Escuela preparatoria Licenciado Benito Juárez García Por Walter Fernando Vallejo Romero
a Benito Juárez es la más antigua de las preparatorias universitarias. Lleva ese nombre a partir del traslado de las antiguas preparatorias diurna, fundada en 1933, y nocturna, creada en 1952, que remontan sus antecedentes hasta el antiguo Colegio del Estado, y es la heredera directa de las dos escuelas originales. Esto se manifestó incluso en el hecho de que, al cambiar de sede y adquirir su nombre actual, conservó algunos años la división en dos unidades académicas antes de que fuesen fusionadas en la escuela única que hoy existe. Su historia ha estado tan ligada a los sucesos universitarios que muchas veces se confunde con la de la Universidad, siendo imposible explicar los acontecimientos de la preparatoria sin hacer referencia al marco general de la institución. Durante el proceso de reforma que se gestó en la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) en las décadas de los sesenta y setenta, la comunidad preparatoriana jugó un papel de primer orden en el movimiento y fue garante de que continuase siempre por el camino de progreso universitario que se había marcado. Con el correr del tiempo, ha adquirido un sólido perfil que se denota en la calidad académica de sus profesores y egresados, así como en su incidencia en la reformulación de las políticas generales referentes al nivel medio superior universitario. Aparte de la investigación documental, para la elaboración del presente número de Tiempo Universitario, se contó con los testimonios de Alberto Xicoténcatl Cabrera, Esteban Mejía Morales, Luz María Muñoz Díaz, Angélica Silva Ortiz y Carmen Silva Torres, así como el apoyo de Blanca Ruiz Jiménez y Gloria Pardo y Vázquez.
La Reforma Universitaria en las preparatorias
l 5 de abril de 1963, el doctor Manuel Lara y Parra fue designado rector por el consejo universitario. El 5 de diciembre del mismo año, él nombró director de la diurna al profesor Enrique Aguirre Carrasco y director de la nocturna al doctor Francisco Arellano Ocampo. Ambos iniciaron el proceso de reforma de estas dos escuelas. Se requería restaurar las aulas y laboratorios pues, por ejemplo, el de física, sólo contaba con un conjunto de aparatos inservibles. Los de química y biología carecían de todo. Los alumnos tenían que consultar libros casi deshechos de fines del siglo XIX. No había textos de biología, matemáticas ni química. Hubo que formar la primera biblioteca de estas escuelas en uno de los salones del segundo patio del Carolino, adaptando mesas, sillas e iluminación y colocando anaqueles con los libros que se alcanzaron a comprar con el magro presupuesto con el que se contaba. La preparatoria nocturna funcionaba oficialmente de las cinco de la tarde a las doce de la noche y, en algunos casos, hasta la una o dos de la madrugada, lo que denotaba una preocupación por llevar el bachillerato a la clase trabajadora pero hacía muy difícil que se obtuviera un buen rendimiento académico.
Para actualizar el plan de estudios, en 1964 se becó a los profesores de las asignaturas básicas en cursos de especialización para que modificaran su metodología docente. En la escuela se implantó el método de enseñanza de la física denominado PSCS. que, a escala mundial, era el más avanzado para el nivel de bachillerato. Fue organizado un curso de matemáticas para docentes, impartido por profesores de la recién organizada escuela de Físico-Matemáticas. La asignatura de química fue también modificada, dándole mayor calidad, y los laboratorios fueron mejorados. Se organizó un curso moderno para la enseñanza del inglés, para profesores de esta asignatura. También se le dio atención a la educación física, para lograr la armonía vital del joven, pese a la dificultad de no contar con espacios adecuados para la práctica deportiva. Para garantizar la calidad de los estudiantes que ingresaban a las preparatorias, se instituyó un método selectivo para alumnos por medio de un examen psicométrico, que dio magníficos resultados. Los programas de las asignaturas fueron totalmente reformados. Se nombraron profesores adecuados y, por vez primera, se profesionalizó a algunos de ellos. Se formaron academias por asignaturas que funcionaron guiando a los alumnos en sus labores. Todavía en el Carolino, se limpiaron