Talento, corazón, pasión por el arte musical Por Felipe Calderón Montes
ue el año de 1964, durante el rectorado del doctor Manuel Lara y Parra, cuando se crea en su primera época, el Departamento de Difusión Estética de la Universidad Autónoma de Puebla, quedando a cargo el maestro Isaías Noriega de la Vega. Los objetivos que persigue este nuevo departamento son: desarrollar la creatividad artística de los estudiantes y fomentar la difusión de eventos artísticos como elemento formativo en la educación integral universitaria. En este período, se formaron con la participación de estudiantes universitarios, una estudiantina y un coro, cuyos directores fueron: Joaquín Ramírez y José de Jesús Carreño, respectivamente. Al terminar la administración rectoral del doctor Lara y Parra, dicho departamento desapareció, quedando únicamente el coro, ahora bajo la dirección del maestro Alfonso Salazar. En 1967, quien esto escribe, tomó la dirección del coro de la UAP, grupo que a pesar de las crisis universitarias de los años subsecuentes, permaneció para convertirse en cimiento de lo que posteriormente sería el Departamento de Música de la Universidad Autónoma de Puebla. La creación del Departamento de Música, fue producto del movimiento de Reforma Universitaria, período en el que se impulsan un conjunto de acciones que tienen como objetivo fundamental, transformar radicalmente las estructuras académicas, de investigación y de extensión universitaria; además, establecer relaciones por medio de programas de colaboración con el mayor número de sectores de escasos recursos, y por supuesto, defender la gratuidad de la enseñanza, profundizar la democracia dentro de la institución y fortalecer el respeto a la autonomía universitaria. En este contexto, en el que no podemos negar aciertos pero tampoco ocultar errores, surge un nuevo modelo de Universidad. Era inaceptable, que el conocimiento práctico, científico y cultural del quehacer artístico, estuviera ausente en una institución comprometida a tomar en cuenta nuevas disciplinas científicas y técnicas que antes no existían o que se impartían en establecimientos no universitarios, pero que exigen un creciente esfuerzo de investigación y representan conocimientos y habilidades de interés social. Con este pensamiento renovador, se une el entusiasmo y mística de un gran sector de universitarios, convencidos de que para conservar la actitud crítica de la Universidad, era necesario realizar cambios sustanciales en las estructuras de la misma, para convertirla realmente en centro de investigación y enseñanza de todos los campos del saber, y proveer una formación integral, humana y técnica a quienes la componen.
Éstas eran las condiciones y el panorama universitario, Felipe Calderón Montes, director del coro de la institución, presentó el 5 de marzo de 1973, al entonces rector Sergio Flores Suárez, el proyecto para la creación del Departamento de Música de la Universidad Autónoma de Puebla. Este proyecto, contempló en lo general, el estudio, la investigación, producción y difusión de la música, y en lo particular, la impartición de las siguientes materias: solfeo, teoría e historia de la música, armonía, apreciación musical, guitarra, violín y piano; además, adelantó la posibilidad de acuerdo al desarrollo que se tuviera, de convertirse en la escuela de Música de la UAP. El 14 de marzo de 1973, por acuerdo del rector Flores Suárez, es aceptado el proyecto para la creación del Departamento de Música, iniciando formalmente sus actividades académicas con un acto de apertura que se llevó a cabo en el salón Barroco, el día 9 de abril del citado año. Este acto, fue presidido por las autoridades universitarias y estuvieron presentes maestros y alumnos del nuevo departamento. Los maestros fundadores que integraron la primera planta académica fueron: Rogelio Guerrero, violín; Jorge Suárez, piano; Alberto Salas, guitarra; Felipe Ledesma, armonía; historia de la música y apreciación musical; Adán Mauricio, solfeo; Felipe Calderón, solfeo; quedando a cargo éste último de la coordinación y organización del incipiente departamento. En cuanto a su ubicación, al carecer de espacios propios para la realización de sus actividades, se tuvo la necesidad de ocupar inicialmente el salón Barroco, salón de Banderas y salones de lo que fuera la preparatoria popular Emiliano Zapata. (Parte alta del tercer patio del edificio Carolino). En ocasiones en que estos espacios no podían ser utilizados, se impartían las clases de instrumento en los pasillos, y en lo que hoy es la rectoría, que para entonces se encontraba en remodelación, ya que estas instalaciones las ocupaba inicialmente la tesorería. Por lo tanto, entre escombros, este salón se dividía por medio de un pizarrón de dos vistas, que servía simultáneamente a dos grupos diferentes. Por necesidades propias de crecimiento, posteriormente se designaron cuatro salones que ocupaba extensión universitaria, ubicados al lado poniente del salón Barroco, lo que fuera casa habitación del prefecto general; además, la facilidad de utilizar el Teatro Universitario para clases de instrumento. La urgencia de adquirir un espacio mayor se acrecentaba en la medida en que aumentó la enseñanza de otros instrumentos y como consecuencia lógica, mayor era el número de trabajadores académicos y administrativos. No se puede negar, la impresión aceptable que causó en la vida musical de la ciudad y en lo particular de la Universidad, la creación del nuevo departamento. Las características que iba adquiriendo como resultado de su quehacer musical, lo hicieron en su momento, elemento indispensable para desarrollar el concepto de universidad social; sólo basta recordar, que en la universidad tradicional, la ciencia y la cultura se ejercían en función de sus aplicaciones profesionales; la extensión universitaria no iba más allá de los reducidos límites de las aulas; la vida cultural, se circunscribía a la celebración esporádica de actos culturales o veladas literarias, y a la publicación también esporádica de algunas obras.
