Año 4, número 15
H. Puebla de Zaragoza a 13 de septiembre de 2001

La Casa de las Bóvedas,

esplendor del siglo XVII

Por Velia Morales Pérez *

"Siendo muy exquisito y particular la fábrica que asimismo está haciendo (Diego de la Sierra) de las casas del racionero Diego Peláez, porque yendo como van todas de bóvedas altos y bajos sin que sea necesario una tan sola viga, los repartimientos della van tan iguales y con tanta perfección, que no ha habido quien no las haiga alhabado"1

Fachada barroca de la Casa de las Bóvedas. Foto Marcos Medrano Flores

os estudios sobre arquitectura civil colonial son escasos a pesar del gran número de obras que afortunadamente todavía existen en nuestro país y en especial en nuestra ciudad. La arquitectura barroca poblana tan característica y destacada, dio algunas de sus mejores expresiones artísticas en sus casas habitación, ejemplo de ello es la Casa de las Bóvedas, realizada en el siglo XVII por el destacado maestro arquitecto Diego de la Sierra.

Esta casa destaca por su extraordinaria arquitectura, en especial porque los dos pisos están cubiertos con un variado repertorio de bóvedas y esta peculiaridad hizo que se conociera con el nombre de Casa de las Bóvedas.

Mandada a construir por el racionero Diego Peláez en 1684, después de su fallecimiento tuvo otros dueños, hasta que desde el año de 1813 se convirtió en sede de la Academia de Bellas Artes de Puebla por más de un siglo y hace unas décadas forma parte del patrimonio de nuestra Universidad Autónoma de Puebla.

Un asunto interesante de la Casa de las Bóvedas son las imágenes que alberga, las cuales reflejan la historia de su primer dueño y los diversos usos que después tuvo. La casa posee un relieve de madera de la Inmaculada Concepción, localizada actualmente en el piso superior de la casa y seguramente formó parte del conjunto iconológico de exaltación a la Virgen María del cubo de la escalera de la Casa de las Bóvedas, lo cual está relacionado con la posición de Diego Peláez, quien era miembro del clero novohispano y defensor del dogma de la Inmaculada Concepción.

Creemos que esta Virgen debió estar en el nicho del cubo de la escalera, donde ahora se encuentra la imagen de bulto de San José de Calasanz, santo patrono del segundo más importante huésped de la edificación, la Academia de Bellas Artes de Puebla.

En este artículo hablaremos sobre la historia, usos e imágenes de la Casa de la Bóvedas, mostrando su riqueza histórica, artística y cultural que alberga.

Historia del inmueble

La espléndida Casa de las Bóvedas se ubica actualmente en la calle Juan de Palafox, número 406. Esta calle ha tenido diversos nombre a través del tiempo, en el siglo XVIII era nombrada Costado de la Iglesia del Espíritu Santo, en 1819 y 1823 por la presencia en la cuadra de esta casa se la denominó Calle de la Bóveda. Con la fundación de la Academia de Bellas Artes que tuvo como sede este edificio se le dio el nombre para mediados del siglo XIX de Calle de la Academia y para 1889 se le designó Calle de Francisco Morales, en honor al pintor Francisco Morales Van den Eyden, maestro y director prominente de la Academia.2 

El dueño de la Casa de las Bóvedas fue Diego Peláez Sánchez, destacado eclesiástico de la Catedral Angelopolitana fue "medio-racionero en 1682, racionero en 1685, canónigo en 1693 y murió, siendo maestreescuelas, en 1714."3 

La casa, después de la muerte de Diego Peláez en 1714, perteneció a diversos dueños y estuvo en constante disputa. Desde 1813 fue sede la Junta de Caridad para la Buena Educación de la Juventud que tenía una escuela de primeras letras y su escuela de dibujo, que dio origen a la Academia de Bellas Artes. La institución en un inicio fue inquilina de la casa y para 1840 la compró. 4 

En 1812 se aprobó por real cédula el establecimiento de la Junta de Caridad encabezada por el presbítero José Antonio Jiménez de las Cuevas, la Junta estaba formada por un director eclesiástico, 12 socios eclesiásticos y 12 seculares, "tenía un carácter eminentemente benéfico y buscaba, más que la formación de artistas, la creación de una juventud sana y provechosa a partir de la enseñanza de las artes y oficios."5 

Don Francisco Morales Van den Eyden. Foto tomada del libro Historia de la pintura en Puebla de Francisco Pérez de Salazar y Haro

La escuela de dibujo tuvo como sus primeros maestros a los destacados artistas Salvador del Huerto, Julián Ordoñez, Manuel Caro, Lorenzo Zendejas, y José Manzo. Posteriormente tuvo alumnos y profesores distinguidos como Agustín Arrieta, Francisco Morales y Daniel Dávila. La Academia tuvo muchos benefactores siendo los más distinguidos los obispos Antonio Joaquín Pérez Martínez y Pablo Vázquez quienes donaron a la institución diversos objetos artísticos.

