Año 7, número 20
H. Puebla de Zaragoza a 18 de noviembre de 2004

La Inmaculada Concepción
en el acervo artístico universitario

Por Velia Morales Pérez 1

Tota Pulchra, anónimo, mediados del siglo xvii, óleo/tela, 252 x 189 cm. Museo de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

“¡Estrella de los mares! La nave de mi vida
desmantelada y frágil te plazca dirigir.
Los últimos acentos de mi alma agradecida
te llamen, Virgen santa, sin mancha concebida,
mis últimas miradas te encuentren al morir.”
Manuel Gutiérrez Nájera
(1859-1895)

E

l tema de la Inmaculada Concepción ha sido plasmado por muchos artistas en distintos momentos de la historia del arte, las imágenes más antiguas de las que se tiene noticia son de finales del siglo xv en Francia e Italia.

2 Por ser uno de los temas más polémicos dentro de la iglesia católica, desató grandes discusiones teológicas desde los primeros siglos del cristianismo hasta que se aceptó como dogma en el siglo xix.

Durante los siglos xvii y xviii se difundió esta devoción sobre todo en España y sus reinos, ya que la Monarquía Española se declaró defensora de la Virgen María. Son precisamente de este periodo las cuatro pinturas y un relieve

3 sobre la Inmaculada Concepción que forman parte del patrimonio universitario y de las que trataremos en esta gaceta histórica de la buap.

El dogma

Inmaculada Concepción, Cristóbal de Villalpando (c.a. 1649-1714), óleo/tela, Catedral de Puebla.
E

n los inicios del cristianismo, ante el precepto dictado por san Agustín de que el pecado original se transmitía a toda la humanidad por las debilidades de Adán y Eva, nadie dudaba que la propia Virgen estaba marcada por este pecado.

Ante la importancia de la santidad de María, ya que era el único instrumento por medio del cual Dios se hizo hombre, la Iglesia cristiana de Oriente, en el Concilio de Éfeso (431), fue la primera en proclamar de un modo explícito la pureza de María, al declarar divina la maternidad de la Virgen y denominarla Theotokos, Madre de Dios.

4

Iniciándose el credo en la Inmaculada Concepción que establecía la preservación de la Virgen María del pecado original desde su concepción, al ser elegida por Dios desde antes de su nacimiento como madre de su hijo.

Su introducción en la iglesia cristiana de occidente provocó más polémicas, sobre todo ante el intento por parte de los clérigos de Lyon, en 1128, de establecer la celebración de la concepción de María, lo que desató los cuestionamientos de san Bernardo, uno de los doctores de la iglesia.

“Sin embargo, a pesar del hecho de que no sólo san Bernardo, sino prácticamente todos los teólogos escolásticos de la Edad Media tardía contradijeron la idea, el culto a la Inmaculada Concepción continuó floreciendo y encontrando nuevos paladines.”

5

Las órdenes religiosas se dividieron entre maculistas e inmaculistas, los dominicos con santo Tomás de Aquino a la cabeza defendieron la postura maculista, en tanto los franciscanos, carmelitas y posteriormente los jesuitas se adhirieron a los inmaculistas.

Para finales del siglo xiii san Pedro Pascasio, Guillermo Warre y sobre todo el español Ramón Llull se declaran defensores de la doctrina y fue el franciscano Juan Duns Escoto quien propuso una solución.

“La conciliación entre la universalidad de la redención y el privilegio de María se estableció con la distinción entre redención liberativa y redención preservativa. La preservación de María era con esto presentada como una gloria más esplendorosa de la redención de Cristo.”

6

Este asunto llegó a tomar más importancia debido a la Reforma Protestante, ya que Martín Lutero y sus seguidores cuestionaron y suprimieron la devoción a María, y por ello los católicos tomaron con más fervor su defensa, y durante el Concilio de Trento (1545-1563) sus integrantes no se pronunciaron por el dogma pero expresaron su consideración a la Reina de los cielos:

“Declara no obstante el mismo santo Concilio, que no es su intención comprender en este decreto, en que se trata del pecado original, á la bienaventurada, é inmaculada Virgen María, madre de Dios.”