muros y columnas, las aulas fueron provistas de iluminación adecuada y se procuró la limpieza en general pero era imposible lograr una auténtica reforma si no se modificaban las condiciones físicas existentes. La construcción del edificio Ante la necesidad de que las preparatorias contasen con un espacio adecuado para sus actividades, en 1964 el rector Manuel Lara y Parra recurrió a la fundación Mary Street Jenkins cuyo presidente, Manuel Espinosa Iglesias, era un antiguo amigo y condiscípulo del rector. Con la intervención del gobernador se logró su anuencia para financiar la construcción de un nuevo edificio para estas escuelas. Los terrenos para la obra, fueron donados a la Universidad por los ejidatarios de San Baltazar. En mayo de 1964, el rector encomendó a los directores de las preparatorias que realizaran un estudio de necesidades de sus escuelas y presentasen el proyecto de reformas requeridas para su mejor funcionamiento. El estudio fue entregado al gobernador que, a su vez, lo presentó a Espinosa Iglesias. Éste encargó la obra al ingeniero Humberto Rojas Lions, director de obras del Estado. El proyecto constó de dos módulos para salones de clase, de dos plantas cada uno; un cuerpo de edificio separado y colocado al norte de las aulas, para laboratorios, y un cuerpo más para las oficinas y los cubículos de profesores. Se proyectó también construir edificios para biblioteca, auditorio y cafetería; una pista de atletismo, un campo de futbol, otro de beisbol, canchas de basquetbol y frontenis, gimnasio, vestidores y dos albercas, una de ellas olímpica, pero estas obras no se realizaron. Durante la construcción del edificio, en octubre de 1964 se generó un movimiento popular, en el que participó la Universidad, en contra del gobernador Antonio Nava Castillo. Este conflicto culminó con la salida del gobernante, lo cual estuvo a punto de cancelar el proyecto del nuevo edificio, llegándose a pensar que sería entregado a alguna institución privada. Sin embargo, el nuevo gobernador, el ingeniero Aarón Merino Fernández, procuró tranquilizar la relación del gobierno con la UAP y por ello, entre otras cosas, apoyó la conclusión de la obra. La extensión de las nuevas instalaciones requería de una erogación considerable para su equipamiento y, dado el poco subsidio con que se contaba, no hubiera sido posible dotarlas de los muebles y artículos necesarios para su funcionamiento. El gobernador proveyó entonces parte del mobiliario y, después, la fundación Jenkins equipó los laboratorios de ciencias. Las partes proyectadas pero no construidas quedaron para ser concretadas en mejores tiempos. El traslado a San Baltazar
Cuando el nuevo edificio estuvo listo, resultó que los estudiantes se negaban a ocuparlo. Los alumnos de las escuelas profesionales, que entonces se concentraban casi todas en el Carolino, les habían aconsejado que no abandonasen este edificio pues no querían perder la fuerza de los preparatorianos, que había sido esencial en las luchas por la Reforma Universitaria y contra el gobierno de Nava Castillo, en las que se requirió de gran valor, fuerza y decisión. Costó mucho trabajo a las autoridades universitarias convencerlos de la necesidad del traslado. Al final, después de una amplia labor de convencimiento que fue ganando voluntades, se impuso la razón y los preparatorianos aceptaron el cambio de sede, que se realizó el 13 de agosto de 1965. El entusiasmo brotó entre los estudiantes que contrataron mariachis, entonaron Las Golondrinas y marcharon por las calles al nuevo inmueble. Entre música y cohetes recorrieron a pie la distancia entre el Carolino y San Baltazar. Para la ceremonia de inauguración se invitó al gobernador a que descubriera una placa conmemorativa. En el acto, el doctor Arellano, director de la nocturna, pronunció un emotivo discurso en el que dio a conocer que ambas preparatotrias adoptaban ese día el nombre de Benito Juárez. También habló el director de la diurna y los presidentes de ambas mesas directivas estudiantiles. Se realizó un recorrido por las nuevas instalaciones en medio del júbilo juvenil. Años después, la placa fue retirada por manos desconocidas. Acontecimientos universitarios