La participación de los grupos musicales universitarios, (coro y estudiantina), se limitaba a amenizar ceremonias de graduación, festivales oficiales y actos sociales de funcionarios. Ante este uso de la actividad artística, era necesario demostrar que la música es un factor formativo humano de primer orden, y que correspondía a la Universidad fomentarla en su doble dimensión; por una parte, como creación artística y disciplina académica superior, y por otra como elemento formativo en la educación integral universitaria. Estos son los postulados fundamentales que le dan razón de ser al nuevo departamento. La música, como disciplina académica y creación artística, ya estaba presente en el quehacer universitario, pero era necesario desde el punto de vista pedagógico, vigorizar la formación musical de los estudiantes de música y de la Universidad en general con audiciones y conciertos didácticos. Esta fue la necesidad y razón para iniciar las ya tradicionales temporadas de conciertos universitarios, eventos que justifican y fortalecen la acción social de la Universidad, en cuanto a que ésta realiza una actividad continua de carácter educativo y cultural, acercándose a todos los sectores. La primera temporada de conciertos universitarios, se inició en el salón Barroco, el día 6 de noviembre de 1973, con la presentación del pianista Jorge Suárez, a quien únicamente se le pagaron sus gastos de transporte de la ciudad de México a esta Universidad. Es importante hacer notar, que en la programación de esta primera temporada de conciertos universitarios, se presentó por primera vez, la Orquesta de Cámara de la Universidad Autónoma de Puebla; bajo la dirección de David Cornish, entonces alumno entusiasta de este departamento, quien recibió como único pago, la satisfacción de ver conformado este grupo. La creación de esta pequeña orquesta, era una muestra del deseo de trabajo de maestros y alumnos del nuevo departamento y del interés que existía en las autoridades universitarias, por impulsar las actividades artísticas dentro y fuera de la Universidad. Desde el año de 1975, la responsabilidad de la enseñanza y difusión de la música en la Universidad Autónoma de Puebla, quedó encomendada al Departamento de Música.
Después de un proceso de elección con voto directo y secreto llega a la rectoría el ingeniero Luis Rivera Terrazas. La Universidad Autónoma de Puebla, se plantea nuevas metas y objetivos, que van aclarando la imagen de una nueva Universidad, cuyos rasgos fundamentales son de carácter democrático, crítico y popular, tesis que se fue desarrollando a través de los dos períodos rectorales que cumplió Rivera Terrazas. El proceso de desarrollo del Departamento de Música, generó necesidades. La adquisición de instrumentos musicales era apremiante. El espacio para desarrollar su quehacer académico era insuficiente y nada funcional; los muros que dividían los salones contiguos tenían puerta de acceso que permitían a los alumnos de armonía, escuchar el dictado musical de la clase de solfeo, y no se diga del sufrimiento de un incipiente guitarrista, que tenía en el salón de junto a un trompetista; la interferencia permitía escuchar las mentiras musicales de los futuros atrilistas. A pesar de estas vicisitudes, se incrementó la enseñanza de otros instrumentos como son: flauta transversa, flauta dulce, clarinete, saxofón, fagot, trompeta, trombón, corno francés, chelo y percusiones; para esta clase se adquiere un equipo instrumental de lo más completo y de calidad, que viene a reforzar el entusiasmo e interés de los alumnos de esta especialidad y se forma el primer grupo de percusiones de la Universidad, y sin lugar a duda de la entidad, bajo la dirección del maestro Félix Montero. El Departamento de Música, era una realidad incuestionable en las tareas sustanciales de la Universidad, los objetivos planteados en su proyecto, se iban concretando con el entusiasmo y trabajo de maestros y alumnos. La creación de grupos de cámara, como quinteto de metales y alientos, tríos, cuarteto de cuerdas, grupo de jazz, grupo folclórico, banda sinfónica, grupo de clarinetes, orquesta de cámara y el coro, permiten generar todo un movimiento musical que traspasa los muros universitarios. Ahora los grupos musicales, no amenizan actos sociales; el resultado de su quehacer musical es apreciado por compañeros estudiantes de las diferentes escuelas universitarias, así como instituciones educativas y ayuntamientos del Estado.