En 1937, por orden del gobernador Maximino Ávila Camacho, parte de la colección de pinturas del Colegio del Estado se trasladó a la Academia de Bellas Artes y de acuerdo con el inventario de traslado de obra fueron 125 piezas; es en este momento cuando se unieron la Pinacoteca de la Academia y la del Colegio del Estado. Hubo algunos intentos de recuperar estas obras por parte de la Universidad, en 1939 por el licenciado Horacio Labastida Muñoz y en 1964 por el doctor Manuel Lara y Parra, que no llegaron a fructificar pero son esfuerzos de gran valía por intentar recuperar parte del patrimonio universitario que finalmente se logró en 1973.6

Como hemos mencionado, la Academia de Bellas Artes logró conformar a lo largo de su vida un importante acervo artístico que pasó a formar parte la Universidad Autónoma de Puebla en 1973, en este tiempo la Casa albergó por más de una década a la Pinacoteca Universitaria, hasta que en 1987 se trasladaron sus colecciones artísticas al Museo Universitario, en la Casa de los Muñecos. En la actualidad la Casa de las Bóvedas es sede la Vicerrectoría de Difusión y Extensión de la Cultura de nuestra Universidad.

 

Diego de la sierra, maestro arquitecto

Diego de la Sierra (ca. 1656 – ca. 1711) nació en Sevilla y según Efraín Castro Morales para 1670 ya se encontraba en la ciudad de México6 con catorce años de edad por lo que se deduce que "su formación personal y artística debió adquirirla en este lado del Atlántico."7

Sabemos por el estudio monográfico de Martha Fernández sobre Diego de la Sierra, de sus trabajos y características arquitectónicas. Nos comenta sobre sus primeras obras desarrolladas en la ciudad de México, donde recibió las influencias artísticas más importantes de su carrera, participando en la construcción del templo de San Francisco Javier de Tepotzotlán (1679), el proyecto del hospital de San Pedro, anexo a la iglesia de la Santísima Trinidad (1683), así como en el realce del Castillo de San Juan de Ulúa (1683).

En la ciudad de los Ángeles donde radicó desde 1684, intervino la portada norte de la Catedral (1684-1689), realizó los claustros del templo de la Concordia (1686-1689) , del Real Hospital de San Pedro (1685) y la Capilla de Jesús Nazareno de la Parroquia de San José (1693), además, por supuesto, de la espléndida Casa de las Bóvedas (1684-1685).8 Llegó a ser Maestro Mayor de la ciudad de Puebla desde 1689.

Diego Peláez mandó hacer su casa con el esplendor y la belleza dignos de su cargo catedralicio, ya que el ser racionero9 de la Catedral era un alto privilegio. No tenemos más noticias sobre Diego Peláez Sánchez pero sabemos que conocía algunos trabajos de Diego de la Sierra, al elegirlo como quien realizaría su casa, además de presentar su testimonio sobre sus trabajos en 1685.

Macho de columnas en el segundo piso

"este testigo sabe y ha visto cómo el dicho Diego de la Sierra es maestro probado del arte de arquitectura, albañilería, cantería y alarife, cuyo examen fue en presencia deste testigo (…) Y asimismo ha hecho y, está haciendo diferentes obras y casas y especialmente la de este testigo que va toda de bóvedas altos y bajos, cuya traza y disposición es cuanto puede ser a vista y reconocimiento de personas peritas y entendidas en dicho arte."10 

La Casa de las Bóvedas pertenece a la arquitectura barroca poblana realizada en cantera entre los años de 1684 y 1685. Con el uso de elementos como las pilastras y columnas tritóstiles junto con estrías ondulantes y en zig zag en columnas y arcos, las almohadillas y decoración foliada dan un toque rico y distinguido a esta construcción. Comenta Diego Ángulo

"muéstrase por su estilo algo desligada del tipo corriente. El encuadramiento de sus balcones con doble frontón triangular y curvilíneo, como lo empleara ya hacia 1600 G. della Porta, en el Jesús de Roma, es excepcional en la casa poblana. No menos interesante es la decoración de su patio, en que el flamear de las estrías de las columnas, arcos y demás elementos importantes presta al conjunto un tembloroso movimiento que cuesta trabajo creer del siglo XVII."11 

 

Arquitectura e imágenes fachada

La casa es una edificación de dos pisos establecida sobre un terreno de forma trapezoidal, su puerta está en el extremo derecho, adintelada y sobria, la fachada con algunas modificaciones posteriores, destaca por sus ventanas irregulares que no coinciden con los vanos superiores colocados asimétricamente y con distintas dimensiones junto con sus frontones dobles.

Balcones de doble frontón en la parte superior de la fachada.

"Los vanos se encuentran enmarcados por jambas almohadilladas en las que se emplean sillares alternos; o sea, en una sección horizontales y en la otra dobles verticales. A esas jambas se adosan un par de medias cañas tritóstilas: su primer tercio se encuentra señalado por anchas estrías en zigzag horizontales, mientras el resto del fuste luce estrías rectilíneas verticales. Ambas secciones se encuentran separadas entre sí por un collar de cuentas circulares.

A la altura del capitel corintio se levanta un friso de ornamentación foliada, planiforme, y sobre él, un doble frontón: el interior, triangular, y el exterior, curvo.

