Los ultras poblanos
n junio de 1965, la ultraderecha poblana organizó una provocación en contra de la comunidad universitaria poblana. De esta acción dieron cuenta algunos diarios proclives a justificar el quehacer contrarrevolucionario de este grupo que no sólo apuntaba contra la educación pública, laica y gratuita, sino al estado mexicano al cual señalaba como proclive al comunismo. En contraparte el diario El Día, las revistas Siempre!, Sucesos para todos y otras ofrecieron a sus lectores una visión distinta sobre el origen y finalidad de la provocación. En esta ocasión Tiempo Universitario, transcribe lo publicado por Política, en su edición del 1o de julio de ese 1965. Los ultras de Puebla están molestos, furiosos. (La gran familia ultra poblana está constituida por la burguesía atrasada y reaccionaria, por el clero político que tiene allí su sección más oscurantista, y por una variada colección de sirvientes del imperialismo estadounidense. Su órgano natural de expresión es El Sol de Puebla, de la cadena de periódicos García Valseca). A los ultras poblanos les escuece que a pesar de su ostentosa campaña, antigua en cuatro años, contra la enseñanza moderna y liberal, la Universidad Autónoma de Puebla haya logrado salir del vergonzoso atraso en que la tenían sumida hasta 1961 las bendiciones del reverendísimo arzobispo Octaviano Márquez y Toriz, que haya duplicado su población escolar, lo mismo que el cuerpo de maestros, y que haya mejorado notablemente su nivel académico. Baste recordar que el Dr. Leopoldo García Colín, profesor de la escuela de Ciencias Físico-Matemáticas, se hizo acreedor al Premio Nacional de Ciencias. Los ultras se sienten decepcionados porque después de practicar un catálogo completo de genuflexiones ante el poderoso William Jenkins, 60 millones de su herencia serán aplicados a la construcción de una ciudad universitaria en la que se instalará, con la bendición de las autoridades nacionales y estatales, la creciente Universidad Autónoma de Puebla. Ellos aspiraban a que esa suma les permitiera hacer realidad un sueño: la organización de un instituto tecnológico en el que sus hijos pudieran ingresar sin correr el riesgo de ninguna contaminación progresista. Los ultras poblanos, que se pasaron la vida apostando a un solo ganador, el imperialismo norteamericano, se sienten estafados. El gobernador actual, Ing. Aarón Merino Fernández, está auspiciando, con la venida del presidente Gustavo Díaz Ordaz, el establecimiento de una gran planta constructora de automóviles Volkswagen, en la que capitalistas alemanes invertirán tres mil millones de pesos. Aferrados a su oscurantismo, los ultras deciden vengarse y no se les ocurre nada más ingenioso que una campaña de terror contra el comunismo. Ni los universitarios entregados fervorosamente al estudio, ni las autoridades, perciben lo que se trama en los confesionarios, en las sacristías y en los salones de las escuelas dirigidas por sacerdotes cómplices de la reacción. A nadie se le ocurre pensar que no tiene sentido que el mismo día en que se llevaría a cabo la colocación de la primera piedra de la ciudad universitaria los novatos de la escuela de Leyes hicieran el tradicional desfile en el que suele ofrecerse la farsa del enfrentamiento del derecho romano y el derecho canónico. Mientras el rector Manuel Lara y Parra preparaba el discurso para agradecer, en la persona del banquero Manuel Espinosa Iglesias, el donativo de la Fundación Mary Street Jenkins; mientras un distinguido estudiante universitario pensaba que su intervención debía hacer notar que esos 60 millones eran dinero del pueblo que volvía al pueblo, diligentes manos de buenas católicas cosían las túnicas y las ropas talares que lucirían los muchachos del Frente Universitario Anticomunista aleccionados para la provocación.
