabe aclarar que Revueltas más allá de sus cuestionamientos al dogmatismo de los partidos comunistas nunca abandonó su lucha por el socialismo y la libertad. Pese a las amargas experiencias que sufrió debido a su militancia en la izquierda, en ningún momento renegó de sus ideales. Como escribe Carlos Eduardo Turón, "durante los peores momentos, ya en la derrota prisión de 1968, cuando otros tenían la cerviz quebrada, el fracaso era para él, nada más, una efímera escaramuza. El tiempo, para un comunista verdadero, siempre está en las manos, en camino de ser algo más que subjetividad solitaria: muerte propia, vida posible, día ganado al verdugo" 3. José Revueltas y el Movimiento Estudiantil de 1968
Con el paso de los años José Revueltas se convirtió en uno de los hombres más apreciados por la juventud mexicana, sobre todo para los universitarios, quienes vieron en él algo semejante a un símbolo de la pasión revolucionaria y de la pureza humana. No es de ningún modo casual que al estallar el movimiento estudiantil de 1968 se convirtiese, no propiamente hablando en uno de sus dirigentes, sino más bien en uno de sus cerebros principales, aportando todo un cúmulo de ideas y de reflexiones que le permitieron a los universitarios ensanchar su visión política y enriquecer sus planteamientos. Revueltas no titubeó en respaldar a dicho movimiento desde su génesis: estaba convencido de que él mismo era una respuesta de los jóvenes frente al autoritarismo asfixiante del régimen, el cual llegó a su máxima expresión durante el sexenio del presidente Gustavo Díaz Ordaz, el cual se caracterizó por reprimir brutalmente todos aquellos movimientos sociales como el de los médicos que exigían el mejoramiento de sus condiciones de vida y la democratización del país. Diez años atrás, en 1958, durante la gestión del Presidente Adolfo López Mateos, el gobierno había reprimido inmisericordemente al movimiento ferrocarrilero, encarcelando a sus principales dirigentes, entre quienes se encontraban Demetrio Vallejo y Valentín Campa. El autor de El Luto Humano fue uno de los pocos dirigentes históricos de la izquierda mexicana que advirtió desde un principio las enormes potencialidades transformadoras del movimiento estudiantil de 1968. Algunos de tales líderes como es el caso de Vicente Lombardo Toledano, con quien por cierto Revueltas sostuvo una enconada polémica acerca de los fines de tal movimiento llegaron al extremo de condenar la rebelión juvenil, convencidos de que la misma no era sino un resultado de las "maniobras del imperialismo norteamericano", enderezadas a influir de manera más decisiva en la vida política de México. El movimiento estudiantil de 1968 sostuvo Revueltas, frente a dichas versiones revestía una enorme importancia para la transformación política del país. "Yo creo le señaló a la periodista Renata Sevilla que la experiencia de 1968 es altamente positiva y que va a acarrear enormes beneficios, a condición de que sepamos teorizar el fenómeno... Yo parto de la siguiente premisa: el Movimiento de 1968 no es un proceso aislado históricamente, sino que tiene sus raíces en la falta de independencia de la clase obrera y en la represión del 58, de diez años antes, contra la huelga ferrocarrilera. Esto terminó por mediatizar en absoluto a la clase obrera y por invalidarla. Pero, como la historia se venga siempre de las contrariedades que sufre, caminó, digamos, por debajo de los acontecimientos hasta hacer estallar este sentido de independencia en el seno de la pequeña burguesía intelectual, que son los estudiantes. Fueron los estudiantes quienes representaban a esta corriente proletaria que había sido postergada por la represión...." 4. El autor de Dormir en Tierra pensaba que en los hechos el movimiento estudiantil había venido a sustituir al movimiento obrero en cuanto se refiere a la tarea de encabezar la transformación democrática y revolucionaria de México. Sin embargo, Revueltas estaba muy lejos de pensar que el estudiantado, como tal, podía convertirse en una clase revolucionaria. En ese sentido, nunca estuvo de acuerdo con aquellas versiones como la que enarboló en su momento el filósofo Herbert Marcuse que planteaban que, ante la desaparición del proletariado como principal sujeto de la Revolución, este papel pasaba a ser asumido por sectores sociales como los estudiantes, las minorías raciales y otros grupos marginados. Así, en un escrito publicado en 1971, sostenía que: "Este escape de la conciencia hacia la Universidad no otorga a ésta, ni a los estudiantes, ni a las clases medias, el papel dirigente en el proceso histórico. Este papel corresponderá a otras fuerzas sociales" 5. De este modo, pues, Revueltas le salió al paso a las tesis que consideraban que los