Culmina la fachada con un friso tallado de manera similar al friso de los balcones y una cornisa rectilínea."12 

En la parte superior de la puerta de acceso a la casa se encuentra un medallón con un relieve que tiene relación con el uso posterior que tuvo la casa, ya que desde 1813 fue sede, como ya mencionamos de la Junta de Caridad para la Buena Educación de la Juventud que dio origen a la Academia de Bellas Artes de la ciudad; la Junta fue primero arrendataria y finalmente dueña de la casa.

Escudo de la Junta de Caridad de la Academia

El relieve de yeso, que de manera equivocada se ha dicho es un pasaje de la vida de San Francisco, representa al Niño Jesús como Buen Pastor, fue escogido como escudo por la Junta de Caridad. 13 Esta representación es de las más antiguas del arte cristiano, y se tomó tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento14 , se representa a Jesús, casi siempre adulto, como pastor de ovejas, pastor de almas. En este caso está Jesús Niño de pie, en medio del campo, junto a un frondoso árbol, está vestido con túnica ceñida a la cintura con una cinta, tiene un sombrero y con su mano derecha da de comer a una de sus ovejas, mientras varias de ellas lo rodean.

La elección de esta imagen como escudo de la institución tiene relación a la posición de los miembros de la Junta de Caridad como los pastores que guía a su rebaño, son los ilustrados poblanos que guían y conducen a la desamparada niñez poblana.

Primer patio, bello espacio arquitectónico

Entrando al bello patio con su fuente octagonal al centro, tres de sus lados tienen arcadas y en el costado poniente un muro con cuatro ventanas como en la fachada, igualmente irregulares, con las jambas y el dintel son almohadillados y sus pilastras adosadas y estriadas del orden dórico, con dobles frontones, las dos ventanas centrales con el frontón interno formado por roleos. Los arcos con columnas de orden dórico sin ornamentación y en las esquinas los machos de columnas diseñadas de manera distinta, los arcos de medios puntos son diversos, algunos angulosos y otros curvos y tiene bóvedas vaídas y otras de aristas.

Escalera y cúpula barroca

Alegoría sobre el arco de la escalera

El corredor oriente del patio lleva a la escalera a la que se accede a través de un arco que toma forma de concha, en su parte superior tiene una alegoría de bulto, al parecer posterior a la construcción de la casa y consiste de un niño sosteniendo una balanza en una mano y en la otra una espada.

El cubo de la escalera es un conjunto arquitectónico que busca exaltar a la pureza de la Virgen María, ya que los diversos elementos iconográficos que describiremos tienen como objetivo el venerar a la Madre de Dios.

En el muro frontal del descanso se encuentra un nicho rodeado por una exquisita ornamentación a base de estrías diagonales y en la parte superior una franja de ornamentación de hojas y tallos, teniendo en la parte central una cruz, flanqueda por la representación estilizada de dos pelícanos que simbolizan:

"con el pretexto de que alimentaba a sus crías con su carne y su sangre, se vio en el pelícano, ave acuática, un símbolo de amor paterno. Por esta razón, la iconografía cristiana lo considera símbolo de Cristo; pero también hay una razón más profunda. Símbolo de la naturaleza húmeda que, según la física antigua, desaparece por efecto del calor solar y renace en invierno, el pelícano se toma como figura del sacrificio de Cristo y de su resurrección."15 

En las cuatro pechinas se tienen de manera estilizada el jarrón con azucenas que se refiere a la pureza de María, así como también son el símbolo de la Catedral.

Cúpula gallonada con los monogramas de la Virgen y de Cristo y los símbolos del sol y la luna.

Tiene la escalera una cúpula gallonada que descansa sobre un tambor de planta octagonal, la cual está ricamente adornada con ornamentación vegetal y en cuatro de sus secciones tiene representadas águilas bicéfalas que portan los anagramas de Jesús y María y el sol y la luna. En el descanso de la escalera se accede a un entrepiso de la casa que es un elemento interesante y poco usual.

En el parte superior del cubo se observan cuatro ventanas en forma de rosetón con elementos en forma de rayos de sol, dos están cegadas y dos tienen la combinación con el tecali, que trasmiten mayor fuerza al conjunto arquitectónico, al expresar de manera más destacada la intensión de aludir al sol.

En el nicho del descanso está la escultura de San José de Calasanz, que fue colocado ahí cuando el edificio se convirtió en sede de la Junta de Caridad, que lo eligió como su santo patrono

"Se eligió como patrono de la Junta de Caridad a José de Calasanz, un santo español y gran promotor de la educación de la juvenud. Nacido en 1556 en Peralta de la Sal, Aragón, fundó en Roma en 1587 la primera escuela pública y gratuita, la Escuela Pía."16 

La Escuela Pía, en 1617, llegó a ser "Congregación de los piaristas, también llamados escolapios, porque estaban consagrados gratuitamente a la educación de los niños pobres en las escuelas piadosas."17

Este santo fue elegido por la identificación con los ideales y creencias del fundador de la Junta de Caridad, Antonio Jiménez de las Cuevas y los demás miembros que buscaban una educación cristiana, pública y gratuita.