El 4 de junio, en el preciso momento en que el gobernador Merino Fernández colocaba la primera piedra, Luciano Ruiz Chávez y su pandilla de cadeneros macartistas, entre los que hay que contar a un Díez de Urdanivia (Carlos, estudiante preparatoriano), desfilaban en lujosos automóviles haciendo y diciendo obscenidades, de las que continuaron en los patios interiores de la Universidad Femenina, a donde llegaron sin dificultad alguna. Simultáneamente otro grupo del fua colocaba un “coctel Molotov” en el Colegio Americano, cuya directora es justamente la hermana de William Jenkins, la señora Bowsler. Acostumbrados los poblanos a las novatadas bulliciosas, no dieron mayor importancia al escandalito de los niños “bien”, pero el plan provocador estaba trazado y el siguiente paso correspondió a la Sociedad de Padres de Familia de la Universidad Femenina. Estos pidieron “se haga justicia por los delitos del orden común cometidos por un grupo de estudiantes comunistas en contra del colegio en que estudian nuestras hijas, de sus maestras y de la religión que la inmensa mayoría del pueblo mexicano profesamos... la sociedad poblana está cansada de los desmanes comunistas que impiden la paz y el progreso del estado, y está decepcionada de gobiernos anteriores que ante este problema se cruzaron de brazos sin poner ningún remedio, e incluso algunos funcionarios solaparon visiblemente estos grupos rojos”. Polifonía La siguiente voz en el coro perfectamente ensayado tocó a los “ciudadanos honestos” de la Unión Cívica de Puebla, quienes en insolente carta abierta dirigida al gobernador decían: “...los actos provocativos, obscenos y antirreligiosos que organizan periódicamente los comunistas que manejan la situación universitaria... Mientras usted busca atraer industrias a Puebla para mejorar el nivel económico y social del estado, los enemigos públicos de todo bienestar le crean problemas. Es necesario, de una vez por todas, poner un hasta aquí a los desmanes originados en la Universidad, y en cualquier otro foco comunista... Estamos y estaremos con usted en los actos de “buen gobierno”. Había pasado una semana y la mala siembra no daba los peores frutos esperados. Entonces se reunieron los dirigentes de la Unión Estatal de Padres de Familia de Puebla, a.c. y decidieron ampliar su campaña en dos sentidos: por un lado abrumar al administrador general de la Fundación Jenkins (el banquero Espinosa Yglesias) con una tormenta de telegramas solicitando que se suspenda la ayuda para la construcción de la ciudad universitaria, y ampliar el radio de las ofensas a la Iglesia y a la patria. La oportunidad para esta última acción la ofrecían las competencias municipales preolímpicas en el Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec. Sin tener en cuenta que al acto asistían el gobernador Merino Fernández, representantes del jefe de la zona militar, Gral. Ramón Rodríguez Familiar, y el Gral. Clark Flores, del Comité Olímpico, los “padres de familia” inventaron ultrajes a la bandera e insultos a las autoridades y al ejército, y en otra descarada carta abierta, del 11 de junio, decían al gobernador: “La perversión sistemática de todo orden que los comunistas siembran en la mente juvenil de nuestros hijos pudo ser constatada por usted el día de ayer en el Centro Escolar de la ciudad... un grupo de estudiantes universitarios azuzados por sus líderes rojos se dedicaron a proferir ofensas indescriptibles a todas las instituciones y personas imaginables... sin que nos dejemos engañar por el progreso material que la Universidad trata de presentar a la sociedad. Señor gobernador: confiamos en que usted ponga ya un freno a los desmanes comunistas en nuestra ciudad y, actuando con la energía que ha faltado en años anteriores, solucione este problema que es la preocupación cotidiana de todos los ciudadanos de la entidad. No cejaremos en nuestra acción hasta ver conjurada la amenaza que durante años ha pesado sobre nuestra ciudad”.