a gestión del rector Lara y Parra, que fue un gran impulsor de la Reforma Universitaria, no fue del agrado de algunos grupos políticos. En la escuela de Medicina se cuestionaba su actuación; por otro lado, los miembros del Frente Universitario Anticomunista (FUA) nunca dejaron de criticarlo, tildándolo de comunista por no comulgar con la ideología reaccionaria. Según narra Lara y Parra en su libro La lucha universitaria en Puebla, el consejo universitario acordó que debería sujetarse a un horario de ocho horas de oficina al día. Esto bloquearía las tareas que se realizaban fuera de ese lugar. Sin intención de enfrascarse en una lucha por el poder, presentó su renuncia y el 10 de septiembre de 1965 el consejo universitario designó a José F. Garibay Ávalos como rector interino. Fue un triunfo de los enemigos de la Reforma Universitaria, que pretendían retrotraer la Universidad a la situación en que se encontraba antes de 1961. El nuevo rector se convirtió en la esperanza de la derecha poblana y permitió que el gobierno adoptara medidas tendientes a establecer un control absoluto sobre la Universidad. Durante su gestión floreció el porrismo y la violencia y la corrupción fueron sistemáticas. A lo largo de dos años, la UAP fue escenario de una campaña anticomunista que aparentaba provenir del seno del movimiento universitario. Los directores de las preparatorias, Físico-Matemáticas y Medicina fueron destituidos, acusados de comunistas. En marzo de 1966, las escuelas preparatorias, diurna y nocturna, Físico-Matemáticas, Ciencias Químicas y Economía, demandaron la renuncia del rector y éste decidió cerrarlas. Los universitarios progresistas se aglutinaron en el Movimiento Universitario 23 de Marzo. El rector les declaró la guerra, desatando la violencia en su contra. A partir de ahí, fue frecuente el choque entre quienes respaldaban al rector y los estudiantes progresistas. Como parte del vandalismo de los partidarios del rector, fueron destruidas las instalaciones de Físico-Matemáticas y las preparatorias, también parcialmente las de Economía. En agosto de 1966, con el objetivo de desarticular el movimiento, Garibay decidió reiniciar clases de preparatoria, pero no en San Baltazar, sino en Medicina, uno de sus pilares fuertes. Los preparatorianos, se dividieron entre quienes aceptaron esta medida y quienes decidieron mantener el movimiento opositor. Estos últimos fueron mayoría, suscitándose nuevos enfrentamientos violentos aún en las instalaciones de Medicina. El clima de inestabilidad culminó a mediados de 1967, cuando en la elección de la mesa directiva de la Federación Estudiantil Poblana, el grupo contrario al rector obtuvo una amplia mayoría, lo que originó la renuncia de Garibay. Los partidarios de la Reforma Universitaria obtuvieron un triunfo que significó un gran paso en favor del respeto gubernamental a la autonomía universitaria. Los preparatorianos habían sido parte fundamental de esta lucha y celebraron jubilosamente el triunfo. Para dirigir la institución, el consejo universitario designó una junta administrativa integrada por cuatro representantes de las principales corrientes políticas universitarias. La sustitución permitió que las aguas recuperaran temporalmente su nivel en la Universidad. El 31 de julio de 1967 las preparatorias regresaran a San Baltazar. Los sucesos de 1969 En 1969, ante la dificultad para responder a la demanda de ingreso, las autoridades decidieron restringirlo en las tres escuelas más saturadas: Medicina y las dos preparatorias, mediante exámenes de admisión selectivos. Los estudiantes rechazados en unión con los universitarios progresistas emprendieron una lucha por resolver por otras vías el problema de la falta de cupo. En Medicina demandaban la ampliación del número de grupos de nuevo ingreso, mientras que los del bachillerato organizaron la creación de una preparatoria popular a lo que se opusieron los círculos más reaccionarios de la sociedad poblana. Durante meses se suscitaron enfrentamientos violentos entre progresistas y reaccionarios, estos últimos encabezados por el consejero universitario y el presidente de la sociedad de alumnos de la escuela de Derecho, Raúl Méndez Morales La Salerosa y Gildardo Ramos Cortés El Chino Pistolas, respectivamente. En febrero de 1970, el consejo amplió a 350 los lugares de nuevo ingreso en la escuela de Medicina y, el 12 del mismo mes, legalizó la existencia de la preparatoria popular Emiliano Zapata. 1971-1973