San José de Calasanz, escultura de madera tallada y policromada del siglo XIX

Es una escultura de bulto policromada y encarnada, realizada por el profesor de escultura Miguel Castillo Rosete "discípulo de Zacarías Cora, le fue encargada por la Junta de Caridad (…), que tuvo un costo de 280 pesos, como ‘individuo del cuerpo académico’ y la terminó el primero de abril de 1825."18 La encarnación fue realizada por "el maestro Manuel Marín Garzón, al cual se pagaron 2 pesos y 6 reales."19 

El santo de tamaño natural viste la sotana negra y manto sacerdotal se inclina mostrando un libro abierto sostenido por su mano izquierda en señal de enseñanza y como muestra de la actividad que desempeñó señala con su mano derecha el libro, su rostro está bien trabajado, tiene el ceño levemente fruncido, la barba corta y tupida y calva pronunciada. Se tienen noticias que la escultura tenía un relicario y en fechas de conmemoración era sacado en andas por el alumnado de la institución.

Se encuentra en el nicho del descanso de la escalera donde debió ser colocado el santo cuando se instaló la Junta de Caridad pero creemos que este espacio debió estar ocupado por el relieve de la Inmaculada Concepción, a la que debió dedicarse este espacio por parte de su primer dueño, el racionero Diego Peláez.

Piso superior, riqueza arquitectónica

Se accede al piso superior mostrándose dos arcos trilobulados con ornamentación geométrica, culminando uno de los espacios arquitectónicos más bellos de la propia casa.

El conjunto de columnas y arcadas del segundo piso son parecidas a las del primero, sólo que en éstas la decoración es mucho más atrayente, ya que lucen estrías móviles y los apoyos son tritóstilos. Nos comenta Martha Fernández

Detalle arquitectónico de una esquina del piso superior

"Los apoyos de estos arcos son aún más extraños que en el primer piso: por principio, todos los apoyos son tritóstilos: en el primer tercio lucen gruesas estrías zigzagueantes, como las de la fachada, y el resto del fuste, estrías ondulantes verticales, que serán las que se continuarán en los arcos. Ambas secciones de las columnas se encuentran separadas entre sí por diseños geométricos a base de rombos y círculos. Sus capiteles son corintios.

Los machos mantienen la extraña solución de los del primer nivel, esto es, que mantienen la impresión de que los pilares se envuelven, no de que las medias muestras se adosan. Pero más extraños aún son los pilares que se encuentran a mitad de las arcadas, alternando con las columnas, pues son pilastras a las que se adosa solamente una media muestra, pero también a manera de enroscamiento del mismo pilar."20 

Como característica de la casa, en el segundo piso también se tiene variedad de bóvedas, tanto vaídas como de aristas. Sus salas son amplias, teniendo en la sala principal los vanos con arcos de medios puntos también ornamentados con una concha similar a la del arco de entrada a la escalera.

En el corredor que lleva a la sala principal se encuentra el relieve de la Inmaculada Concepción, —en estos momentos en restauración— de la que hablaremos al detalle más adelante.

Sobre el dintel de la puerta de su sala principal se tiene una escultura de piedra gris, que ahora se encuentra pintada de blanco, que creemos forma parte de las piezas conventuales que le fueron entregadas a la Academia de Bellas Artes en 1861 ante el proceso de secularización de los conventos realizado en esa época.

La imagen es pequeña, parecer ser una monja vestida con hábito, capa y una toca cubre su cabeza, tiene del lado izquierdo, sostenido por su mano el escudo de Castilla y Aragón, alza su mano derecha como sosteniendo un objeto que pudo ser un bordón o su atributo, que ahora no tiene, debido a ello no es posible identificar a la imagen.

Estilo arquitectónico barroco

Corredor del segundo piso con arcadas y columnas estriadas

Esta casa es ejemplo representativo y destacado del primer periodo del barroco poblano de mediados del siglo XVII, de la arquitectura en cantería, que ha sido menos estudiada que la arquitectura de estuco, ladrillo y talavera de mediados del siglo XVIII.

Diego de la Sierra, como artista barroco buscó el desequilibrio artístico en estructuras y ornamentación, propició el movimiento y vibración en cada uno de los elementos arquitectónicos que utilizó, es por ello la asimetría de ventanas, la variedad de bóvedas y la riqueza ornamental de columnas.

Con esta casa, según nos comenta Martha Fernández, Diego de la Sierra consolidó su estilo, con muchas novedades artísticas para la época de su edificación: la diversidad de bóvedas utilizadas, las distintas soluciones de los arcos, las columnas tritóstilas y las estrías móviles tanto en zigzag como ondulantes utilizadas en los apoyos como en los arcos y el uso de las almohadillas. Dado una expresión arquitectónica y artística sui generis a la construcción que tiene más que ver con los modelos constructivos de la ciudad de México, pero que aún para la capital fueron soluciones vanguardistas y parte de una voluntad de forma innovadora del destacadísimo maestro arquitecto Diego de la Sierra.

La inmaculada concepción

La imagen de la Inmaculada Concepción, se encuentra ubicada en el piso superior de la casa, en el corredor que lleva a la sala que ahora se conoce con el nombre de Galería Antonio Jiménez de las Cuevas. Es un bello relieve en madera, seguramente de la segunda mitad del siglo XVII, con elementos barrocos y de gran interés ya que son pocas las piezas de este tipo que todavía se conservan, tiene características formales interesantes y sobretodo representa la Virgen como Inmaculada Concepción, tema que fue desde los primeros tiempos del cristianismo una doctrina que causó muchas discusiones teológicas.