Correspondió en seguida el turno a otro equipo macartiano, la Liga Juventud, a.c., que en desplegado del 12 de junio (en El Sol de Puebla, naturalmente) comunicaba al gobernador que apoyaba “la enérgica actitud que usted ha prometido presentar a las fuerzas comunistas desatadas en forma alarmante en estos últimos días en nuestra ciudad, tendientes a acabar con el orden constitucional que usted representa y que recibió ya tambaleante de los tristemente célebres gobiernos anteriores, que no supieron contener el desmán creciente de esos apátridas... todo en perjuicio de esa juventud, futuro de nuestra nación, que lejos de haber recibido allí un ejemplo de patriotismo, presenció el acto más bochornoso de agitación bolchevique. No dudamos que de inmediato dará usted solución absoluta a esta ya larga y creciente agitación, pues la indignación popular es ya grande y puede culminar, desgraciadamente, en actos de mucha mayor gravedad y de los cuales usted, como gobernador, sería el único responsable”. Seguros de haber dado en el blanco, los “padres de familia” seguían
echando leña a su hoguerita macartista: “Tenemos confianza en que con las investigaciones que el señor gobernador está haciendo de los hechos que nos ocupan no sólo se va a castigar a los verdaderos responsables, que son los líderes comunistas, sino que se va a evitar que el grupo rojo aproveche la ocasión, como lo ha hecho anteriormente, para que en vez de castigar a los responsables se castigue a estudiantes inocentes o antagónicos a sus ideas” (14 de junio). Investigación
La presión de los ultras —desde las páginas de los periódicos y desde los púlpitos, con amenazas firmadas y anónimas— obligó a las autoridades estatales y universitarias a investigar la verdad. El Consejo Universitario, máxima autoridad de la
uap, afirmó el
15 de junio, dirigiéndose a la opinión pública: Por su parte el Directorio Estudiantil Universitario manifestó: “Se ha venido insistiendo, por medio de la prensa tanto estatal como nacional, en que en Puebla se vive un clima de intranquilidad y agitación, afirmación totalmente falsa, ya que es público y notorio que tanto en nuestra ciudad como en el estado la ciudadanía trabaja en perfecta armonía; pueblo y gobierno labran juntos el futuro de Puebla. Ese clima de agitación e intranquilidad sólo se manifiesta en la gran prensa, que está propiciando acontecimientos que sí conducen a lo que tanto dicen temer. En esta ocasión el propósito de las fuerzas de la reacción es restar las simpatías populares muy justamente obtenidas por el estudiantado poblano a raíz de las luchas del año pasado, aprovechando la ocasión para crear problemas al gobierno del estado, el mejor que hayamos tenido en muchos lustros, con la absurda pretensión de que retorne el nefasto y oprobioso régimen de Nava Castillo. Estos mismos individuos fueron quienes acusaron de “comunistas” al movimiento popular de 1964 y se colocaron en una posición que hace sospechar de su dudosa calidad de padres de familia al oponerse a dicha lucha... Se pretende hacer creer que el estudiante universitario es enemigo y ha ofendido a la religión católica, generalizando mañosamente la actitud irresponsable de un pequeño grupo, actitud que somos los primeros en reprobar. El Directorio Estudiantil Universitario, máxima representación estudiantil, condena los hechos mencionados y se compromete públicamente, en la medida de lo posible, a impedir que se vuelvan a suscitar en el futuro, exhortando al pueblo, compañero de nuestras luchas, del cual procedemos y al cual nos debemos, para que no permita que estos individuos siembren en su conciencia la infame semilla del odio hacia nuestra máxima casa de estudios”. Por su parte el gobernador Merino Fernández ordenó al procurador general de Justicia y a los jefes de la policía estatal y judicial una investigación acuciosa para castigar a los responsables. Antes que la investigación arrojara luz alguna, la Unión de Madres Poblanas revelaba que ella sí sabía quiénes eran los instigadores: “Con el más limpio espíritu de madres mexicanas afirmamos también que la perversión moral y cívica de los delincuentes juveniles que han venido realizando estos actos infames se debe a la influencia de un grupo de profesores y de agitadores bien conocidos”. Las fiestas del Corpus Christi fueron el decorado para que apareciera en escena el arzobispo Márquez y Toriz: la misa y la procesión con el Santísimo se harían “en desagravio de las injurias recibidas por la Iglesia”.
