Dos demandas motivaron Por Arturo Garmendia
lgunas investigaciones sobre el origen de la celebración del día 8 de marzo, pretenden demostrar que ésta fecha no responde a la rememoración de una catástrofe en la que estaban involucradas mujeres, sino que está relacionada con un derecho de las mujeres, como es el derecho al sufragio. Dos son los hechos importantes a los que se atribuye el motivo de inspiración para escoger esta fecha, y los dos ocurrieron en la ciudad de Nueva York. El primero fue el 8 de marzo de 1857 que, por primera vez, algunas operarias de Nueva York decidieron protestar por el miserable salario que percibían por muchas horas de trabajo y las pésimas condiciones de los lugares donde laboraban. El resultado de esta primera manifestación fue un ataque por parte de la policía. Dos años después, también en marzo, estas trabajadoras se reunieron formando un sindicato para intentar mejorar sus condiciones de trabajo. El segundo ocurrió en 1908. Ese año 40 mil costureras industriales de grandes factorías se declararon en huelga demandando el derecho a unirse a los sindicatos, mejores salarios, una jornada de trabajo menos larga y el rechazo al trabajo infantil. Durante la huelga, 129 trabajadoras murieron quemadas en un incendio en la fábrica Cotton Textile Factory, en Washington Square (Nueva York). Los dueños de la fábrica habían encerrado a las trabajadoras para forzarlas a permanecer en el trabajo y no unirse a la huelga. Una multitud de 100 mil personas participaron en el funeral. Supuestamente estos dos hechos ocurrieron alrededor del 8 de marzo. Esta última versión es la que ha llegado a Europa, la que ha perdurado en el tiempo y la que tradicionalmente conmemoran todos los grupos de mujeres y el movimiento feminista ha difundido para celebrar el Día Internacional de la Mujer. Pero lo cierto es que no existe documentación sobre el incendio, es decir, ha pasado a formar parte de la historia del feminismo por tradición oral.
Otro antecedente del día 8 de marzo fue la celebración por parte del Partido Socialista Americano del Woman´s Day, el último domingo de febrero de 1909 en Manhattan (Nueva York). Este día era el dedicado a las reivindicaciones de los derechos de las mujeres y, lógicamente, uno de ellos era el derecho al sufragio. Dado el éxito de la convocatoria, las mujeres socialistas quisieron que se convirtiera en una celebración anual, repitiéndose al año siguiente. El Woman´s Day salió fortalecido del congreso del Partido Socialista Americano en 1910, donde se aprobó reservar el último domingo de cada mes de febrero para la reivindicación del derecho al sufragio femenino. Asimismo, se recomendaba a las delegadas que iban a acudir a la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas de Copenhague (Dinamarca), proponer el último domingo del mes de febrero como Día Internacional de la Mujer. Al final de la II Conferencia, celebrada el 27 de agosto de 1910 y a la que
asistieron 100 delegadas de 17 países representando a sindicatos, partidos
socialistas y organizaciones de trabajadoras, la propuesta para establecer un
día internacional de la mujer fue presentada por Clara Zetkin y Kathy
Duncker (miembros del Partido Socialista Alemán). La propuesta señalaba:
“En unión de organizaciones de clase, partidos políticos
y sindicatos proletarios de cada país, las mujeres socialistas del mundo
celebrarán cada año un Día de la Mujer. Su objetivo principal
será obtener el voto de la mujer. Esta demanda debe ser levantada dentro
del contexto global de los asuntos concernientes a las mujeres de acuerdo a
los principios socialistas. El Día de la Mujer debe tener carácter
internacional y debe ser preparado cuidadosamente”. Y el día propuesto
fue el 19 de marzo.
