La Academia de Bellas Artes de Puebla* Por Velia Morales Pérez
a primera noticia que se tiene de una academia de arte, se remonta a la Italia del renacimiento, cuando Leonardo da Vinci y un grupo de humanistas formaron una sociedad con el nombre de Academia, en honor de Academos, héroe mítico de Ática, en cuyas posesiones estaban los jardines frecuentados por los filósofos griegos, entre ellos Platón, fundador de la Academia como escuela filosófica. A partir del siglo XVI, Giorgio Vasari, pintor y arquitecto; y Federico Zuccari, pintor, erigieron las primeras academias de arte. Con el movimiento ilustrado del siglo XVIII se dio mayor impulso a la creación de academias en toda Europa, y la primera institución de este tipo fundada en Hispanoamérica fue la Real Academia de San Carlos, inaugurada el 4 de noviembre de 1785. * El presente texto es parte introductoria de la exposición La Academia de Bellas Artes. Su historia y su enseñanza, con lo que se ilustra esta semblanza de la institución. La muestra estará abierta al público hasta el 30 de enero de 2003, de las 10:00 a las 17:00 hrs, en la Casa de las Bóvedas, (Avenida Juan de Palafox y Mendoza 406). La autora labora en el Museo Universitario, estudió la licenciatura en Historia en la facultad de Filosofía y Letras de la BUAP, cursó la maestría en Historia del Arte en la unam. La exposición forma parte del quehacer cultural de la Vicerrectoría de Extensión y Difusión de la Cultura de la BUAP.
Origen,
benefactores y donaciones
n 1813, con el impulso de intelectuales poblanos que encabezó el presbítero Antonio Jiménez de las Cuevas, se instauró la Junta de Caridad, la cual anunció la creación de una escuela de primeras letras y otra de dibujo la cual se conocerá como Academia de Bellas Artes, que se instaló en la Casa de las Bóvedas, propiedad del licenciado Diego Peláez Sánchez, racionero de la catedral, iniciando sus actividades docentes el 13 de julio de dicho año, con la licencia obtenida por real cédula del 28 de marzo de 1812. Después de consumada la independencia, el congreso local confirmó la academia el 24 de mayo de 1824, y destinó para la enseñanza de las primera letras la antigua Casa de Ejercicios del Colegio Carolino, ocupada entonces por la milicia.1 Por decreto de 1849, el Museo de Antigüedades de Puebla y Conservatorio de Artes y Oficios, fundado el 16 de septiembre de 1827 en el Colegio del Estado, por iniciativa de José Manzo, se incorporó a la academia, cuyo plan de estudios, por el mismo decreto, se amplió considerablemente, y a partir de entonces se denominó Academia de Educación y Bellas Artes. En 1852 el instituto comprendía ya dos escuelas gratuitas de primeras letras para niños y una para niñas; una escuela nocturna para la enseñanza de dibujo, y otra también de dibujo para niñas. A lo largo de su historia, la academia contó con la participación de reconocidos artistas poblanos que fungieron como maestros, entre los que destacaron: Salvador del Huerto, José Julián Ordóñez, José María Legazpi, Manuel y Mariano Caro, Lorenzo Zendejas, Manuel López Guerrero, José Manzo, Agustín Arrieta, José Zacarías Cora, Francisco Morales y Daniel Dávila. El mayor auge de la academia ocurrió durante la primera mitad del siglo XIX, debido a la conjunción de esfuerzos de patrocinadores y maestros, pero en sus aulas se forjaron siempre, desde su inicio hasta que cerró sus puertas en 1973, todos los grandes artistas poblanos. Los benefactores y sus donaciones
La Academia de Bellas Artes contó con muy importantes benefactores, como lo fueron el propio Antonio Jiménez de las Cuevas, José García de Huesca, Antonio María de Ojeda, Antonio Cal y José Ignacio Rodríguez Alconedo. Según Enrique Cordero y Torres, a los benefactores arriba citados se pueden sumar a Baltazar Furlong, gobernador interno del Estado en 1849, y al Benemérito de las Américas, licenciado Benito Juárez "quien cedió a la Academia de Bellas Artes la propiedad del edificio de ex hospital de San Pedro. Por maniobras turbias de distintas administración gubernamentales locales, las escrituras de tal donación desaparecieron, mas reconociéndole derechos se le entregaron en insignificante recompensa unos anexos del ex convento de Santa Catarina (Avenida 2 poniente 300), que le fueron arrebatados al poco tiempo al hacerse la venta de todo el local del citado ex convento, para la construcción de comercios y departamentos particulares" 2. Tuvo, además dos grandes patronos, quienes donaron a la academia sus colecciones artísticas para la creación de una galería de arte; fueron los obispos Antonio Joaquín Pérez Martínez y Francisco Pablo Vázquez, éste último el primer diplomático mexicano, embajador de México independiente ante el Estado Vaticano. Una de las más valiosas pinturas de esa galería es La Sagrada Familia, copia de una obra europea que fue parte de la colección del Obispo Vázquez. La enseñanza de las artes La base de la formación artística era, y es, el dibujo, que debía dominarse utilizando como medios pedagógicos los grabados, las láminas y los yesos.