No se puede negar, la trascendental importancia que tuvieron en este movimiento las temporadas de conciertos universitarios, ya que la gratuidad a su acceso, permitió a grandes sectores sobre todo de escasos recursos, experimentar la elevación del espíritu, estimulado por la grandeza humana, representada en la creatividad y talento de artistas nacionales e internacionales. En la realización de todas estas actividades, fueron de vital importancia los intercambios y relaciones establecidas con instituciones como la Escuela Nacional de Música de la unam, Conservatorio Nacional, Escuela Nacional Preparatoria, Universidad Veracruzana e Instituto Nacional de Bellas Artes. De estas instituciones, siempre se recibió asesoría y apoyo a la docencia y difusión musical. La actividad académica del incipiente departamento, por sus renovadas formas de enseñanza, causó expectación en los centros musicales ya existentes, y sobre todo en la juventud interesada en el estudio de la música. Alumnos de esas instituciones, se inscribían en el nuevo espacio musical, con el deseo de ampliar sus conocimientos concernientes a su especialidad. A pesar de estos logros, no todo era verdad absoluta, también fue motivo de incomprensión y polémica por algunos miembros de la comunidad universitaria; no pocas fueron las reuniones, unas provechosas, otras estériles en las que se discutió el rol que debiera jugar el nuevo departamento en el contexto universitario. Era necesario según algunos, producir un arte actual, acorde al momento histórico en el que la Universidad se encontraba inmersa; para otros, el arte era creación y no repetición o imitación, por lo tanto, repetir a Bach, Mozart, Beethoven no tenía sentido; la enseñanza y dominio de una técnica, tampoco resultaba de gran importancia, ya que el hombre por naturaleza es creativo y en el momento que se lo propusiera realizaría la obra de arte.
La inquietud por cambiar las formas de concebir y producir el arte, eran lógicas; sólo basta recordar que en ese momento la Universidad se encontraba en pleno proceso de transformación; las estructuras ideológicas imperantes se resquebrajan para dar paso al nuevo concepto de la Universidad social. En estas condiciones las discusiones tienen como objetivo, encontrar el mejor desempeño del quehacer artístico universitario, y se dan en un marco de libertad que sólo la Universidad puede ofrecer como foro de desarrollo de las ideas y el conocimiento. La intención para unos, era crear una cultura proletaria acorde al discurso político del momento, olvidando que en la historia del conocimiento humano, no se ha dado la generación espontánea; por lo tanto, si queríamos nuevos patrones para el desarrollo cultural universitario, tenían que fundamentarse en el conocimiento acumulado, por la humanidad a través de su desarrollo; porque por profundas que resultaran estas transformaciones, sería imposible borrar una cultura que es inextinguible, y que el hacerlo, implicaría el desconocimiento de la existencia del hombre mismo. Con estos argumentos, se siguió escuchando en los recintos universitarios Canto Gregoriano, Polifonía y el acervo musical que los grandes maestros han legado a la humanidad. La inquisición de equipo instrumental, material bibliográfico y el aumento en la inscripción, generó requerimientos de nuevos espacios para el desarrollo de las actividades del departamento. En el año de 1976; se designan siete salones que ocupó la escuela de Odontología, mismos que se encuentran ubicados en el lado sur del segundo patio del edificio Carolino y uno más en el primer patio del mismo recinto, para funcionamiento de la dirección.