El mismo día, la Academia de Catedráticos de la Escuela de Derecho y Ciencias Sociales declaraba: “Reconociendo que la convivencia entre el pueblo y la Universidad sólo es posible mediante la mutua comprensión de sus virtudes y defectos, exhortamos al pueblo y a los estudiantes a no romper la unidad que ha dado a la ciudadanía del estado sus mejores triunfos, y a no dejarse sorprender por personas o grupos interesados en crear un ambiente de agitación que perjudicará necesariamente el desarrollo armónico de las actividades económicas del estado y el ritmo ascendente impuesto a la Universidad por el más preclaro de sus hijos”. Sin esperar el veredicto de la justicia, que contaba con la irrefutable prueba de cientos de fotografías y una película, la Acción Católica Mexicana demandaba, el 18 de julio, “una acción eficaz para resolver de una vez por todas la apátrida infiltración comunista que amenaza al país”, y agregaba: “los vergonzosos actos desarrollados recientemente en Puebla son evidente y pequeña muestra de lo que sería nuestra patria si por indecisión quedara en manos comunistas”. En el comunicado firmado por los dirigentes nacionales de la acm se leían frases como: “técnicas aprendidas en la Cuba de Castro Ruz”, “grupillo de cerebros comunistoides”, y un párrafo de antología: “...los autores intelectuales de tan bochornosos actos han escogido como blanco principal de sus ataques al catolicismo, pues saben que es la única y eficaz barrera que puede impedirles el logro de su insana meta; convertir a México en otra Hungría, en otra Letonia, Latvia y Lituania, en fin, en otra Cuba”. Revelaciones El día 20 un grupo de siete señores daba a conocer los nombres de los componentes de la “camarilla roja”, intelectuales y hombres de ciencia tan destacados como los ingenieros Joaquín Ancona, Luis Rivera Terrazas, Virgilio Beltrán, Dr. Joaquín Sánchez Mac Grégor, el licenciado en economía Luis Gaytán Rojo, el Dr. Francisco Arellano, el profesor Enrique Aguirre Carrasco. Y el mismo día el Centro Nacional de Comunicación Social, que dice contar como miembros a cuatro millones de católicos, revelaba que ya había trazado su plan de “acción conjunta y unánime, para realizarlo paulatinamente, de acuerdo con el desarrollo de los acontecimientos que, en el futuro, se deriven de los desagradables incidentes ocurridos en Puebla”.
Situado ya el asunto como conflicto nacional, la Unión Sinarquista pidió (21 de junio) al presidente Díaz Ordaz que ordenara una investigación de los alborotos estudiantiles, “abiertamente dirigidos por grupos de tendencias comunistas”, y la Unión Estatal de Padres de Familia de Puebla insertó en Excélsior (22 de junio) un comunicado a la opinión pública en el que advertía que “como un solo hombre estamos en la batalla para impedir el avance en nuestra ciudad de los grupos comunistas pervertidores de la juventud y enemigos de las tradiciones y cultura de nuestra patria, y no toleraremos más las ofensas de estos grupos predicadores del odio”. El día 23, las asociaciones católicas hicieron el anuncio formal de que el 27 tendría lugar en el atrio de la catedral un acto de desagravio, para el cual se había lanzado una campaña intensiva en todo el estado de Puebla y en los circunvecinos. Coincidiendo con el lanzamiento de la campaña llegó a Puebla el
ex vicepresidente de los eu, Richard M. Nixon, a quien una comisión de
“padres de familia” invitó especialmente para que asistiera
a la concentración anticomunista del día 27. Quedaron suspendidos por tiempo indefinido Manuel Rojas Álvarez, Roberto Llerena López, Amaury Rodríguez Caballero, Benjamín Pérez Cervantes, Alfredo Chino Rivera, Ricardo Juárez Espinosa, Fausto Cortés Pérez, José Hernández Meléndez, José Blas Sánchez Flores, Celso Peña Ruiz, Héctor Delfino Marín López, Enrique Cuyot Islas, Jaime Pérez Matali, Julio Reyes Caballero, Rodolfo Bustamante Nájera, Alfredo Figueroa Ayala, Carlos Díez de Urdanivia, Saúl Acosta Hernández, Alejandro Soto Eguíbar, Luis Alberto Morales Salazar, Miguel Bonilla Solís, Pedro Amador S., Luciano Ruiz Chávez, Matías Rivero Aguilar, Dantón Huerta Morales, Fernando Martínez Román. Los denunciados ante las autoridades del fuero común son Oscar Miguel