7

Tota Pulchra, relieve, mediados del siglo xvii, Patrimonio Universitario buap.

Entre todos los países católicos que encabezaron el movimiento contrarreformista católico fue España el que defendió con más ahínco el culto a la Virgen.
“En 1644 se instauró ya como fiesta de obligación en España el día de la Purísima.
Y el 17 de julio de 1767, casi un siglo antes de la definición del dogma, declararon a la Inmaculada Concepción patrona de España y de los reinos y señoríos que constituían su imperio.”

8

Esta devoción inmaculista de la Monarquía Española pasó desde un inicio a los territorios novohispanos, donde se llevaron a cabo, en distintos momentos, pronunciamientos de la jerarquía eclesiástica novohispana para respaldarla y fomentarla. Es así que esta advocación mariana para el siglo xvii tenía muchos seguidores. En Puebla, su catedral está dedicada a la Inmaculada Concepción y los miembros del cabildo catedralicio fueron de sus más grandes defensores.

Estas disputas terminan en el siglo xix, el día 8 de diciembre de 1854

9, cuando el papa Pío ix pronunció la Epístola apostólica “Ineffabilis Deus” que declara dogma de fe a la Concepción Inmaculada de la Virgen María.

“Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, está revelada por Dios.”

Todos estos enfrentamientos y críticas a través de los siglos hizo posible el surgimiento de una rica iconografía, desarrollándose una interesante tipología de esta advocación como a continuación lo veremos.

Iconografía

Inmaculada Concepción, anónima novo-hispana, mediados del siglo xvii, óleo/madera, 211 x 155 cm. Hospital de la Purísima Concepción y de Jesús Nazareno (Hospital de Jesús).
E

l proceso de conformación de la iconografía de la Inmaculada Concepción abarca tres etapas que exaltan dos cualidades fundamentales de la Virgen, su pureza y su triunfo sobre el mal. La primera imagen que se representó fue la Virgen del Apocalipsis, es decir, “la Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza” (Apocalipsis: xii: 1) quien vence al mal aplastando con su pie al dragón de siete cabezas, siendo su representación más antigua del siglo ix.

El segundo tipo iconográfico es la Tota Pulchra, surge en el siglo xv y aparece María con diversos emblemas y símbolos de su pureza, basados en ciertas imágenes y metáforas de las Sagradas Escrituras –sobre todo de los Salmos y del Cantar de los Cantares– integrándose lentamente las alabanzas aplicadas a la Virgen por la Letanía Lauretana.
Esta imagen tuvo un gran éxito y fue representada en muchas ocasiones.

“Esta composición, que tuvo una aceptación extraordinaria, perdió poco a poco su rigidez esquemática y evolucionó hacia un aspecto más naturalista. La Virgen pierde su frontalidad, se humaniza y tiende al sentimentalismo. Los símbolos, que se distribuyen a su alrededor, carecen ya de intensidad expresiva y de sus etiquetas aclaratorias.”

10

En el siglo xvii se establece definitivamente el último y tercer tipo iconográfico, la Inmaculada Concepción propiamente dicha, donde la Virgen María aparece sola o con algunos de los emblemas a manera de recuerdo, casi siempre con la luna a sus pies, vestida con túnica blanca y manto azul.

La imagen de la Virgen María permitió a un sinnúmero de artistas expresarse de manera más particular sobre la representación femenina, plasmando hermosas mujeres idealizadas, con un toque de delicadeza y pureza al presentarlas bañadas de inocencia y divinidad. Se quiere presentar a una mujer perfecta en cuerpo y alma.

Las obras del acervo artístico universitario son bellísimos ejemplos de la Inmaculada Concepción, con las que podremos hacer un recorrido en la evolución iconográfica de esta advocación mariana y disfrutar de la destreza de varios artistas que destacaron durante su tiempo como verdaderos maestros del arte de la pintura.
 