Así, en Europa, el primer Día Internacional de la Mujer se celebró el 19 de marzo de 1911 en Alemania, Austria y Dinamarca. Las mujeres socialistas alemanas propusieron esta fecha porque el 19 de marzo de 1848 el Rey de Prusia, amenazado con un alzamiento armado, prometió una serie de reformas incluyendo una incumplida promesa de entregar el derecho al voto para las mujeres. A partir de 1914, y a propuesta de nuevo de las alemanas, el Día Internacional de la Mujer se celebró por primera vez el día 8 de Marzo en Alemania, Suecia y Rusia. Posteriormente, ni la Gran Guerra ni la II Guerra Mundial paralizaron la celebración del Día Internacional de la Mujer, aunque las protestas estaban encauzadas, como es lógico, a favor de la paz y contra el fascismo. Ya en 1977, la Asamblea de Naciones Unidas aprobó el 8 de Marzo como Día Internacional de la Mujer. A pesar de los orígenes que pueda tener el día 8 de marzo, lo cierto es que a lo largo de la historia ha adquirido un carácter emblemático propio. Cada año debemos continuar y protagonizar nuestra propia historia, a la vez que nos debe servir para recordar la gran labor desarrollada por miles y millones de mujeres que contribuyeron con su trabajo, esfuerzo y en muchos casos con sus propias vidas, no sólo a luchar por los derechos de las mujeres, sino por los de todos los seres humanos. Tarea que aún continua. Semblanza de Carmen Serdán* Por Arturo Garmendia
armen Serdán nació en noviembre de 1873, por lo que a la muerte de su padre contaba con siete años de edad, y su hermano Aquiles con cinco. Tuvieron una infancia de muchas privaciones porque su padre murió intestado y no pudieron disponer inmediatamente de sus bienes. Su viuda, doña Carmen Alatriste de Serdán, y sus hijos tuvieron que dejar la Casa de los Picos, en el centro de la ciudad y mudarse al Rancho del Mirador. En la nueva casa, Carmen se ocupa de cuidar y educar a sus hermanos. Su padre había dejado una buena biblioteca en la que abundaban obras de los ahora llamados socialistas utópicos: Bakunin, Fourier y Proudhon, en las que pese a su corta edad incursionaron, y así comenzaron a formar su pensamiento, de corte socialista radical. Se trataba de una familia ilustrada, que en su tertulia cotidiana discutía los asuntos políticos y económicos del país. Acaso estaban suscritos a varios periódicos y revistas de la época; y no sería extraño que las ideas magonistas formaran parte de su ideología. Por lo que toca en particular a Carmen, podemos suponer que tuvo algún contacto con la prensa feminista, que por entonces comenzaba a cobrar auge. Por ejemplo, en 1901 la extraordinaria Juana Belén fundó el periódico Vésper, que abogaba por la igualdad de la mujer; y junto con Elisa Acuña de Rosseti y Dolores Jiménez y Muro se asoció al Partido Liberal de los hermanos Flores Magón. En 2004, la maestra Griselda Álvarez, en la ceremonia de conmemoración del l Aniversario del Voto Femenino, se refirió específicamente a la cercanía de Carmen Serdán con Juana Belén, en 1904, por lo que podemos inferir que Carmen, además de precursora de la Revolución, también lo fue del movimiento feminista de la época. Sufragio efectivo, no reelección
omo miles de mexicanos, los Serdán se conmovieron al hacer dos lecturas, que tendrían una influencia decisiva en su vida. La primera fue la entrevista de Porfirio Díaz por el periodista estadounidense James Creelman, en la que el dictador expresa su “invariable resolución” de retirarse del poder, convencido de que México está maduro para la democracia. La segunda fue la del libro de Francisco I. Madero, La sucesión presidencial en 1910, donde expone la necesidad de organizar un partido democrático de tendencias antireeleccionistas para conseguir la totalidad de las aspiraciones nacionales. El 22 de mayo de 1909, Aquiles Serdán acudió a la capital de la República a la fundación del Centro Antireeleccionista, en donde conoció a Francisco I. Madero. De inmediato volvió a Puebla para promover la campaña política a favor de éste. Aquiles logró despertar el interés de los trabajadores en los distritos fabriles de Atlixco y Huejotzingo, así como entre los campesinos de San Martín Texmelucan, Matamoros, Cholula, Tlaxcala y otros pueblos aledaños. Les explicó cuáles eran sus derechos y la necesidad