estudiantes y las universidades habían pasado a transformarse en los nuevos sujetos protagónicos de la revolución. Ciertamente consideraba los estudiantes pueden desempeñar un papel fundamental como bujía para encender las contradicciones de clase y la experiencia del movimiento estudiantil del 68 era un ejemplo palpable de esto, pero nunca pueden convertirse en la clase revolucionaria, o en el principal sujeto de la revolución por excelencia. Este papel le corresponde al proletariado, y a otras fuerzas sociales. Estas ideas y planteamientos de Revueltas contribuyeron y siguen contribuyendo a recusar o cuestionar aquellas tesis enarboladas por los grupos de la izquierda radical, en el sentido de que los estudiantes están en posibilidades de sustituir a la clase obrera en cuanto principal sujeto de la revolución social. El autor de El Apando, aparte de respaldar al movimiento en todo tipo de tribunas (periódicos, folletos, encuentros con artistas e intelectuales, etc.), se incorporó directamente a sus filas, en concreto a través del Comité de Lucha de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. El entonces líder estudiantil, Roberto Escudero, nos narra lo siguiente: "Era muy común para los participantes en el Movimiento del 68 que llegaban a la Facultad de Filosofía y Letras, observar a José Revueltas escribiendo, a cualquier hora del día o de la noche, en un escritorio que también, muy frecuentemente, le servía para tenderse en él y dormir y descansar algunas horas" 6. En efecto aún las jornadas más intensas Revueltas elaboró todo un cúmulo de escritos orientados a darle una perspectiva más amplia a la lucha de los jóvenes, que no obstante su carácter de notas y apuntes fragmentarios, contribuyeron y siguen contribuyendo de manera decisiva a ensanchar los horizontes del movimiento. Como señalamos al inicio de este ensayo, Revueltas fue encarcelado al igual que la mayoría de los dirigentes del 68 por participar en dicho movimiento. Pero aún en prisión continuó con sus reflexiones acerca del papel transformador de los universitarios, y de la universidad misma. Las tesis de Revueltas sobre la autonomía y la autogestión
Desde los primeros días de su incorporación al Comité de Lucha de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, uno de los principales objetivos de Revueltas giró en torno a la idea de darle al movimiento una dimensión más profunda, que fuera más allá de la simple actividad contestataria, o de las actividades rutinarias, mítines, asambleas, toma de calles, etc. En primer término, planteó la necesidad de abrirle paso a la autogestión académica. ¿Qué entendía por ello? Por autogestión académica Revueltas entendía un proceso encaminado a permitirle a los estudiantes convertirse en sujetos protagónicos del saber que se imparte en la universidad, el cual por lo general es adquirido de manera pasiva y acrítica. Así, en un escrito publicado en julio de 1968, anotaba: "¿Qué es la autogestión académica? Y respondía: "Proseguir los cursos dentro de los planes y fuera de ellos con la ayuda de maestros solidarios de los estudiantes. Debatir, cuestionar, refutar, en mesas redondas, seminarios, asambleas, los problemas y las ideas de nuestro tiempo y nuestra sociedad. He aquí algunos temas candentes: ¿A dónde quieren conducirnos las viejas generaciones que manejan la política, el país, la sociedad y la cultura?.... ¿Tecnificación enajenante de la enseñanza superior o educación libre, racional y democrática?" Y concluía: "Aprender es controvertir: en esto reside una verdadera democracia del conocimiento que la universidad debe encabezar un extender a todos los centros de enseñanza superior". Y coronaba dicho escrito con una idea sumamente sugestiva: "La autogestión debe convertir a la Universidad en el elemento crítico más activo de la sociedad en que vivimos" 7. En esta última frase se encuentra el quid, la esencia de lo que Revueltas entendía por autogestión académica: esto es, un proceso que podría llevar a los estudiantes a una toma de conciencia ante el conocimiento que se imparte en la universidad; o en otras palabras, un proceso que puede permitirle a los estudiantes convertirse en sujetos activos del saber que se imparte en la universidad. En un escrito publicado en septiembre de 1968, profundizaba en dicho planteamiento: "1.- La autogestión académica anotaba es, ante todo y esencialmente, una toma de conciencia. 2.