Universitarios de la UAP por la solidaridad y contra la guerra
omo es del conocimiento público el pasado 26 de marzo el rector de la la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Enrique Doger Guerrero, convocó a una marcha de repudio a la invasión del gobierno norteamericano a Irak, a la cual asistieron no menos de 30 mil universitarios. Tal iniciativa se inserta en la gran tradición de solidaridad de nuestra máxima casa de estudios hacia los pueblos y naciones que sufren atropellos e invasiones por parte de las potencias que pretenden imponer sus designios al orbe. Esta tradición se remonta a fines del siglo XIX, en los tiempos del Colegio del Estado, cuando los estudiantes del mismo organizaron diversas movilizaciones de apoyo a la independencia de Cuba. En el ensayo "Una remembranza del Colegio del Estado", publicado en mayo de 1925, el doctor Francisco L. Casián ex director de dicho centro de estudios narra cómo los estudiantes del Colegio salieron a la calle exigiendo la libertad de "la perla de las Antillas", gritando las siguientes consignas: "¡Viva Cuba libre!", "¡viva Maceo!", "¡mueran los españoles!" 1. La tradición solidaria de los estudiantes del Colegio marchó en contrapunto con su enérgica defensa de la soberanía de nuestro país. Así, cuando en abril de 1914 la flota norteamericana se encontraba al acecho en los puertos de Tampico y Veracruz, aquellos se prepararon para enfrentar una posible invasión al país, formando cuerpos de voluntarios para combatir al agresor, los cuales se comprometieron "a ofrendar sus vidas en aras de la patria... La ciudad de Puebla fue escenario de los preparativos y los ejercicios militares. Los estudiantes del Colegio, máuser en mano, se adiestraron en el Paseo de San Francisco, y obtuvieron quinientos pesos de la tesorería municipal para la compra de uniformes" 2.
Desde los albores del siglo XX hasta su culminación, los universitarios de nuestra máxima casa de estudios continuaron solidarizándose con los pueblos y naciones agredidas. Sobresalen al respecto las movilizaciones de apoyo a la URSS y a los otros países invadidos por las tropas hitlerianas durante la segunda guerra mundial, las acciones de solidaridad hacia los republicanos españoles al ser derrotada la República, los universitarios recibimos a decenas de éstos, quienes pasaron a convertirse en parte fundamental de la vida académica, científica y cultural de nuestra institución y las movilizaciones de apoyo hacia todas aquellas naciones que luchaban denodadamente a fines de los cuarenta y los cincuenta por librarse del yugo colonial, vgr. Egipto, Indonesia, el Congo Belga, etcétera. En 1952 varios universitarios destacados forman el Comité Poblano por la Paz, con motivo de la guerra de Corea. Entre ellos se encontraban Ignacio Hermoso, Macario Pacheco Altamirano, Luis Rivera Terrazas, Germán Martínez Hidalgo, Saturnino Téllez, Jaime Filisola, Horacio Labastida Muñoz, Jacobo Sahaguian Nagarian, Manuel Gil Barbosa, Manuel Pliego Pastor, Héctor Silva Andraca y Enrique Aguirre Carrasco. Aparte de promover entre nuestros conciudadanos una conciencia antibélica, tal comité tuvo una participación notable en los principales eventos internacionales en pro de la paz que se organizaron en esos años. Así, al celebrarse la Conferencia de la Paz para Asia y el Pacífico, que se llevó a cabo en Pekín, China, del 2 al 12 de octubre de 1952, el Comité envió como delegados a Luis Rivera Terrazas, Jacobo Sahaguian e Ignacio Hermoso.