de que acudiesen a votar para hacer patente su voluntad soberana. Los estudiantes del Colegio del Estado se adhirieron a la causa y crearon su comité oposicionista, presidido por Luis Sánchez Pontón, estudiante de Jurisprudencia. Pronto surgieron muchos Centros Antirreeleccionistas en el Estado. Durante la convención, Aquiles invitó a Madero para que acudiese a Puebla. El candidato aceptó, y la manifestación popular del 14 de mayo para recibir a Madero resultó tumultuosa: concurrieron más de treinta mil personas. Aquiles y Carmen acuden a la estación para recibir al candidato. Madero pronunció discursos en público y visitó la casa de los Serdán, en Santa Clara, donde conoció a toda la familia. En esta tertulia, Carmen se hizo amiga de la esposa de Madero, doña Sara, una mujer con la que tuvo muchas características en común. De ella dice Sara Sefanóvich en su libro La suerte de la consorte, sobre las primeras damas del país: “Sarita fue una mujer diferente a las tradicionales esposas mexicanas: no fue un ama de casa, sino una revolucionaria, no fue madre de familia sino una compañera que estuvo siempre al lado de su marido... A todas partes lo acompañaba, por igual a los campamentos de soldados que a los mítines políticos, en los viajes por caminos difíciles que a la hora de los discursos y de las negociaciones...” Así pues, Carmen Serdán, prototipo de la mujer del naciente siglo
XX también debe haber arengado multitudes, atendido reuniones políticas,
organizado mítines de apoyo a la causa de la democracia, escrito proclamas
y discursos, pintado paredes y pegado periódicos en las bardas, lejos,
muy lejos de lo que era socialmente aceptado para una mujer en ese momento.
Porfirio Díaz no había decidido, ni en sueños, dejar el poder; y se aferró a él armado hasta los dientes. La buena cara que puso ante Madero se convirtió después en una feroz persecución por territorio mexicano primero, y luego en Estados Unidos. Desde San Antonio, Texas, Madero lanzó el Plan de San Luis, que declaraba nulas las elecciones fraudulentas que prolongaban la estancia de Díaz en la presidencia, asumiendo el título de presidente provisional y proclamando la necesidad de un movimiento armado, que debería ocurrir el siguiente 20 de noviembre. Los Serdán debían apresurarse. Aquiles se entrevistó con Madero en San Antonio y fue comisionado para efectuar el levantamiento en armas en Puebla y sus alrededores. Regresó clandestinamente a esta ciudad y trazó un plan para el levantamiento. Imaginemos el papel de Carmen Serdán en ese momento: Ahora debía unirse a la conspiración para asaltar el poder, en compañía de sus hermanos. No sólo ella, sino también su madre y su hermana Natalia apoyaron decididamente a los varones de la familia. Como hormigas acarreaban bajo los vestidos, en costales de víveres y en baúles de doble fondo, pólvora, armas, municiones y machetes hasta convertir su casa en un verdadero arsenal; y Carmen, para cumplir las tareas más arriesgadas de la conspiración, adopta un alias masculino: Marcos Serrato, con el cual se hizo famosa en la región. Al acercarse la fecha de la insurrección se le confió una tarea por demás delicada: viajar de incógnito en octubre a San Antonio, Texas, para reunirse con la junta revolucionaria. Trabajó para recolectar fondos entre las familias mexicanas que se habían exilado en los Estados Unidos, y luego pasó a Monterrey donde Gustavo A. Madero, hermano del prócer, le entregó 200 mil pesos para sufragar los gastos de la rebelión en el estado de Puebla. El 18 de noviembre de 1910 El 17 de noviembre el gobernador Muncio Martínez recibió un telegrama en que se le anunciaba que el día 20, o sea tres días después, estallaría un movimiento armado en todo el país. Su primera medida es la de catear la casa de los Serdán. El 18 de noviembre por la mañana, Aquiles recibió oportuno aviso de ello; y no estando dispuesto a sufrir el cateo, resolvió aprovecharlo para dar el golpe antes que nadie en el país. Tomada la decisión de adelantar el golpe, en la casa quedaron Aquiles con su madre doña Carmen, Filomena su esposa, sus hermanos Carmen y Máximo y los conjurados más fieles. Pasaron la noche en vela, con las armas en las manos, vigilando. Cabrera, el jefe policíaco de la ciudad, logró introducirse en la casa pero fue sorprendido y muerto por Aquiles Serdán. Un agente que lo acompañaba logró escapar, comunicando lo acaecido al gobernador Mucio Martínez, quien dictó órdenes para batir a los alzados. Cincuenta hombres del batallón y los rurales del estado se aprestaron a la lucha. Entretanto, algunos gendarmes comenzaron el fuego contra la casa de los Serdán. Desde ésta, los conjurados empezaron a lanzar bombas caseras, el aviso para que sus partidarios entrasen en acción. Carmen estuvo en las azoteas repartiendo municiones. De pronto sintió un golpe