Las actividades tanto académicas como de difusión, se desarrollan con normalidad; ya existe la idea de transformar el departamento en la escuela de Música, pero las carencias son muy marcadas; por un lado, la falta de un espacio propio y adecuado, así como el instrumental necesario que permitiera desarrollar las actividades sustanciales de la nueva escuela; y por otro lado, la carencia de maestros que garantizaran la excelencia académica. Respecto a este problema, es importante hacer notar que nos encontramos en el sexenio presidencial que generó un movimiento musical elitista, que se caracterizó por la formación de grupos sinfónicos en la ciudad de México, integrados en su mayoría por músicos extranjeros, ofreciendo sueldos que nunca antes se habían pagado. Este fenómeno repercutió negativamente en algunas escuelas de música de provincia y muy especialmente en el Departamento de Música de la UAP, ya que varios de sus profesores, renunciaron a sus clases por haber sido contratados por los nuevos grupos sinfónicos. Esta fiebre musical, oficial de sexenio, fue de poco provecho para la educación musical de México, ya que era más fácil dirigir una orquesta con músicos capacitados, que capacitar músicos para dirigir una orquesta. Como se verá, las bondades del "desarrollo musical oficial", no beneficiaron a las escuelas de música, y menos a las de provincia, ya que los grandes subsidios estaban destinados al pago y promoción de las nuevas orquestas, ignorando los problemas reales de la educación musical de este país. Enmarcado en los festejos del IV Centenario de vida académica de la Universidad Autónoma de Puebla, se lleva a cabo el primer Concurso Nacional de Piano, los días 16, 17, 18 y 19 de mayo de 1978, resultando ganador el joven pianista Gustavo Morales. Dicho certamen, es convocado por el Departamento de Música, y tiene como objetivo fundamental, estimular y fomentar la educación musical de los jóvenes mexicanos. La aceptación de este concurso por los estudiantes de la especialidad fue tal, que se siguió realizando en los años subsecuentes.
En el subsidio de 1981, se autorizaron diez millones de pesos para la construcción de un edificio para el Departamento de Música, los requerimientos eran múltiples y demandaban un edificio propio que solventara sus necesidades. A partir del primero de octubre del citado año, el maestro Calderón Montes, se ausenta de las funciones como coordinador y renuncia en forma irrevocable a este cargo el día 9 de agosto de 1982, quedando como coordinador interino el maestro Adán Mauricio Alonso, quien convoca a elecciones democráticas para elegir el nuevo coordinador, recayendo este nombramiento en el maestro Clemente Romero Campos, quien tomó posesión el 3 de marzo de 1983. Las actividades del Departamento de Música, tanto académicas como de difusión, se siguen realizando con el mismo entusiasmo de maestros y alumnos. El problema de espacio se ve temporalmente resuelto, cuando se le designa para su funcionamiento el edificio ubicado en la calle Maximino Ávila Camacho 229, lugar en donde permaneció muy poco tiempo, ya que posteriormente, estas instalaciones por razones de reacomodo de algunos departamentos y escuelas universitarias, fueron ocupadas por la escuela de Filosofía y Letras. Estos movimientos y la no construcción de un edificio propio, hicieron que en agosto de 1984, el departamento se instalara en forma definitiva, en la casa ubicada en la calle 8 oriente 409, llamada casa del Alguacil Mayor. Estas instalaciones, si bien no tienen las características específicas para el funcionamiento de una escuela de Música, si permite la colocación de una biblioteca, fonoteca, y cuenta con los salones necesarios para el ejercicio y desarrollo de las actividades sustanciales del departamento. La forma para elegir coordinador, se caracteriza por su espíritu democrático, la expresión mayoritaria es la que determina a las personas designadas, y así es como llega a la coordinación el maestro Adán Mauricio Alonso, el 10 de abril de 1989.