Al inicio de la década de los sesenta, frente a las tensiones internacionales provocadas por la Guerra Fría, diversas organizaciones progresistas de nuestro hemisferio promueven la formación de la Conferencia Latinoamericana por la Soberanía Nacional, la Emancipación Económica y la Paz, iniciativa que fue recibida con entusiasmo por un núcleo de universitarios poblanos, quienes procedieron de inmediato a promover y respaldar las actividades programadas por dicha instancia, organizando con ese propósito un comité en el que figuraron Julio García Moll, Erasmo Pérez Córdoba, Enrique Cabrera Barroso, Alfonso Yáñez Delgado, Luis Rivera Terrazas e Ignacio Hermoso. En 1962 tal comité participó en el VIII Festival Mundial de las Juventudes por la Paz y la Amistad, que se llevó a cabo en Helsinki, Finlandia, enviando como representantes a Jesús Morales Tapia y Alfonso Yáñez Delgado, quienes por cierto fueron aprehendidos por las autoridades mexicanas a su retorno al país. En años posteriores el comité continuó participando de manera muy activa en los principales eventos nacionales e internacionales a favor de la paz. Un hito fundamental en la gran tradición solidaria de nuestra universidad se presentó en 1961, cuando los universitarios salieron a la calle a protestar contra el intento del imperialismo yanqui de aplastar a la revolución cubana, encabezados por Enrique Cabrera. En un principio se trataba de un reducido núcleo de estudiantes, empero éste comenzó a crecer de manera notable, convirtiéndose en un verdadero contingente pocos días después. Este evento tuvo un impacto fundamental para el surgimiento del proceso de Reforma Universitaria que estalló en 1961, ya que le permitió a los universitarios adquirir confianza en su capacidad de movilización 3. En 1968 el comité arriba citado participó en el IX Festival Mundial de las Juventudes por la Paz, la Solidaridad y la Paz, que se efectuó en Bulgaria, Sofía, enviando como representante a Joel Arriaga Navarro, destacado líder del proceso de Reforma Universitaria en la UAP, quien al regresar a nuestro país fue detenido por las autoridades, siendo enviado a la cárcel de Lecumberri, en donde permaneció hasta 1972.
Al presentarse en Chile el golpe de Estado contra el gobierno de la Unidad Popular el 11 de septiembre de 1973, acción encabezada por el general Augusto Pinochet pero tras quien se encontraba el gobierno de los Estados Unidos los universitarios poblanos impulsaron diversas acciones de solidaridad hacia el pueblo chileno. Así, al día siguiente del golpe, la Escuela de Economía y los comités de lucha de la UAP publicaron sendos desplegados en los que se denunciaba enérgicamente la agresión a ese país. El mismo 12 de septiembre las autoridades de la UAP y el Frente Obrero, Campesino, Estudiantil y Popular (FOCEP) una de las principales organizaciones sociales de la entidad en esos años impulsaron una gran marcha en repudio al golpe de Estado 4 . Aparte de tales actividades, la UAP organizó la exhibición de cinco largometrajes chilenos en el auditorio de Ingeniería Civil y en el salón de proyecciones del edificio Carolino, y la mesa redonda "el proceso revolucionario chileno y el golpe de estado fascista", que se llevó a cabo en el salón Barroco. El 14 de septiembre la UAP y el FOCEP organizaron otra movilización de repudio al golpe de Estado 5. Además, nuestra institución albergó a decenas de exiliados de ese país, profesores, investigadores y empleados administrativos, quienes pasaron a ocupar plazas definitivas en nuestra institución. En 1977, en aras de ratificar la solidaridad de la UAP hacia el pueblo de Chile, el H. Consejo Universitario decidió otorgar el doctorado Honoris Causa a Luis Corvalán, líder del Partido Comunista Chileno. El 17 de noviembre 1988 otorgó esa misma distinción a Hortensia Bussi, viuda del doctor Allende, quien se distinguió por su entrega a la causa de la Unidad Popular. En dicho acto, en representación de los universitarios poblanos, el ex rector de la Universidad de Puebla, Horacio Labastida, expresó: "Oportuno es subrayar que en la historia no mueren los gigantes del bien y la justicia; sólo extínguense los traidores, los infidentes, los felones y pérfidos, los que en su corazón acunan odio y en su mente el pensamiento abominable; todos estos ya no existen ni existirán porque su naturaleza confúndese con los materiales del estercolero" 6.