Esta imagen debió estar en el nicho que se encuentra en el cubo de la escalera de la Casa de las Bóvedas, en cuyo espacio cada elemento arquitectónico e iconográfico busca exaltar a esta devoción.

Debemos en primer lugar comentar que la Inmaculada Concepción no es la concepción de Cristo en el vientre de la Virgen sino la concepción de la Virgen en el vientre de Santa Ana, al ser elegida la Virgen por Dios desde antes de su nacimiento como madre de su hijo Jesús tuvo la gracia de ser preservada del pecado original, cuya aceptación como dentro de la iglesia católica es una larga historia de discusión entre teólogos, doctores de la iglesia y órdenes religiosas hasta que fue en el siglo XIX, en 1854, establecida como dogma de fe.

Las disputas tenían como punto nodal el hecho de que si Jesucristo vino al mundo para la redención de la humanidad, ya que toda ella tenía la mancha del pecado original, por qué la Virgen María, mortal como todos podía estar exceptuada de esta marca, lo que cuestionaría la universalidad del pecado original y la universalidad de la Redención.

Historia del dogma de la virgen

No existe dentro de las Sagradas Escrituras marcado este privilegio para la Madre de Jesús de modo explícito, varios estudiosos han citado distintas referencias simbólicas y prefigurativas, pero al ser un tema muy complejo desde las primeras épocas del cristianismo provocó recelos. Es la Iglesia Oriental, desde el Concilio de Éfeso (431), quien proclama de un modo explícito la pureza de María del pecado original, pero su introducción al Occidente provocó controversias. En 1128, ante el intento de los canónigos de Lyon de santificar la celebración de la concepción de María, los teólogos y en especial San Bernardo, debieron pronunciarse sobre la cuestión.

"Sin embargo, a pesar del hecho de que no sólo San Bernardo, sino prácticamente todos los teólogos escolásticos de la Edad Media tardía contradijeron la idea, el culto a la Inmaculada Concepción continuó floreciendo y encontrando nuevos paladines."21 

Vista del primer patio y sus arcadas

Para finales del siglo XIII San Pedro Pascasio, Guillermo Warre y sobre todo el español Ramón Llull se declaran defensores de la doctrina y será el inglés Duns Escoto quien dará una solución.

"La conciliación entre la universalidad de la redención y el privilegio de María estableció con la distinción entre redención liberativa y redención preservativa. La preservación de María era con esto presentada como una gloria más esplendorosa de la redención de Cristo."22 

Las órdenes religiosas de dividieron entre maculistas e inmaculistas, los dominicos con Santo Tomás a la cabeza defendieron la postura maculista, en tanto los franciscanos, carmelitas y posteriormente los jesuitas se adhirieron a los inmaculistas.

El Concilio de Trento (siglo XVI) no se pronunció por el dogma pero declaró que no era su intención incluir a María en la universalidad del pecado original, que llevó al aumento de sus seguidores y defensores. España fue de los países que más fervientemente defendió el culto a la Virgen.

"En 1644 se instauró ya como fiesta de obligación en España el día de la Purísima.

Y, finalmente, el 17 de julio de 1767, casi un siglo antes de la definición del dogma, declararon a la Inmaculada Concepción patrona de España y de los reinos y señoríos que constituían su imperio."23 

La devoción inmaculista de la Monarquía Española pasó desde un inicio a los territorios novohispanos, los hospitales de indios estuvieron bajo su patrocinio, hubo hermandades y pronunciamientos de la jerarquía eclesiástica novohispana respaldando y fomentando su devoción.

Es así que la devoción por esta advocación para el siglo XVII era grande, sobre todo por parte de la jerarquía eclesiástica novohispana que debió impulsar con gran ahínco esta doctrina. En Puebla, cuya catedral está dedicada a la Inmaculada Concepción, los miembros del cabildo catedralicio debieron ser sus más grandes defensores, y entre ellos debió estar Diego de Peláez, racionero de la catedral y dueño de la Casa de las Bóvedas.

Creemos que al mandar hacer su casa, que no tiene capilla doméstica, buscó tener un lugar donde mostrar a la Inmaculada Concepción su devoción y el espacio arquitectónico elegido fue el cubo de la escalera de la casa.

Historia de la iconografía

La iconografía de la Inmaculada Concepción tiene tres etapas que exhalta dos cualidades, su pureza y su triunfo sobre el mal. La primera imagen que se representó fue a la Virgen del Apocalipsis, es decir, "la Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza" (Apocalipsis: XII: 1) quien vence al mal aplastando con su pie al dragón de siete cabezas, tiendo su representación más antigua del siglo IX.

El segundo tipo iconográfico es la Tota Pulchra, que aparece en el siglo XII con diversos emblemas y símbolos de su pureza, ya para el XVI se establece definitivamente la tipología mariana basada en fuentes literarias que hablan de su pureza o hacen referencia a letanías en su honor y se representan con símbolos como el sol, la luna, el pozo, el espejo, etc.