El 9 de febrero de 1971, los comités de lucha estudiantil tomaron el Carolino y difundieron un manifiesto para dar un nuevo impulso a la Reforma Universitaria. Nuevamente, la comunidad preparatoriana se incorporó a la lucha progresista. El día 20, el consejo universitario desconoció la preparatoria popular y acordó que sus 578 alumnos se incorporaran a la Benito Juárez. Los preparatorianos rechazaron ese acuerdo, negándose a acatarlo. El 30 de marzo tomó posesión un nuevo consejo universitario. La mayoría resultó simpatizante del nuevo movimiento. Los estudiantes y profesores del FUA, ahora organizados en los grupos Náhuatl y Juventud Nueva, en alianza con los porros de La Salerosa y algunos directores, organizaron el Bloque de Ciudad Universitaria para oponerse al movimiento progresista. Ante la inestabilidad universitaria renunciaron los miembros de la junta administrativa que aún permanecían en sus cargos y el 26 de marzo el consejo nombró rector al abogado Ignacio Flores Rojas, pero el conflicto se agudizó y el nuevo rector también dimitió, nombrandose en su lugar a Martín Carbajal. Se desató entonces una furibunda campaña de prensa en contra de los reformadores. De febrero a junio fueron frecuentes los enfrentamientos violentos en los que, el 6 de agosto de 1971, murió el estudiante de la preparatoria nocturna Marco Antonio Márquez Martínez. El 7 de agosto, el consejo universitario expulsó a 36 estudiantes, entre ellos a La Salerosa. La situación originó tal inestabilidad en las preparatorias, sobre todo en la diurna, que en esta escuela fueron nombrados seis diferentes directores durante 1971. Fuera de la Universidad también crecía la inestabilidad política al gestarse numerosos movimientos populares. El 14 de abril de 1972, el gobernador Moreno Valle renunció y el Congreso del Estado designó en su lugar a Gonzalo Bautista OFarrill, quien agudizó la represión. El 8 de junio de 1972, en el consejo universitario, un partidario del rector Martín Carbajal propuso que su interinato fuese transformado en definitivo. Los consejeros progresistas abandonaron la sesión rompiéndose el quórum. Se desató entonces la violencia entre los partidarios de Carbajal y los comités de lucha. Como consecuencia el consejo universitario destituyó a Martín Carbajal, expulsó a los miembros de la junta que dirigía la preparatoria y designó rector al químico Sergio Flores Suárez. Como éste era miembro del Partido Comunista Mexicano (PCM), las fuerzas reaccionarias, encabezadas por el gobernador Gonzalo Bautista y el empresarial Comité Coordinador de la Ciudadanía Poblana (CCCP) desataron una fuerte campaña contra la Universidad. Uno de sus blancos principales fueron las preparatorias, tanto la Benito Juárez como la popular. Ante la violencia, los directores de las preparatorias y el rector, decidieron trasladarlas al Carolino, a fin de brindar seguridad a los estudiantes. El 22 de junio de 1972 el consejo universitario destituyó a los directores de las preparatorias diurna y nocturna, nombrando en su lugar a Pedro Guevara y Joel Arriaga. Este último fue asesinado el 20 de julio de 1972, siendo la primera víctima de la represión. Meses más adelante, el 20 de diciembre, fue también asesinado Enrique Cabrera y, el 1º de mayo de 1973, el Carolino fue balaceado por policías y pistoleros del gobernador, cobrando cuatro vidas. Al unísono con la comunidad universitaria, las tres preparatorias entraron en paro indefinido y se sumaron a las movilizaciones que motivaron la renuncia de Bautista OFarrill, el 8 de mayo de 1973. Las preparatorias habían jugado un papel de primer orden en la defensa de la Universidad, por el respeto a la autonomía institucional y la consolidación del proceso de Reforma Universitaria. La fusión de las preparatorias