Nuestra institución también brindó un gran respaldo a todas aquellas naciones del Cono Sur que sufrían el yugo de las dictaduras militares que surgieron a fines de los setenta y principios de los ochenta, en particular a Argentina y a Uruguay, abriendo sus puertas a toda una pléyade de profesores, investigadores y empleados administrativos, que optaron por el exilio ante la imposibilidad de ejercer libremente sus derechos ciudadanos debido a la intolerancia de los cuerpos castrences. En diciembre de 1983, el Honorable Consejo Universitario decidió otorgar el doctorado Honoris Causa al patriota uruguayo Liber Seregni, a quien sus paisanos denominaban "el general del pueblo", por sus aportaciones a la lucha por la democracia en su país y en América Latina 7. Éste no pudo acudir a nuestra casa de estudios a recibir la presea de referencia debido a que la Junta Militar le había prohibido salir del país, por lo cual el Consejo designó a una comisión que se diese a la tarea de viajar a Uruguay con tal encomienda. Por esos mismos años los universitarios poblanos desplegaron varias acciones de solidaridad con los pueblos de Nicaragua, Guatemala y El Salvador. Al respecto habría que recordar que en 1976 estalla en el primer país de referencia una revolución contra la dictadura de Anastacio Somoza, esbirro del imperialismo yanqui que se había distinguido por su crueldad hacia las fuerzas opositoras. Le correspondió al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) encabezar la lucha armada, contando al respecto con el respaldo de la mayoría del pueblo nicaragüense.
Nuestra casa de estudios, mucho antes de que irrumpiera la revolución, publicó varios desplegados en los que denunciaba los atropellos y arbitrariedades del régimen somocista, y diversos núcleos de universitarios sostuvieron encuentros con algunas de las principales personalidades y fuerzas que encabezaban la lucha contra la tiranía, como es el caso del poeta Ernesto Cardenal, una de las figuras más señeras de la revolución. Al triunfo de ésta, la uap brindó todo tipo de apoyo para la reconstrucción del país: desde el envío de víveres y medicinas, hasta el traslado de pasantes del área de la salud y de otras carreras. El 24 de septiembre de 1981, la UAP le otorgó el doctorado Honoris Causa al Comandante Tomás Borge, Ministro del Interior de Nicaragua. En dicha sesión, el entonces rector Luis Rivera Terrazas expresó que tal presea se le otorgaba como "un reconocimiento a sus méritos como intelectual revolucionario, como miembro del gobierno revolucionario de Nicaragua, y como nítido paladín de las luchas de los pueblos de América Latina por su emancipación de la esclavitud imperial que muchos de ellos sufren, y por su anhelo legítimo de una vida de justicia social" 8. En lo que concierne a Guatemala, nuestra institución condenó enérgicamente la barbarie perpetrada el 31 de enero de 1980 por el gobierno del general Lucas García, quien decidió asesinar a 26 luchadores sociales que se habían apoderado de la embajada de España con el objeto de atraer la atención del mundo entero sobre la continua masacre de la población indefensa en particular indígenaspor el ejército guatemalteco. Las fuerzas armadas, por órdenes directas del tirano, asaltaron el edificio con bombas incendiarias y fuego de metralla, provocando que perecieran incinerados sus ocupantes. La masacre fue condenada por todos los países civilizados, pero eso no fue sino el comienzo de un verdadero genocidio contra el pueblo guatemalteco. Cerca de seis mil personas principalmente campesinos e indígenasbuscaron refugio en territorio mexicano, para huir de la crueldad de los "kaibiles", las tropas especializadas en contrainsurgencia 9. La UAP, como ya era costumbre, brindó asilo a varios universitarios, sin dejar en ningún momento de lanzar enérgicas críticas a la dictadura castrense.