La técnica del grabado fue el principal ejercicio para reproducir imágenes y lograr la difusión de las grandes obras maestras de la pintura universal en las academias de arte de Europa, y por supuesto, de América. Con el tiempo la Academia de Bellas Artes de Puebla reunió una importante colección de grabados franceses, italianos y holandeses que reproducían obras de las épocas más importantes de la historia del arte. La influencia más notoria en la academia fue la francesa, porque además de los grabados y láminas, su biblioteca tuvo un número significativo de libros de arte de ese mismo origen. De la colección de grabados franceses de la academia, están en custodia del Museo Universitario parte de la serie La Vida de María de Médicis, realizada en el siglo XVIII por grabadores que reprodujeron las pinturas realizadas entre 1622 y 1625 por Pedro Pablo Rubens (pintor Flamenco, nacido en Siegen, Westfalia en 1577 y muere en Amberes 1640).
Dichos grabados fueron propiedad de la academia poblana y sirvieron de modelos para la enseñanza del dibujo como se hace constar en alguno de los impresos donde se anuncian los trabajos y premios de los alumnos. Los estudiantes debían aprender viendo las obras de los grandes maestros pintores: "el arte se aprende del arte", ya sea teniendo acceso a las pinturas originales, a copias de ellas, o por medio de grabados de dichas obras, para conocer y practicar los estilos artísticos. Un ejemplo de cómo se realizaba la circulación de las imágenes lo tenemos en el grabado de El diluvio, realizado por el artista inglés Jorge Agustín Periam, profesor de grabado en la Academia de San Carlos en 1853, quien realizó dicha obra a partir de una pintura del italiano Francisco Coghelli. Este grabado llegó a la Academia de Bellas Artes de Puebla, y uno de sus miembros ejecutó una pintura a partir del modelo. Exposiciones, premios y trabajos de los alumnos
En la Academia de Bellas Artes se procuraba otorgar premios a los alumnos más destacados, quienes eran elegidos tras un riguroso examen. La premiación se daba a conocer a la opinión pública y se organizaban exposiciones de los trabajos premiados en su recinto.
En 1820 ya se menciona, en el Anuncio publicado por la Junta de Caridad, a dos mujeres: Ana y Josefa Jiménez de Cisneros, como alumnas de la institución. A lo largo del siglo XIX se publicaron varios impresos en los que se anuncian las exposiciones, en los cuales aparecen los nombres de los alumnos más adelantados, como Agustín Arrieta, José Antonio y Cayetano Padilla, Bernardo Olivares, Calixto Carrión y Francisco Morales. Hasta 1973, año en que cerró sus puertas, la Academia de Bellas Artes atendió a un gran número de alumnos, muchos de los cuales, a su tiempo, se desempeñaron también como maestros. La mayor parte de los grandes pintores poblanos por nacimiento o por adopción, estudiaron en sus aulas, como Faustino Salazar, Desiderio H. Xochitiotzin, Salvador Guevara y otros que sería prolijo mencionar. 1 Leich, Hugo, Las Calles
de Puebla, p. 256, Junta de Mejoramiento Cívico y Material del Municipio de Puebla,
Puebla, 1986. José Manzo, maestro ilustre de la institución
l arquitecto José Manzo Jaramillo nació y murió en la ciudad de Puebla (1798-1869). Muy joven, participó en 1820, en la construcción del ciprés de la catedral angelopolitana, proyectado por Manuel Tolsá, y después fue encargado por el obispo Antonio Joaquín Martínez de hacer el arreglo artístico del templo, tal como ahora lo conocemos, según el estilo neoclásico de la época. Fundó el Museo de Antigüedades de Puebla y Conservatorio de Artes y Oficios en el Colegio del Estado, el primero en esta ciudad, y fue miembro fundador de la Junta Directiva de la Academia de Bellas Artes. Construyó la Penitenciaría del Estado, (actualmente Instituto Cultural Poblano) que fue su obra más importante, los altares de la iglesia de San Francisco y la portada de la Alhóndiga, el atrio del templo de San Antonio. Sus pinturas al óleo se encuentran en varios de los templos de su ciudad natal.