Puig Hernández y Gerardo Ruiz Real. Para los propios poblanos, la lista —confeccionada con estricto apego a datos objetivos— no podía ser más elocuente: la mayoría de sus integrantes son bien conocidos como activistas del Frente Universitario Anticomunista. Pero el plan estaba trazado y la Acción Católica Mexicana, la Unión de Católicos Mexicanos, la Acción Católica de la Juventud Mexicana, la Unión Femenina Católica Mexicana, la Juventud Católica Femenina Mexicana, el Movimiento Familiar Cristiano, los Caballeros de Colón, el Secretariado Diocesano de Cursillos de Cristiandad, la vot de San Francisco, las Jornadas de Vida Cristiana, la Legión de María, el Club Serra, la Adoración Nocturna Mexicana, el Club Exorbe, y los dueños de la fábrica de hilados La Poblana y los de La Tarjeta, Ausonia, Vidriería Royal, Pinturas Internacional, Automotriz Reyes Huerta y la crema del reaccionarismo católico, con José Vélez, Manuel Pellico Fernández y Rodrígo Carvajal a la cabeza, seguían diciendo que los dirigentes nacionales comunistas Alonso Aguilar, Jesús Silva Herzog, Angel Veraza, Natividad Rosales, Víctor Rico Galán, Alberto Domingo, Renato Leduc, Luis Suárez y Eli de Gortari intentaban conquistar a la ciudad de Puebla. La terquedad aparentemente irracional, aunque perfectamente dosificada, obligó al Gral. Ramón Rodríguez Familiar, jefe de la xxv Zona Militar, a hacer una formal declaración en la que afirmaba escueta y severamente “que no hubo ultrajes a la bandera ni insultos a la autoridad y al ejército... Por tal motivo, es improcedente cualquier acto de desagravio que se haya hecho o trate de realizarse con este motivo. Es lamentable —agregaba— que a la enseña patria se le utilice como móvil para desorientar a la opinión pública, sin considerar que nuestro lábaro patrio está por encima de cualquier interés”.
En un amplio desplegado aclaratorio (24 de junio), el Consejo de la uap concluía: “La Universidad Autónoma de Puebla vive hoy por hoy en un ambiente de indiscutible progreso; el estado ha encontrado por fin al hombre que siguiendo los lineamientos del gobierno federal encauza la superación de todas las actividades. Ante esta situación, afirmamos que no hay problema sin solución, y el presente, considerando en sus verdaderas dimensiones, deberá resolverse con sensatez y cordura, sin agitaciones estériles, pues sólo así contribuiremos como buenos mexicanos a obtener la unificación que nos permita alcanzar el destino histórico de México”. Cuando los ultras se dieron cuenta de que el fantasma por ellos inflado se volvía en su contra recurrieron a la Unión de Madres Poblanas —una entelequia— para exigir que no se castigara “a inocentes”, sino a los verdaderos responsables, los “profesores y agitadores comunistas, mientras que El Sol de Puebla, como el ratero que grita “¡Al ladrón, al ladrón!” comenzaba a editorializar sobre una “intriga diabólica”. Alas cortadas Para que no quedara duda alguna sobre el estado de cosas, el Directorio Estudiantil
Poblano fijó sus posiciones un día antes de la concentración
anticomunista, en un amplio comunicado: De todas maneras y tal como había sido anunciado, el domingo 27 se llevó a cabo en el atrio de la catedral de Puebla y en calles adyacentes la concentración anticomunista cuyo grito de guerra fue la conocida frase: “Cristianismo sí, comunismo no”, y que presidieron Octaviano Márquez y Toriz y Emilio Abascal, arzobispo y obispo de Puebla, respectivamente; y Luis Munive y Escobar, obispo de Tlaxcala. En algunos carteles podía leerse: “Exigimos castigo para los comunistas agitadores”. El discurso propiamente anticomunista estuvo a cargo del párroco de la iglesia de El Mayorazgo, Isauro Corona, quien gritaba con furia “purificadora” que los comunistas de México son nuevos Judas repugnantes que traicionan a Cristo y a la patria, e incitando a la rebelión, censuraba a los católicos escépticos, tibios y cobardes que “ven con indiferencia el avance del comunismo”. “Si Hidalgo y Morelos vivieran —se atrevió a afirmar—, volverían a las armas para luchar contra el comunismo... Si nuestro México cae en las garras del comunismo será por culpa nuestra. No lloremos mañana lo que ahora no quisimos defender a tiempo”.