A fines de los ochenta estalla en El Salvador una rebelión popular encabezada por el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) que perseguía el objetivo de abrirle paso a un régimen democrático, y de impedir que la nación continuase siendo una "república bananera" completamente dominada por los Estados Unidos. La oligarquía nativa, en aras de aplastar la rebelión, recurrió al apoyo de este país, estableciendo una Junta Militar Democristiana que dio a la tarea de ejercer una represión sistemática, que hizo recordar el genocidio perpetrado en los años de 1931-1944 por entonces dictador Maximiliano Hernández Martínez, un déspota con pretensiones de teósofo, cuyo defecto más notable era su demencia 10. Ante esa situación, la Universidad de El Salvador asumió una posición destacada en la vida política y social del país. En 1979, el rector Félix Antonio Ulloa impulsa una profunda reorientación académica y cultural de la institución, a fin de que la misma estuviese en condiciones de estar a la altura de los problemas que enfrentaba el país. Amparada en su autonomía, la universidad se convirtió en un centro de conferencias de prensa, reuniones y asambleas, hasta que finalmente en el Auditorio de la Facultad de Derecho se constituyó la unidad de las organizaciones populares de masas (CRM), y el Frente Democrático Revolucionario (FDR), que agrupaba a todos los sectores con vocación democrática. Esto despertó la indignación de la clase gobernante, la cual, dos días después de la huelga de junio de 1980, convocada por el FDR, decidió aplastar a sangre y fuego a los universitarios y a los sectores populares que acudían a ella, dejando un saldo de 28 muertos y decenas de heridos. El repudio y la solidaridad nacional e internacional se hicieron presentes de inmediato. El 10 de febrero de 1981, el Consejo Universitario fue capturado en pleno, cuando celebraba una sesión, y sus miembros permanecieron durante un mes en cautiverio forzado. Todo estuvo aunado al saqueo absoluto y a la destrucción del patrimonio universitario. La UAP se solidarizó con los universitarios y en general con el pueblo salvadoreño dándose a la tarea de colectar fondos, lográndose reunir más de un millón 800 mil pesos (entre estudiantes, trabajadores y maestros), los cuales fueron entregados al rector Félix Ulloa, quien poco tiempo después fue asesinado por la dictadura militar 11. Años después nuestra casa de estudios impulsó diversas iniciativas orientadas a condenar enérgicamente la intervención del imperialismo norteamericano en Centroamérica. Es de recordar al respecto que, particularmente en el periodo del presidente Ronald Reagan, los Estados Unidos decidieron intervenir descaradamente en la vida interna de Nicaragua, El Salvador y Guatemala, con el objeto de frustrar los procesos revolucionarios que se desarrollaban a su interior. Entre las iniciativas que impulsó nuestra institución para coadyuvar a detener tal intervención destaca el impulso a una Marcha por la Paz en Centroamérica, que se llevó a cabo en 1981, a la cual asistieron miles de universitarios, y la decisión de las autoridades de adherirse al Movimiento Mexicano por la Paz, el Antimperialismo y la Solidaridad entre los Pueblos (MOMPAS), el cual surgió en 1982, participando en el mismo diversas instituciones, organizaciones e instancias culturales y sociales. El rector Luis Rivera Terrazas designó al jefe del Departamento de Prensa y Relaciones Públicas, Alfonso Yáñez Delgado, como representante de la institución en dicho organismo 12. Por esos años surge también el Grupo de Contadora, integrado por varios países entre ellos México que deseaban contribuir a la desactivación de la ofensiva imperialista en Centroamérica. Nuestra casa de estudios participó en las negociaciones y actividades de dicho grupo, enviando como representante al ya mencionado Alfonso Yáñez Delgado. Asimismo, la UAP participó activamente en el Consejo Mundial de la Paz, una organización de carácter mundial que se propuso el objetivo de congelar la producción de armas nucleares. En junio de 1983 se celebró una Asamblea Mundial de dicho organismo, en la que participó nuestra institución enviando su propio delegado 13. En 1986 diversas personalidades y organizaciones progresistas del orbe impulsan la organización del Congreso de Intelectuales por el Futuro Pacífico del Mundo, el cual se efectuó del 16 al 19 de enero de ese año, acudiendo como representante de nuestra casa de estudios el secretario general universitario Alfonso Vélez Pliego. Limitaciones de espacio nos impiden continuar ahondando en ejemplos relativos a la gran tradición solidaria de nuestra casa de estudios hacia los pueblos y naciones que sufren el asalto de los países poderosos. Para finalizar, evocaremos otro fragmento del discurso pronunciado por el ex rector Horacio Labastida Muñoz en la citada sesión de entrega del doctorado Honoris Causa a Hortensia Bussi, viuda de Allende: "Nunca la Universidad dejó de batallar en el lado de las causas libertarias. En las lecciones coloniales del siglo XVIII, al lado de Clavijero y Alegre, develáronse muchas de las raíces de la mexicanidad que impulsarían pronto la independencia, y con Hidalgo y Morelos estuvieron sus alumnos y maestros participando en la recia voluntad que hizo posible el nacimiento de la patria; y luego sumáronse a Vicente Guerrero y Valentín Gómez Farías, y al Patricio Benito Juárez, con Lafragua y Barreda, y a la revolución de Francisco I. Madero, y al genio de Emiliano Zapata, que aún recorre las tierras cañeras del estado, y al llamado de Lázaro Cárdenas en 1938; estuvieron en el fragor de la defensa contra los españoles de Isidro Barradas, y aún están presentes en el discurso de la libertad que arrebatarnos quieren las oligarquías locales, nacionales e internacionales de la actual sociedad imperial" 14.