"Esta composición, que tuvo una aceptación extraordinaria, perdió poco a poco su rigidez esquemática y evolucionó hacia un aspecto más naturalista. La Virgen pierde su frontalidad, se humaniza y tiende al sentimentalismo. Los símbolos, que se distribuyen a su alrededor, carecen ya de intensidad expresiva y de sus etiquetas aclaratorias."24 

Lo que llevará finalmente, al último y tercer tipo iconográfico es la Inmaculada Concepción propiamente dicha, donde la Virgen María aparece sola o con algunos de los emblemas a manera de recuerdo y casi siempre con la luna a sus pies.

Relieve en madera de la virgen rodeada de símbolos que aluden a su pureza.

El relieve de la Casa de las Bóvedas es una Inmaculada Concepción y representa a la Virgen María de cuerpo entero, de pie, ocupa el centro formal y simbólico de la composición, es el eje de sus atributos marianos; la figura se desplaza de la tabla dándole mayor volumen y las nubes hacen el papel de peana como si fuera una imagen de bulto, está vestida con una túnica y un manto cubre su cabeza, su brazo izquierdo está doblado a la altura de la cintura y recoge parte del manto, su brazo derecho está extendido y la mano está abierta con palma hacia el cielo, mientras su cabeza da un pequeño giro hacia su izquierda y alza el rostro mirando hacia las alturas.

El volumen y desplazamiento de la talla junto con el movimiento corporal y del ropaje provocan un juego de luces y sombras que hacen destacar la imagen. Tanto la posición del cuerpo como su vestimenta insinúan movimiento, los pliegues del ropaje son curvos y suaves, hay un trabajo delicado de las manos, su rostro es expresivo y se aprecian algunos resto de policromía y dorado en la talla, todo esto lleva a pensar que es una obra del siglo XVII.

La Virgen está rodeada de algunos símbolos que aluden a su pureza, el Espíritu Santo, desde lo alto le da su bendición, en tanto el sol y la luna en los ángulos superiores del relieve están figurados con rasgos humanos.

Es una representación de transición, donde la figura de María es la que más destaca y está rodeada por algunos emblemas marianos que aluden a su pureza, iniciando de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo, el sol, Electa ut sol (Escogida por el sol: Cant. de los Cant., VI, 9), la paloma que representa al Espíritu Santo que la bendice, la luna, Pulchra ut luna (Hermosa como la luna: Cant. de los Cant., VI, 9), la puerta, Porta coeli (Puerta de Dios: Génesis, XXVIII, 17), una estrella, Stella maris, (Estrella de mar: Himno litúrgico), espejo, Speculum sine macula (Espejo sin mancha o de Justicia: Sabiduría, VII, 26), escalera al cielo, Scala coeli (Génesis, XXVIII, 12), fuente, Fons ortorum (Fuente de huertos: Cant. de los Cant., IV, 15), pozo, Putetus aquarum viventium (Pozo de aguas vivas: Cant. de los cant., IV, 15), templo del Espíritu Santo, Templum Spiritus Sanctum (Corintios, 1, 6, 19), torre de David, Turris Davis (Torre de David: Cant. de los cant. IV, 4).

Simbolismo mariano del edificio

Relieve en madera del sigloXVII que representa a la Inmaculada, como debió haber estado colocada originalmente.

El relieve de la Inmaculada Concepción entra perfectamente en el nicho de la escalera, el cual en la parte superior tiene un cruz, que representa a su hijo Jesucristo por quien fue exenta del pecado original, los pelícanos que aluden a su resurrección y redención, en las pechinas se localizan los jarrones con azucenas que representan la pureza de la Virgen y son símbolo de la catedral angelopolitana, las ventanas simbolizan al sol que es la fuente de luz, calor y vida, es decir, Dios Padre, que representa el amor divino que irradia sobre la Virgen María para preservarla del pecado original desde el mismo momento de su concepción así también tiene relación con el símbolo mariano que la compara con el sol, electa ut sol; la cúpula tiene los monogramas de la Virgen y de Cristo y los símbolos del sol y la luna.

Concluimos que todos estos elementos arquitectónicos e iconográficos son alusivos a la Inmaculada Concepción de la Virgen, es decir, este espacio de la escalera así como toda la casa tienen un profundo simbolismo mariano, que culminan su mensaje iconológico con el relieve de la Inmaculada Concepción que debió estar colocado en ese nicho (ahora ocupado por la escultura de San José de Calasanz), para exaltar esta doctrina que para el siglo XVII era objeto de fuertes discusiones y muy devotas defensas.

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* Labora en el Museo Universitario, estudió la licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP y está cursando la Maestría en Historia del Arte en la UNAM.