- Conciencia de lo que es el estudiar y el conocer, no como un ejercicio abstracto y al margen del tiempo y la sociedad que los rodean, sino como algo que se produce dentro de ellos y como parte de ellos, en relación y condicionamiento recíprocos". "Para el concepto de autogestión agregaba el conocer es transformar. No se trata tan sólo de adquirir una concepción determinada del mundo, sino de que tal concepción, al mismo tiempo, actúe como desplazamiento revolucionario de lo caduco, lo ya no vigente, lo obsoleto que se resiste a desaparecer. La autogestión se plantea, así, como un conocimiento inconforme con los valores establecidos" 8 . Poco a poco Revueltas fue ahondando en dicho planteamiento. Así, en un escrito publicado en septiembre de 1968, observaba: "La autogestión académica representa y proclama... una libertad más allá de la libertad de cátedra y una autonomía una independencia más allá de la autonomía universitaria. ¿Qué quiere decir esto? Que la autogestión es una autocrítica dirigida en todas las direcciones hacia aquellos puntos donde la crítica se ha inmovilizado ante la necesidad de los cambios y las transformaciones, y no es capaz ni de verlos ni aceptarlos, ya sea en el terreno del conocimiento científico o en el de las relaciones sociales y la estructura de la sociedad 9. Como puede verse, lejos de las concepciones vulgares enarboladas por una izquierda pedestre y atrasada que sostienen que el papel del movimiento estudiantil debía privilegiar actividades tales como las manifestaciones, los mítines, la distribución de volantes para "concienciar al pueblo" Revueltas por el contrario sostenía que el movimiento debía, ante todo, impulsar la autogestión académica en aras de que los estudiantes se convirtiesen, reiteramos, en sujetos activos del proceso enseñanza-aprendizaje. De esa forma, aparte de estar en condiciones de cuestionar la sociedad en que viven su autoritarismo, su falta de libertad y de democracia los estudiantes estarían en posibilidades de saber qué aspectos del conocimiento continúan siendo actuales, vivos, y a la inversa, qué aspectos del conocimiento han sido superados por la realidad. Por ello es que Revueltas va infinitamente más allá del planteamiento de fortalecer la democracia en el seno de la universidad entendida como simple asambleísmo, o participación de los estudiantes en actividades tales como designación de sus autoridades o de sus representantes: para él la democracia en el seno de la universidad se entiende en términos de una democracia cognoscitiva, esto es, una democracia del conocimiento, que se proponga re-dimensionar el saber, re-dimensionar los saberes que se trasmiten en las aulas, re-dimensionar la validez del conocimiento que se enseña en la universidad.
En un ensayo publicado en agosto de 1968 planteaba: "El objetivo ideológico fundamental de la autogestión académica es el de establecer en la esfera universitaria y de la enseñanza superior, el concepto y la práctica de la democracia cognoscitiva como instrumento de la lucha por la libertad y como la libertad misma del futuro" 10. No podemos en este lugar, por cuestiones de espacio, explayarnos más al respecto. Sólo nos queda formular la siguiente interrogante: ¿continúa vigente la tesis de Revueltas acerca de la autogestión académica, o se trata de un planteamiento que ya perdió actualidad? A nuestro parecer se trata de una tesis que nos permite abordar adecuadamente algunos de los problemas más álgidos que enfrentan las universidades en la etapa actual que vive el país, en particular el concerniente a la defensa de la autonomía universitaria. Como es del conocimiento público, desde hace ya varios años los principales grupos conservadores del país han desplegado toda una cauda de esfuerzos encaminados a incidir en la vida de las universidades, a efecto de que las mismas se conviertan en instituciones a su servicio, con el afán de formar profesionistas cuya mentalidad y formación se acople a su modelo de país. A pesar de que tales grupos ya cuentan con universidades particulares, no se conforman con ello y desean tener una ingerencia mayor en el seno de las universidad pública. Frente a tal proyecto, las fuerzas progresistas del país han planteado la necesidad de enarbolar la defensa de la autonomía universitaria. Lamentablemente este planteamiento se ha manejado sólo en términos de extraterritorialidad, o de juridicción administrativa, o de defensa del espacio físico de la universidad. Hoy, más que nunca, se requiere ir más allá de este planteamiento, reivindicando la dimensión cultural-académica de la autonomía universitaria, en los términos que planteaba José Revueltas. El peligro o los peligros que enfrenta la universidad pública en lo que se refiere a su autonomía no se limitan sólo a los intentos del Estado de intervenir en su vida administrativa principalmente a través de las presiones financieras el verdadero problema que hoy enfrentan las instituciones de educación superior tiene que ver, reiteramos, con las pretensiones de la derecha mexicana o si se quiere, de