Esta gaceta está dedicada a honrar la memoria del pediatra Fernando García Dorantes quien en sus años estudiantiles dedicó su esfuerzo a defender la educación pública superior gratuita y la laicidad de la misma además se identificó plenamente con las causas populares del pueblo mexicano y contra la ingerencia extranjera. 1 L.
Casián, Francisco, "Una remembranza del Colegio del Estado", en Pérez Peña,
Alberto et. al., El Colegio del Estado de Puebla, en el primer centenario de su
vida civil, Puebla, 1925. Existe una edición facsimilar de esta obra, la cual fue editada
por la BUAP en 1998.
La paz, tarea de todo hombre honesto *
amos la más calurosa bienvenida a los compañeros marchistas, quienes han hecho un largo camino luchando por la conservación de la paz en Centroamérica. Podemos decir, sin temor a exagerar, que el mundo está en peligro; que Centroamérica y América Latina están en peligro, y este peligro no es ficticio, es real; está presente y puede, en un momento dado, realizarse la más grande amenaza sobre los pueblos del mundo. Si ustedes quieren enterarse de lo que significa el peligro de la tercera guerra mundial, lean y entérense de las investigaciones científicas realizadas por eminentes científicos de todo el mundo: norteamericanos, europeos, soviéticos, hindúes, etc. Es un peligro real. El peligro consiste en el exterminio de todos los vivientes sobre la tierra. Por eso nosotros, los amantes de la paz, decimos: la tarea más importante de todo hombre honesto, de toda mujer sensata, es luchar por la paz. Pero la lucha por la paz tiene también implicaciones; implica la libertad de los pueblos para darse el tipo de gobierno que quieran. Representa y significa el derecho a la autodeterminación; representa el derecho que tienen los pueblos de resolver los conflictos pacíficamente, a través de la negociación, a través del diálogo. Pero desgraciadamente no toda la gente piensa igual; tal es el caso del gobierno de los Estados Unidos, tal es el caso del presidente Reagan que quiere eliminar al legítimo gobierno de la hermana república de Nicaragua y que interviene brutalmente en nuestra hermana república de El Salvador. Nosotros no estamos luchando contra el pueblo norteamericano, ni siquiera estamos luchando contra su forma de gobierno y de organización social, jamás impugnaremos la estructura social y política de los Estados Unidos; este es un problema que compete exclusivamente al pueblo norteamericano. Pero si impugnamos y rechazamos con toda la fuerza que nos da nuestra libertad y nuestro sentido de responsabilidad la brutal intervención del imperialismo yanqui. Esta es, y aquí radica, la importancia de esta marcha que se inició hace días en la hermana república de Panamá. Debemos decir al pueblo norteamericano, a los pueblos europeos, que los latinoamericanos luchamos por nuestra independencia y por la paz del mundo. Por último, compañeros, quiero hacer énfasis en un aspecto más: la lucha de los pueblos de Centroamérica y América Latina no es el enfrentamiento este-oeste. Es la lucha de los pueblos latinoamericanos por erradicar la explotación, una explotación que hemos venido sintiendo desde hace siglos. Desde la colonia española hasta el presente, la situación de los pueblos de América Latina es de sufrimiento, de miseria, de hambre, de falta de libertad. Compañeros, ¡Viva la lucha por la paz! ¡Vivan los compañeros marchistas! * Fragmento del discurso del ingeniero Luis Rivera Terrazas en el mitin de la Marcha por la Paz en Centroamérica el 21 de enero en el zócalo de la ciudad de Puebla de 1986. Tomado de la gaceta Universidad, número 3, enero de 1986.
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