1 Fernández, Martha, Retrato hablado, (1986), Documento núm. 8: "Declaraciones de los nueve testigos de Diego de la Sierra en relación a los trabajos por él realizados. 27 de nov. – 13 de dic. de 1685", Apéndice documental, p. 172.
2 Cfr. Leicht, Hugo, Las Calles de Puebla, (1986), pp. 255-258.
3 Ibid, p. 255.
4 Ver, Galí, Monserrat, Casa de las Bóvedas. Antigua Academia de Bellas Artes, (1997).
5 Ibid, p. 11.
6 Castro Morales, Efraín, "El patronato de Tepotzotlán", cit. Fernández, (1986).
7Ibid, p. 21
8 Fernández, Martha, Artificios del barroco, (1990), pp. 113-139.
9 Racionero: Canongía en el cabildo catedralicio que "en la celebración de los Oficios Divinos y de las Misas Conventuales debían desempeñarse como Diácono, cantando los evangelios y pasiones. Debían también cumplir diligentemente con las comisiones que le señalare el Venerable Cabildo." Córdova Durana, Arturo, "Las Dignidades eclesiásticas de la Catedral Angelopolitana", (1999), Ponencia presentada con motivo del Tercer Coloquio sobre Arte en Puebla, organizado por la UAP, p. 3.
10 Fernández, Martha, (1986), op. cit., p. 171.
11 Ángulo Íñiguez, Diego, Historia del Arte Hispanoamericano, tomo II, (1950), pp. 663-664.
12 Fernández, Martha, (1986), op. cit., p. 83.
13 Ver Castro Morales, Efraín, "José Agustín, su tiempo, vida y obra" en Homenaje Nacional José Agustín Arrieta (1803-1874), (1994), p. 48.
14 "En verdad , en verdad os digo: Yo soy la puerta de las ovejas; todos cuantos han venido eran ladrones y salteadores, pero las ovejas no los oyeron. Yo soy la puerta; el que por mí entrare se salvará, y entrará y saldrá y hallará pasto. (…) Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas." San Juan (Cap. 10, 1-18).
15 Diccionario de los símbolos, bajo la dirección de Jean Chevalier, (1991), p. 810.
16 Castro Morales, (1994), op. cit., p. 47.
17 Réau, Louis, Iconografía del arte cristiano. Iconografía de santos, (1996), tomo 2, volumen 4, p. 173.
18 Castro Morales, Efraín, (1994), op. cit., nota 132, p. 113
19 Castro Morales, Efraín, "Edición, estudio preliminar y notas" de Album Artístico. 1874 de Bernardo Olivares Iriarte, (1987), nota, 72, p. 134..
20 Fernández, Martha, (1986), op. cit. p. 85.
21 Stratton, Suzanne, La Inmaculada Concepción en el arte español, (1989), p. 5.
22 Enciclopedia de la Religión Católica, T. II, (1951), p. 929.
23 Fernández, Martha, "Inmaculada Concepción" en Juan Correa, su vida y su obra, tomo IV, primera parte, (1994), p. 62.
24 Trens, Manuel, María. Iconografía de la Virgen en el artes español, (1946), p. 158.

 

Academia de Bellas Artes

Por Enrique Cordero y Torres*

José Antonio Jiménez de las Cuevas. El 30 de marzo de 1849 el Congreso del Estado declaró Benemérito al presbítero José Antonio Jiménez de las Cuevas, nacido en la población de San Andrés Chalchicomula (hoy Ciudad Serdán), el 17 de enero de 1855. Se le llamó apóstol de la enseñanza y consultor de sabios, en su época. En el Seminario de Puebla fue maestro. Fundó la Academia de Bellas Artes, tradicional nombre que se le cambió por el de Instituto de Artes Pláticas, que lleva actualmente. (Cordero y Torres, Enrique, Historia Compendiada del Estado de Puebla, T.II, Publicaciones del Grupo Literario "Bohemia Poblana" 1986. Pág.375.)

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ue fundada por el presbítero José Antonio Jiménez de las Cuevas el 25 de junio de 1813, con la denominación de Academia de Primeras Letras y Dibujo, en la casa número 10 de la calle Bóvedas de la Compañía (Calle M. Ávila Camacho 400); el permiso para su establecimiento fue otorgado por cédula real del 28 de marzo de 1812.

Dice el historiador don Enrique Gómez Haro: "Todo lo que ganaba lo invertía en el sostenimiento de este lugar de instrucción, privándose aun de los alimentos, hasta que logró verlo cimentado con una dotación de cincuenta mil pesos".

El Gobierno del Estado, percatado de los grandes beneficios que este establecimiento reportaba a los artesanos y gente humilde que a él acudía, le reconoció por decreto de la Legislatura como institución de carácter privado, el 24 de mayo de 1824, con la denominación de Academia para la buena educación de la juventud, ya que para entonces tenía dos escuelas gratuitas de primeras letras para niños y una para niñas; una escuela nocturna para enseñanza del dibujo a los artesanos. Por decreto del Congreso local, en 1849, se expidió un amplio plan de estudios, cambiándose la denominación por Academia de Educación y Bellas Artes; la generalidad del Pueblo le llamó sólo Academia de Bellas Artes nombre que conservó hasta 1960, en que, dizque por reorganización (únicamente cambio de nombre) pasó a ser Instituto de Artes Plásticas.

El patrimonio de la Academia de Bellas Artes se formó con los bienes del fundador don José Antonio Jiménez de las Cuevas y con los legados que hicieron numerosas personas benefactoras del establecimiento; capital que ascendió a más de medio millón de pesos que, impuesto a rédito con garantía de hipotecas de bienes raíces, fue suficiente para su sostenimiento: pago de sueldos de un portero, un mozo, un prefecto, un director y varios maestros.