n la década de los ochenta, el incremento en la demanda de educación media superior determinó que fuesen creadas nuevas preparatorias. Todas funcionaban en dos turnos con una dirección, una planta docente y una planta administrativa, mientras que en las Benito Juárez todo esto se encontraba duplicado. Al finalizar la década, existían nueve preparatorias de la buap, incluidas la diurna y la nocturna; de ellas únicamente las Benito Juárez funcionaban separadas pero en un mismo edificio. Ya se hablaba entonces de la necesidad de fusionar ambas escuelas en una sola pero los preparatorianos se resistían a esta propuesta pues se apegaban fuertemente a la tradición de contar con dos escuelas en el mismo sitio. Al inicio de la década de los noventa, como resultado de la confrontación intrauniversitaria de 1989-90, se discutió la necesidad de reformar la legislación universitaria y adecuar la institución a los cambios generados en el ámbito estatal, nacional e internacional. El 27 de noviembre de 1990, después de una amplia consulta y discusión, el consejo aprobó los proyectos para una nueva Ley de la BUAP y su correspondiente Estatuto Orgánico, que fueron entregados al Congreso del Estado para su discusión y, en su caso, aprobación. En 1991, después de que el Congreso del Estado reformó la Ley de la Universidad, el consejo universitario se estableció como consejo constituyente, para reformar el Estatuto Orgánico de la institución que fue aprobado el 28 de septiembre de 1991. En él se determinó que la preparatoria Benito Juárez García debía ser considerada como una sola unidad académica estableciéndose, en su artículo séptimo transitorio, que: "En el caso de la Escuela Preparatoria Benito Juárez García, la integración del Consejo de Unidad Académica único y la elección del Director correspondiente se efectuará al concluir sus períodos respectivos los actuales directores de las preparatorias Diurna Benito Juárez y Nocturna Benito Juárez." La fusión quedó así legalmente plasmada. Faltaba que fuese concretada con la elección de un solo director y un solo consejo de unidad académica pero esto ocurrió hasta 1994, resultando electa la química Virginia Notario Stivalet como primera directora de la preparatoria unificada. La actividad académica
onocidos como losDPSIAS, los Departamentos de Psicología Aplicada, nacieron en 1972 para brindar apoyo didáctico a los profesores y asesoría educativa a los estudiantes. Se proponían también investigar las causas de la drogadicción, evaluar comparativamente el examen de admisión por conocimientos y el psicométrico, detectar las causas de la irregularidad académica y proponer soluciones para estos problemas. En 1978, siendo directivos Arturo Loyola González y Jorge Sánchez Zacarías, los cerraron porque, debido a su estrechez económica, los DPSIAS no cumplían con los objetivos planteados. Los congresos de las preparatorias En febrero de 1980, se realizó el Primer Congreso Interno de la preparatoria nocturna. Se resolvió sobre formas democráticas de gobierno, lucha contra la burguesía, examen selectivo de ingreso y cursos de formación didáctica y actualización profesional. En mayo de 1981 se efectuó el Primer Congreso General de Preparatorias. El mes anterior se realizaron congresos internos de la diurna y la nocturna. En los resolutivos generales destacan los señalamientos acerca de la necesidad de actualización curricular del bachillerato y, por vez primera, el de la unificación de ambas preparatorias. Las transformaciones Al inicio de los noventa, los profesores de la preparatoria se sumaron a las discusiones para la modernización curricular del bachillerato de las que surgieron diversos planes de estudio que culminaron con el denominado Plan 5, actualmente vigente. Con esto, la Benito Juárez se sumó al esfuerzo colectivo por elevar el nivel académico de las preparatorias y así evitar su separación de la Universidad. La preparatoria Benito Juárez actualmente goza de un gran prestigio. El perfil socioeconómico de los estudiantes corresponde a la clase media. En su mayoría son hijos de profesionistas junto con miembros de las clases populares y, según afirma la directora, Patricia Campi Reyes, tienen espíritu de lucha, esfuerzo y combatividad. Las obras materiales que quedaron pendientes en 1965, han sido retomadas y se han agregado nuevos proyectos: una cafetería, una farmacia universitaria y campos deportivos renovados. Su cancha de futbol es la casa de los «Lobos BUAP». La biblioteca de la escuela, originalmente llamada Ignacio Ramírez, El Nigromante, fue reinaugurada el 29 de junio de 1977 y ahora lleva el nombre del novelista mexicano Ermilo Abreu Gómez. Se cuenta con un auditorio y laboratorios de Física, Química, Biología, Computación e Inglés; una sala de juntas, una sala de profesores y cubículos para cada una de las asignaturas.