Suele ocurrir, que quienes arriban al departamento en un momento determinado, a veces no tienen presente lo que se hizo en muchos momentos previos, de aquí que en ocasiones resulten inconformidades, que si bien son positivas en cuanto a que propician nuevos cambios, también pueden ser injustas en cuanto a que desconocen esfuerzos precedentes. Para algunos de los que hoy integran parte del departamento, podría ser natural considerar que poco es lo hecho, o poco lo que se hace, pero si conoce lo que el departamento es y representa, además, si tiene en cuenta las condiciones y punto de arranque y el punto al que ha llegado, se verá sin duda alguna la tarea realizada. Las condiciones actuales del departamento no son las óptimas ni las deseables; por fortuna es parte de una Universidad, que se caracteriza por una incesante renovación de lo que hace y de quienes lo hacen; por lo tanto, es necesario someterse a un cambio incesante de renovación perpetua y movimiento continuo, que le den vigor y lo justifiquen. Es oportuno analizar, qué ha sido, qué es y qué puede y debe ser el Colegio de Música de la Universidad Autónoma de Puebla; que se revise lo conseguido y cómo se ha logrado, que se examine su situación presente y si las condiciones favorecen para su transformación a escuela, es responsabilidad de todos los que integran su comunidad, trabajar intensamente hasta llevar a feliz término este proceso; es imperante asegurar la vida académica y función social del hoy Colegio de Música de la Universidad Autónoma de Puebla. Si queremos conservarlo debemos transformarlo. La música coral y su origen
l canto cristiano, posteriormente llamado romano y hoy conocido como gregoriano, que marcó los primeros siglos de nuestra era y llenó una amplia etapa a lo largo de la edad media, representa una joya de innegable valor y trascendencia musical. Sin su estudio es imposible comprender el inicio y desarrollo de la polifonía, de la cual es antecedente directo, y de la música en general. El canto gregoriano está íntimamente ligado al proceso histórico que la liturgia cristiana tuvo hasta antes del Concilio Vaticano II, ya que después de éste, el canto gregoriano quedó fuera de la liturgia católica, aunque no en forma oficial sí en la práctica. Aunque no se tienen datos concretos, hay indicios de que el canto ocupó lugar importante en la liturgia de los primeros cristianos, mismos que por su procedencia judía y miembros de las comunidades hebraicas, de sus prácticas litúrgicas en las sinagogas tomaron las partes más importantes incluyendo sus cantos, para la integración de la liturgia cristiana. En cuanto a las melodías, con frecuencia se modificaban por convenir a las necesidades litúrgicas de los primeros cantos religiosos (Jerusalén, Damasco, Antioquía, Sidón, Tiro y Efeso) o por la influencia cultural de los mismos, para entonces condenados a la clandestinidad. En el siglo III, dos nuevas ciudades irrumpen en la cristiandad, como indiscutibles focos de interés e influencia cultural: Alejandría y Bizancio, en esta última Constantino estableció la capital de su imperio. Es hasta la proclamación del Edicto de Milán (313) cuando el cristianismo obtiene su libertad de ejercicio. Con esta tranquilidad pública, la iglesia logra un gran desarrollo que comprende el nacimiento de las grandes basílicas y monasterios, así como la mejor organización de su liturgia.
Una vez promulgado el Edicto Liberador de 313, Roma se convierte en un gran centro religioso; además de organizar su liturgia, el Canto Romano (llamado así por la sede religiosa) cobra gran desarrollo. Surge la Salmodia Antofónica (dos coros alternos) y el canto responsorial (solista y coro o solista y asamblea), y se cantan salmos en toda la Iglesia. Esta nueva organización en la liturgia cristiana inicia las diferencias entre la iglesia de oriente y la de occidente. La clandestinidad de la iglesia en sus primeros siglos contribuyó a que se desarrollara la liturgia de cada centro religioso, con características diferentes, por lo tanto, era necesario unificar criterios; por lo que Roma, ya como Sede Apostólica, saca su "Lex Romana", para evitar la diversidad litúrgica dentro de la Iglesia. Canto Gregoriano El Canto Romano adquiere su forma definida en el pontificado de Gregorio Magno (590-604), que fue quien lo revisó y ordenó, tomando a partir de entonces el nombre de "Canto Gregoriano", en honor de su organizador. Con el deseo de unificar la liturgia de todo occidente, el Canto Romano, ahora Gregoriano, fue introduciéndose lenta e inexorablemente en toda la cristiandad europea, y así vemos como van apareciendo importantes escuelas de Canto Gregoriano en Inglaterra, Francia, Alemania y España, mismas que se desarrollaron principalmente en los monasterios, lugares en donde se han hecho grandes aportaciones al canto Gregoriano, como resultado de exhaustivas y serias investigaciones. Hoy, para desgracia de la cultura y la enseñanza musical, y sobre todo para la música religiosa, la práctica del Canto Gregoriano ha caído en desuso, archivando en esta forma la fuente musical más importante, que ha servido através de los siglos de consulta y elaboración para muchas obras de la literatura musical universal.
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