en la espalda. Se miró chorrear sangre. La bala había
atravesado el costado izquierdo de Carmen quien, manando sangre, llegó
hasta los suyos. La madre desgarró una sábana y la vendó. Todas las armas tronaban al unísono. Los soldados estaban ya en la propia azotea. Máximo había quedado solo, pero salió al encuentro de las tropas. Una bala le atravesó el cráneo cayendo muerto. La puerta de la casa estaba siendo forzada. Aquiles reflexionó y dijo a Carmen: “Me voy a esconder. Saldré en la noche, cuando se organicen los nuestros”. Luego se despidió de su madre, de su esposa –que llevaba en las entrañas un hijo suyo– y de su hermana Carmen. Después se metió en un estrecho agujero practicado en el piso de su recámara. La tropa entró a la casa disparando. De pronto aparecieron tres mujeres: Doña Carmen, Carmen y Filomena. Los soldados catearon la casa en busca de Aquiles, no encontrándolo. Las tres mujeres fueron conducidas al cuartel de policía. A las dos de la mañana Aquiles intentó salir de su escondite, pero fue sorprendido por un oficial, que le disparó a la cabeza. Al día siguiente, estalló la Revolución en todo el país. Epílogo Los días y los meses sucesivos fueron una pesadilla para la madre, la hermana y la cuñada, a punto de dar a luz, detenidas. Días angustiosos para Natalia, buscando un licenciado que defendiera a su familia, buscando a alguien que le otorgara una hipoteca. Por fin consiguió ambas cosas y, ya libre la familia, reanudaron sus actividades revolucionarias. Al inicio de la nueva campaña presidencial, Francisco I. Madero y su esposa se alojaron en su casa y convivieron con ellas unos días. Al partir para el sureste Madero llevó consigo a Carmen, quebrantada de salud por la herida y la prisión. Siendo presidente ofreció indemnizar en algo a Natalia; ella le entregó una solicitud que él guardó sonriente en su saco. Esto fue un día antes de la Decena Trágica. Pero el ánimo de las sobrevivientes no había decaído, y de inmediato se incorporaron a las tareas de la reconstrucción del país. Carmen se integró a la Junta Revolucionaria que gobernaba Puebla y en algún momento se entrevistó con Venustiano Carranza para expresarle los conceptos que las mujeres querían que quedaran plasmados en la Constitución, entre ellos el derecho femenino al voto. Mientras duró la lucha armada, Carmen se desempeñó como enfermera en distintas ciudades, ahí donde la Revolución la necesitara. Al estabilizarse el país regresó a Puebla, a cuidar a sus sobrinos. En 1929 recibió una pensión del Estado, de veinte pesos diarios. Murió en esa ciudad en 1948, a la edad de 73 años. Fue una mujer a la altura de sus circunstancias históricas. Tuvo conocimiento de las doctrinas sociales más avanzadas de su época y defendió la causa de las mujeres como sufragista militante. Se involucró en la lucha política contribuyendo a la expansión de los Clubes Antirreeleccionistas que combatieron al porfiriato, y estuvo en la vanguardia de la lucha armada, cuando se trató de defender y conquistar para México la democracia. No dudó en arriesgar su vida en aras de sus principios y en defensa de los mejores intereses de la nación. Fue un ejemplo a seguir, y debe ser rescatada como parte de una historia, la historia de las mujeres de este país, en busca de equidad y justicia, en pos de su liberación. La batalla por la educación y Por Arturo Garmendia