Durante la actual gestión, la inversión en obra física ha sido fuerte: se remodelaron el edificio de los laboratorios y las canchas, se construyó la sala de usos múltiples de la biblioteca y se renovaron las instalaciones eléctricas, lo cual repercute en un mejor aprovechamiento académico. Admisión en las escuelas profesionales Los resultados alcanzados por los egresados de la preparatoria Benito Juárez en el examen de admisión del College Board para las escuelas profesionales han sido los siguientes: El monumento a Juárez
l adoptar las preparatorias el nombre de Benito Juárez, se pensó erigir ahí un monumento que recordara al héroe. La idea no era colocar un busto o la efigie tan comúnmente repetida en cada población del país sino algo más significativo: se tomó en cuenta que Cuauhtémoc había sido el último gobernante azteca. Su nombre significaba Águila que cae, águila en descenso o sol poniente y, efectivamente, fue un águila vencida por el conquistador español. Durante más de trescientos años, no hubo otro gobernante indígena en el país hasta que Juárez llegó a la presidencia de la república. Éste significó entonces una nueva águila que surge con nuevos bríos, como símbolo del México que se levanta con las mismas dotes de lucha que ya había demostrado en su historia; una nueva águila redentora de la raza caída. En 1965, la idea fue llevada por Lara y Parra al escultor José Luis Silva Carranco quien la plasmó en una maqueta de yeso que fue presentada al gobernador. Éste la acogió con beneplácito, iniciándose la obra sobre la piedra basáltica característica de la arquitectura mesoamericana. El diseño del monumento es original y único en el país, además de altamente simbólico. Una obra de esta naturaleza debería tener características nacionales, alejándose de los modelos estéticos de corte europeo En él, la figura de Juárez se confunde con el cuerpo de un águila; el cuello y la cabeza del ave forman parte del brazo del héroe que se levanta en actitud de orador, llena de vigor como alguna vez debe haberlo sido el Benemérito, al determinar que México ya no era tierra de conquista y que la voluntad de todo un pueblo era dar merecido ejemplo al mundo conquistador. Las alas del águila cubren el cuerpo del hombre; una serpiente, símbolo de Quetzalcóatl, rodea la figura en su parte inferior. Entre los huecos dejados por la serpiente, el artista dejó aparecer las figuras de algunos próceres de la Reforma: Ponciano Arriaga, Melchor Ocampo, Ignacio Ramírez El Nigromante, José María Lafragua, Guillermo Prieto, Manuel Doblado, Jesús González Ortega y Santos Degollado. En el diseño original, Juárez sostenía una corona de laurel destruida en su mano izquierda, como símbolo de la derrota del imperio que dio paso a la república, y las alas del águila estaban recogidas. Las modificaciones que se advierten en la obra final se deben a la costumbre del autor de perfeccionar sus diseños en el momento mismo de su ejecución. El monumento se ubicó en lo que originalmente fue la entrada principal de la escuela, proyectándose construir frente al mismo una gran explanada para dar cupo al público que, año con año, rinde homenaje a Juárez. Para financiar la obra, en 1965 se constituyó un Patronato pro Monumento de la Reforma para las Escuelas Preparatorias que organizó una colecta popular a través de la venta de bonos de un peso entre los universitarios.
La obra fue suspendida porque un grupo de vándalos agredió a pedradas al maestro Silva y golpeó con macanas a sus trabajadores, obligándole a dejar inconcluso el trabajo. Nunca se supo quienes agredieron al escultor, pero la voz popular culpó a la derecha poblana y su brazo universitario, el FUA. En 1972, siendo rector Sergio Flores, se intentó concluir el monumento pero la dinámica universitaria impidió que entonces se le brindase la debida atención a este asunto. Fue hasta 1996 cuando el rector José Doger contrató a Carmen Silva Torres, hija del ya fallecido autor de la escultura, para que terminara la obra y se construyó una pequeña explanada a su alrededor, sin que jamás alcanzara la magnitud simbólica que se había proyectado originalmente; además de que la práctica impuso que las entradas a la escuela se ubicasen cerca de la esquina de la 14 sur con el circuito interior. La entrada original fue finalmente tapiada, convirtiéndose la explanada en uno de los patios internos de la escuela.
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