las derechas de intervenir en los procesos mismos de enseñanza-aprendizaje, con el propósito de moldear las mentes y las conciencias de los universitarios, de modo tal que éstos se conviertan en seres acríticos, preparados solamente para servirles. Por ello más que nunca se torna necesario abrirle paso en la universidad pública a la autogestión académica de la que hablaba Revueltas, a fin de que los estudiantes estén en condiciones de asumir críticamente el conocimiento, cuestión que les permitiría sin duda estar preparados para recusar o rechazar las intenciones de la derecha mexicana de apropiarse de sus conciencias. Esa es una tarea en la que deberíamos participar, de manera conjunta, autoridades, profesores, investigadores y estudiantes. La universidad debe convertirse como insistía Revueltas en la conciencia crítica de la sociedad, en su elemento más activo, para que de esta manera esté en condiciones de aportar respuestas a los grandes problemas nacionales, como el que tiene que ver con un desarrollo económico independiente, de acuerdo a las necesidades de la gran mayoría de la población, que no esté sujeto a los vaivenes o dictados de las potencias que en la actualidad controlan las redes financieras del orbe. Esto implica, entre otras cosas, que contemos con universidades públicas en las que se asuma el conocimiento como subrayaba Revueltas en términos críticos, para discernir cuáles aspectos del saber ya han sido superados, o cuáles aspectos de los mismos no guardan relación con las prioridades esenciales de México. Lugar de Revueltas en la literatura mexicana
José Revueltas es, sin duda, uno de los fundadores de la novela mexicana moderna. Lejos de limitarse en sus obras a reflejar los grandes problemas que enfrentaban los comunistas y en general el movimiento revolucionario de su época, Revueltas en realidad se esforzó por desentrañar los principales enigmas de la condición humana. Así, frente a las versiones que caracterizaban a su novela Los Días Terrenales (1949) como "una novela política", Revueltas sostenía que en la misma buscaba "única y exclusivamente retratar la condición del hombre" 11. Algunos críticos literarios del país de ideas conservadoras, no sólo en el terreno de la política sino también del arte suelen argüir que la novelística de Revueltas es sórdida y escatológica, plagada de criaturas o de seres que habitan en los "bajos fondos" de la sociedad. No es casual, en ese sentido, que establezcan un parangón con la obra de Jean Paul Sartre, de quien un crítico se expresó en los términos siguientes: "Si las hienas escribieran a máquina, seguramente escribirían como Sartre". A Revueltas, por cierto, no le molestaba tal comparación sino, al contrario, la asumía como un homenaje, dado el inmenso respeto que tenía por el autor de La Náusea . Ciertamente en la obra de Revueltas podemos encontrar una galería de desarraigados, fanáticos, degenerados, ladrones, prostitutas y otros seres que deambulan por los sótanos dostoievskanos de la degradación, pero no menos verdad es que el autor de Dormir en Tierra nos demuestra que tales seres son capaces de acceder a la redención a pesar de la adversidad y del rechazo de sus semejantes. Como escribe Rodolfo Rojas Zea comentando Los Muros de Agua frente "a la opresión sin límite", sus personajes oponen "una fe ilimitada" 12. Es de señalar que, no obstante los méritos innegables de Revueltas como escritor, durante casi toda su vida se le escamoteó el reconocimiento que merecía : sin duda en ello tuvo que ver su militancia revolucionaria. Si bien recibió algunos homenajes así, por ejemplo, en 1943 obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1943 por su novela El Luto Humano (que ha sido traducida a quince idiomas (en inglés fue traducida con el título de The Stone Knife) en términos generales su producción artística fue menospreciada por "los mandarines" como decía Simone de Beauvoir literarios del sistema, quienes siempre se afanaron por "ningunearlo" o por difundir la especie de que se trataba de un "escritor menor". Desde luego esas versiones no fueron compartidas por amplios sectores de nuestro pueblo, en particular los universitarios y la intelectualidad progresista, quienes vieron en Revueltas a uno de nuestros escritores más representativos. A 25 años de su fallecimiento, podríamos aseverar que el autor de Los Días Terrenales ya ocupa el espacio que merece en las letras mexicanas, al lado de personalidades como Agustín Yánez, Juan Rulfo, Juan José Arreola y Carlos Fuentes. 1 Vid. Turón, Carlos Eduardo,
prólogo a Las Cenizas, Obras Completas de José Revueltas, 11, Editorial Era,
México, 1983, pág. 14. Las cursivas son nuestras.
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