Administraba los bienes de la academia un tesorero, cargo que desempeñó por última vez, durante más de cuarenta años, el señor Miguel Aguilar.

Los sueldos a principios de este siglo, hasta que pasó la academia de Bellas Artes al poder del Gobierno del Estado en 1927, eran de treinta pesos al mozo, cuarenta al portero (quienes tenían habitación en el propio edificio), cuarenta al prefecto (que era el responsable del establecimiento), dos pesos al director y un peso cincuenta centavos por clase a los maestros. Por lo general se adeudaba al prefecto —que en 1924 ascendió a secretario—, al profesorado y al director seis meses y hasta un año de emolumentos, y no por falta de fondos sino por los malos manejos del tesorero, que empleaba el dinero cobrado (los réditos) en beneficio personal, hasta que en 1924 fue descubierto y se le exigieron cuentas.

Entre los numerosos benefactores de la institución se cita a don Baltasar Furlong, Gobernador Interino del Estado en 1849 y al Benemérito de las Américas, Lic. Benito Juárez, quien cedió a la Academia de Bellas Artes la propiedad del edificio del ex hospital de San Pedro. Por maniobras turbias de distintas administraciones gubernamentales locales, las escrituras de tal donación desaparecieron, más reconociéndole derechos se le entregaron en insignificante recompensa unos anexos del ex convento de Santa Catarina (Avda. 2 Poniente 300), que le fueron arrebatados al poco tiempo al hacerse la venta de todo el local del citado ex convento, para la construcción de comercios y departamentos particulares.

Desde el año de 1849, por decreto gubernamental, el museo que formó en el Colegio del Estado el ilustre poblano multifacético en sus actividades, don José Manzo, fue trasladado a la Academia de Bellas Artes. A esta nueva propiedad se le dotó de otros numerosos y valiosos objetos, contándose entre las colecciones una de sesenta monedas de cobre, representaba cada moneda un triunfo de Napoleón Bonaparte.

Cuanta también la Academia con una biblioteca, si no vasta, sí selecta y valiosa, encontrándose entre sus propiedades un rico códice indígena en forma de libro que el año de 1923 fue sustraído y por diligencias oportunas restituido cuando iba en camino hacia los Estados Unidos. En esta averiguación intervino un Inspector de la Secretaría de Educación Pública, profesor Carlos Barros.

Entre los documentos valiosos de su archivo se cita el acta levantada en 1910 en ocasión de la visita que hizo al plantel el Apóstol de la Democracia don Francisco I. Madero, con su firma y la de su esposa, doña Sara Pérez de Madero. Recuerdo También grato y rico es una moneda de oro del tamaño de un "centenarioar", grabada con la efigie del Presidente de la República, general don Porfirio Díaz, que la obsequió en su visita a la Academia.

Don Mariano Bello y Acedo legó a la Academia de Bellas Artes su magnífico y valioso museo, con el edificio instalado en la Avda. 3 Poniente 302 (antigua calle de Victoria) esquina con la 3 Sur (antigua de las Peñas).

Siendo Gobernador del Estado el profesor Claudio N. Tirado se intentó que la Academia de Bellas Artes dejara de pertenecer a la Beneficencia Privada y pasara a ser propiedad del Estado. El Gobernador Tirado llamó al Director, señor Roberto A. Rojas, quien se hizo acompañar del secretario —entonces estudiante del Colegio del Estado— Enrique Cordero y Torres, para notificarles que deberían entregar las escrituras de imposición hipotecaria y valores del plantel, pues que pasaría a ser dependencia oficial; ambos se negaron; el director se apoyo en la existencia de un decreto de la Legislatura del Estado del año de 1824 donde se daba personalidad a la Academia y se reconocía su independencia. Como respuesta a dicha resistencia se sucedió una serie de ataques a la Academia en el diario local La Opinión; ello motivó la renuncia del secretario. El Gobernador Tirado llegó a ordenar que el museo de la Academia íntegramente fuera trasladado a la "Casa de Alfeñique", en donde se estaba instalando el Museo del Estado. Ante la imposibilidad de defender la vieja institución, el director, don Roberto Antonio Rojas, renunció.

A partir de 1926 la Academia de Bellas Artes quedaba constituida en dependencia oficial, bajo las ordenes, primero de la Secretaría General de Gobierno, después del Departamento de Fomento y, posteriormente, de la Dirección General de Educación del Estado.

En 1931, con motivo de la celebración del IV Centenario de la Fundación de la Ciudad de Puebla, la fachada del edificio cambio de decoración, sustituida por cantería la de cal y canto.

La Academia de Bellas Artes fue víctima en distintas épocas de verdaderos despojos: del edificio del ex Hospital de San Pedro, del anexo del ex convento de Santa Catarina, de su museo, de su caudal que ascendió a más de medio millón de pesos, sin saberse jamás el empleo que se dio a tan respetable suma; en fin despojo del Museo Bello y González, donado por voluntad testamentaria del insigne don Mariano.


* Cordero y Torres, Enrique, Historia Compendiada del Estado de Puebla, T.III, Publicaciones del Grupo Literario "Bohemia Poblana" 1986. Pág.218-224

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