n el último cuarto del Siglo xix, una vez que se hubo consolidado una primera fase de la Revolución Industrial, la mayoría de los países europeos se dieron cuenta de que necesitaban que las futuras madres y trabajadoras recibieran alguna clase de educación: que por lo menos supieran leer, escribir y realizar operaciones aritméticas sencillas; por lo que se les proporcionó una preparación primaria básica. La presión por la educación superior para las jóvenes vino principalmente de las mujeres de la clase media, que debían luchar por conseguir lo que a sus hermanos se les daba sin regateo: asistir a las universidades. La lucha era complicada debido a dos factores: Primero, la sociedad estaba dividida sobre si a las jóvenes se les debía educar igual o de diferente manera que a los muchachos (lo que implicaba, en la práctica, menos ciencia y matemáticas y más religión y costura). Por otra parte, en los países católicos la educación femenina estaba en manos de agrupaciones religiosas y la batalla por la educación era identificada como si se tratase de movimientos anticlericales y liberales, que pretendían separar a las mujeres de la Iglesia. Hasta 1925, en Europa las escuelas de educación superior para mujeres eran diferentes de las dedicadas a los hombres y en ninguna de ellas se les preparaba para ingresar a la Universidad; la proporción entre estudiantes por sexo seguía siendo mayoritariamente masculina: aproximadamente una mujer por cada diez hombres. La batalla por entrar en las facultades de medicina resultó ser tan difícil como la de la educación superior en general. La oposición de los hombres, tanto de los estudiantes como de los médicos, fue extrema: En Francia, los compañeros de clase de la primera mujer que solicitó ser admitida como estudiante residente quemaron una muñeca que representaba su imagen. En España, una de las primeras mujeres que entraron en las facultades de medicina, fue apedreada en clase en 1881. El año siguiente a ella y a otras españolas que habían aprobado todos los exámenes de medicina, se les negó el título universitario que les correspondía y, en su lugar, les dieron unos certificados que no les permitían ejercer como médicas. En Rusia, el gobierno estableció clases de medicina para mujeres en 1872, debido a la gran escasez de médicos que existía. Pero las condiciones en que tenían que desarrollar sus estudios eran rigurosas en extremo, por lo que del primer grupo de noventa estudiantes solamente lograron graduarse veintidós. Doce de ellas habían muerto, dos se suicidaron y siete contrajeron tuberculosis.
En vísperas de la primera guerra mundial, Rusia era el país en Europa con mayor número de mujeres médicas: mil quinientas, alrededor del diez por ciento del total. Alemania tenía quinientas, Inglaterra un poco menos y Francia poco más de seiscientas. Pese a ser tan limitado y difícil, el acceso a la educación superior permitió a algunas jóvenes de talento no sólo entrar a terrenos profesionales previamente masculinos, sino también revolucionar sus nuevos campos de estudio. Por ejemplo, Marie Curie, galardonada con el Premio Nóbel en 1903 junto con su esposo, por sus trabajos sobre radiación, inauguró una nueva era para la mujer moderna. Y también nuevos problemas. En 1905 le escribía a su hermano: “Tengo mucho trabajo: Con la casa, las niñas, la enseñanza y el laboratorio, no sé como voy a arreglármelas con todo”. Salvando obstáculos, crecen las mujeres Por Elba Rivera
a Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado de la buap, registra en el 2002, a 548 profesores (as) investigadores (as), de las cuales 178 son mujeres que representan el 32.7% del total; de donde 33 se ubican en el área de Ciencias Sociales y Administrativas con el 6%; 51 en Ciencias Naturales y Exactas, con el 9.3%; 28 en Ingenierías, con el 5.2%; 18 en Ciencias de la Salud, con el 3.3%; 46 en Ciencias de la Educación y Humanidades, con el 8.4%; 3 en Ciencias, con el 0.5%. Destacando así en primer lugar Ciencias Naturales, seguida de Ciencias de la Educación y Humanidades y las Ingenierías en tercer lugar. (Ver cuadro abajo). Es importante señalar que la gran mayoría de las investigadoras que actualmente tiene la buap, son académicas que cuentan una antigüedad de veinte años o más, por lo que la universidad debe considerar formas para estimular la retención de académicos de alto nivel, por un lado, así como también impulsar una mayor participación de las mujeres en áreas del conocimiento en las que la presencia de las mujeres ha sido menor, debido no sólo a falta de oportunidades, sino también por que en ellas se concentra mayores estereotipos patriarcales.