En el mismo tono de agitador cristero habló el arzobispo Octaviano Márquez y Toriz: “Hay una maquinación infernal contra la patria, contra las instituciones y contra Dios. Como católicos y como mexicanos tenemos el deber de defender nuestro cristianismo”. Consciente de su complicidad en la trama macartista, Márquez y Toriz recurrió a frases hechas pacifistas que llegado el momento podían exculparlo ante las autoridades civiles; pero después de la aparente concordia volvió a la excitación: “Esta muchedumbre, en sus plegarias, pide que se respete la libertad de creer, de pensar y profesar su religión, sin que nadie se atreva a ofenderla. Elévense nuestras plegarias por la patria. Que Dios la defienda del comunismo, que pretende echar abajo a las autoridades civiles, a nuestras tradiciones, a nuestra religión”. La oración de desagravio fue impresa y distribuida en miles de ejemplares, y a ella dio lectura el párroco Corona. Terminaba diciendo: “Empeñamos nuestro honor de cristianos en no permitir que se corrompan los corazones y las mentes juveniles con propagandas comunistas o cualquier otro tipo de materialismo, ateísmo o falsificación de la doctrina católica”. Para que no hubiera dudas sobre el carácter político del acto,
éste terminó a los sones del Himno Nacional. Contra la Fuerza Interamericana
on impresionante unanimidad, la opinión pública mexicana se manifiesta resueltamente opuesta a que se constituya una fuerza militar interamericana dependiente de la Organización de los Estados Americanos (oea), pero que estaría al servicio directo del imperialismo de los Estados Unidos. Tanto el presidente norteamericano, Lyndon Baines Johnson , como su secretario de Estado, Dean Rusk, y la prensa yanqui, cuando se refieren a las tropas estadunidenses que intervienen en Santo Domingo, apoyadas por 1,200 soldados brasileños y poco más de 100 mercenarios procedentes de Costa Rica, Nicaragua y Honduras, hablan pomposamente de la “Fuerza Interamericana Permanente” y de las “tropas hemisféricas al mando de un general brasileño”. Tratan de dar por hecho el que la oea ha creado esa fuerza, lo que constituye una coacción manifiesta contra los gobiernos latinoamericanos que no han aceptado la “Fuerza Interamericana Permanente” y de las “tropas hemisféricas al mando de un general brasileño” y que enviarán sus cancilleres a la Conferencia Extraordinaria que deberá efectuarse en Río de Janeiro (Brasil) el próximo 4 de agosto, si no surgen —como parecen surgir— circunstancias que obliguen a suspenderla. El pueblo mexicano y los demás pueblos de Latinoamérica deben estar alertas contra la intención manifiesta del gobierno de los eu de conseguir que en esa conferencia se apruebe por mayoría la creación de la “fuerza Interamericana Permanente”. Hasta ahora, el presidente Gustavo Díaz Ordaz, por conducto del secretario de Relaciones Exteriores, Lic. Antonio Carrillo Flores, mantiene con firmeza el criterio de que “en el aspecto legal, es indudable... que ni directa ni indirectamente precepto alguno de la Carta de la oea o del Tratado de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro de 1947, prevén la existencia de una fuerza interamericana” (Declaración de la secretaría de Relaciones Exteriores del 1º de junio).
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