Estudio, devoción y belleza Por Humberto Sotelo Mendoza
omo se ha dicho en páginas anteriores, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (buap) resguarda uno de los acervos artísticos más importantes si es que no el más importante de Puebla, el cual se encuentra custodiado en el Museo Universitario, creado en 1987, con sede en la Casa de los Muñecos (calle 2 Norte núm. 2). El Museo tiene registradas 450 obras, que datan desde el siglo XVII hasta el siglo XX. Del periodo colonial se resguardan obras de artistas como José Juárez, Gaspar Conrado, Juan Tinoco, Diego de Borgraf, y Cristóbal de Villalpando, y de los siglos XIX-XX existen obras de los destacados pintores José Luis Rodríguez de Alconedo, José Manzo, Agustín Arrieta, Francisco Morales y Gonzalo Carrasco. Hace unos meses apareció el libro Estudio, Devoción y Belleza. Obras selectas de la pinacoteca universitaria en el que se presentan algunas de las obras más notables de la Pinacoteca Universitaria, escrito por los investigadores Velia Morales Pérez y Eduardo Merlo Juárez. Se trata de una magnífica edición, que aparte de las ilustraciones que contiene, incluye varios ensayos destinados a orientar al lector acerca de los autores de las obras, y acerca de cómo se formó el acervo de la Pinacoteca Universitaria, que procede básicamente de dos colecciones poblanas, la de los colegios jesuitas y la de la Academia de Bellas Artes de Puebla, las cuales subsistieron y se enriquecieron durante el siglo XIX.
Velia Morales Pérez nos señala que la primera colección de referencia reúne la mayor parte de las pinturas que surgieron en los establecimientos que tenían los jesuitas en Puebla, esto es, los colegios del Espíritu Santo, San Ildefonso, y San Javier, y en sus dos seminarios, internados o convictorios (San Jerónimo y San Ildefonso). Al ser expulsados del país los jesuitas, en 1767, sus colegios se fundieron en una sola institución, esto es, el Real Colegio Carolino, en donde se concentró el acervo pictórico que resguardaban aquéllos. Posteriormente la colección quedó bajo la custodia del Colegio del Estado, la cual fue enriquecida con algunas obras de los conventos clausurados en 1861. En 1937, por orden gubernamental, pasaron 125 obras del Colegio del Estado a la custodia de la Academia de Bellas Artes, en su recinto de la Casa de las Bóvedas (avenida Juan de Palafox y Mendoza 406). En cuanto a la colección proveniente de la Academia de Bellas Artes, está constituida por aproximadamente 155 obras. Tal institución fue fundada en 1813 por la Junta de Caridad y Sociedad Patriótica para la Educación de la Juventud, teniendo como sede la mencionada Casa de las Bóvedas. Entre los fundadores de la academia se encuentran el célebre arquitecto y grabador poblano José Manzo, y los pintores Salvador del Huerto, Lorenzo Zendejas, Manuel López Guerrero, José Julián Ordóñez y Manuel Caro.
La pinacoteca de la academia, resultado de largos años de cuidados y esfuerzos, fue dividida en 1926, al crearse el Museo Regional, en la Casa del Alfeñique, pasando a formar parte de él la mayor parte del acervo pictórico de la academia. Posteriormente la Academia de Bellas Artes, en la Casa de las Bóvedas, inauguró el Museo de Pinturas con motivo de las fiestas del centenario de la fundación de Puebla, el 18 de abril de 1931. En 1937, por orden del gobernador Maximino Ávila Camacho, parte de la colección de las pinturas del Colegio del Estado se trasladó a la Academia de Bellas Artes. Según el inventario localizado, estaba formada por 125 obras. Es en ese momento cuando se unen la Pinacoteca de la Academia de Bellas Artes y la del Colegio del Estado. Entre 1960 y 1970, también por orden gubernamental, se trasladaron 22 obras de este acervo al Teatro Principal, que constituían parte del acervo de la Academia de Bellas Artes y del Colegio del Estado. En 1973, el acervo de la academia que en ese entonces recibió el nombre de Instituto de Artes Plásticaspasó de facto a formar parte de la pinacoteca universitaria. Sólo algunas obras quedaron bajo la custodia del citado instituto, llamado en la actualidad Instituto de Artes Visuales. No podemos en este lugar, por cuestiones de espacio, continuar haciendo referencia a los aspectos más interesantes contenidos en la obra que comentamos. Sólo nos queda felicitar a los autores de la misma, ya que estamos persuadidos que el libro, Estudio, devoción y belleza, obras selectas de la pinacoteca universitaria y la exposición que se presenta en la Casa de las Bóvedas (avenida Juan de Palafox y Mendoza 406) contribuirán de manera notable a socializar entre los poblanos la gran riqueza que encierran las colecciones pictóricas que resguarda el Museo Universitario.
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