Las nuevas políticas de contratación del personal académico exigen contar con posgrado, preferentemente doctorado. Luego entonces surge una interrogante, el personal que ha dado su vida a la institución y que no ha podido obtener el ansiado doctorado, ¿algún día podrá ascender a la máxima categoría que ofrece la institución? y entre éstas ¿serán las mujeres o seguirán siendo los criterios tradicionales los que prevalezcan en la gran mayoría de las universidades públicas?. Podemos decir, que si bien las mujeres actualmente representan alrededor del 42.5% de docentes y el 26.7% en investigación, falta mucho por trabajar al interior de las academias, licenciaturas, facultades y con las autoridades para que se promuevan investigaciones sobre la contribución de las mujeres en la vida académica de la institución y, sobre todo, para que se impulsen formas de evaluación mas equitativas, que permitan desempeñar las actividades en mejores condiciones, respetando la calidad de vida de cada uno de sus integrantes.
Respecto a la docencia debemos decir que los criterios de evaluación exigen una calificación, que implica una constante capacitación como son: las especialidades, maestrías y doctorados, algunos de los cuáles exigen dedicación de tiempo completo, por lo que las universidades deben considerar que la productividad de las académicas está estrechamente relacionada con los ciclos de vida, (maternidad, hijas (os) pequeños y en edad escolar); ese es un factor que lleva a combinar o muchas veces postergan los estudios en las académicas, según indican las estadísticas a nivel nacional. Debido a lo anterior, se debe considerar en particular esta situación referente a las académicas, se requiere no sólo de los permisos de ley, sino también considerar las prestaciones a las que se tiene derecho bajo otra mirada, como permisos de superación académica con descarga total cuando se demuestre que se estudia un posgrado y que además se tienen hijos (as) pequeños (as), acceso a becas de estudios, etc. Sólo así, en la universidad se estarán promoviendo en parte relaciones más democráticas y equitativas, y así poder cumplir con las metas trazadas por la institución.
En la investigación, los sistemas de acreditación y evaluación establecidos por los organismos de educación superior, exigen que el personal docente este vinculado con la investigación, aspecto muy importante para el desarrollo científico de nuestro país, sólo que éstos, en muchas ocasiones, no proporcionan financiamiento para desarrollar investigaciones sobre las mujeres y (o) de género. Por eso es necesario ampliar los criterios para evaluar estas líneas de trabajo científico, así como también para evaluar la productividad de las investigadoras del Sistema Nacional de Investigadores. De ahí que la perspectiva de género debe ser incorporada a estos procesos de evaluación tanto en la docencia como en la investigación. Si queremos que las cosas cambien para las académicas universitarias,
debemos empezar por conocer cómo se llevan a cabo las relaciones de género
en la universidad, cómo reproducimos a través de la enseñanza
y la investigación los estereotipos tradicionales en la ciencia y cómo
participamos en la toma de decisiones en los órganos mas importantes
de la institución; sólo así podremos construir un nuevo
modelo académico universitario en donde los hombres y las mujeres desarrollemos
nuestras actividades libres de prejuicios culturales en los ámbitos de
lo público y de lo privado, respetando nuestras diferencias.
* Escritor y cineasta, nació en el D. F. en 1944. Colaboró en el departamento de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma de Puebla en el periodo 1973–1976. Dirigió el primer documental cinematográfico producido por la uap, Vendedores Ambulantes (1974), que obtuviera el primer premio en el Festival Internacional de Cortometrajes de Oberhausen, Alemania. ** El trabajo es parte del ensayo 1972-2002 las mujeres y la academia en la BUAP, avance elaborado por la autora para obtener el doctorado.
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Autónoma de Puebla
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