Inmaculada de Diego de Borgraf

Inmaculada Concepción, Diego de Borgraf, 1685, 210 x 146.5 cm. Museo Universitario buap.
E

l pintor siguió la representación que tanto en España como en la Nueva España se impuso durante la segunda mitad del siglo xvii, de representar a la Inmaculada vestida con túnica blanca y manto azul, de pie sobre la luna, el sol asomándose a su espalda, iluminando a la mujer que Dios eligió desde todos los tiempos como la Madre de Dios.

Se encuentra suspendida en el centro de la escena entre un rompimiento de gloria acompañada de ángeles que portan solo algunos atributos marianos, el espejo, las rosas y las azucenas, aludiendo a la pureza de la Virgen, como reminiscencias de la abigarrada representación de la Tota Pulchra.

Esta bella mujer con gesto tranquilo e inspirado, se encuentra orante, dirige su mirada hacia el cielo, está coronada por una aureola de santidad y doce estrellas circundan su cabeza, además de un grupo de querubines, que se asoman entre las nubes, enfatizan la coronación celestial.

La pintura está firmada por el flamenco Diego de Borgraf y fechada en 1685. Este artista llegó a Puebla en 1640 junto al artista Pedro García Ferrer en el séquito del obispo Juan de Palafox y Mendoza. En 1649 cuando se retiraron Palafox y García Ferrer de la mitra poblana, el pintor decidió permanecer en la ciudad hasta su muerte.

Inmaculada Concepción, Diego de Borgraf (1618-1686), 180 x 120 cm., Catedral de Puebla.

Diego de Borgraf (1617-1686) fue uno de los actores más importantes de la escuela poblana de pintura de este periodo. Realizó diversas e importantes obras, entre ellas esta Inmaculada y otra similar para la propia Catedral. Ambas obras tuvieron como modelo la Inmaculada

11 del madrileño Francisco Rizi (1614-1685), quien fue un exitoso artista que llegó a ser nombrado pintor del rey (1656), e introdujo en España un barroco lleno de dinamismo a través de una pincelada vibrante y ligera.

“Es cierto que representa quizás el punto más alto en dinamismo arrebatado, opulencia teatral y gesticulación barroca.”

12

La Inmaculada de Rizi, que representa esta soltura, luminosidad y dinamismo, firmada en 1652, debió llegar a Puebla durante la segunda mitad del siglo xvii. La obra impactó a muchos de los artistas de la Nueva España, como al propio Diego de Borgraf, Cristóbal de Villalpando y Pedro Ramírez, quienes la tomaron como modelo, siendo este uno de los pocos pero importantes ejemplos que se tienen de la presencia de modelos madrileños en el arte novohispano.

13

Debemos señalar que estos pintores siguieron fielmente el modelo compositivo de Rizi pero dieron un toque personal a sus obras marcando su propio estilo. Sin embargo las Inmaculadas de Diego de Borgraf son más proclives a seguir la tendencia plástica de Francisco Rizi, caracterizadas por un barroco dinámico y vaporoso, que no se percibe en el resto de las pinturas del flamenco.

14
 

Inmaculada de Echave Rioja / Carreño de Miranda

Inmaculada Concepción, Baltasar Echave Rioja/Juan Carreño de Miranda, óleo/tela, 248 x 190 cm. Museo Universitario buap.
U

na pieza excepcional del acervo universitario es la Inmaculada firmada por Echave Rioja, contemporánea a la anterior, de gran formato y de destacados valores estéticos, aunque es difícil apreciar los colores originales de la paleta del pintor debido a la pátina que con el tiempo se le ha formado y que provocó el oscurecimiento de la imagen.

La Virgen, colocada en el centro de la composición y cumpliendo con los requisitos iconográficos de la época, de estar colocada sobre la luna entre nubes y rodeada de ángeles y querubines, es una figura de gran presencia y fuerza corporal, su postura es frontal y los paños tienen gran revuelo.

La obra está firmada por el pintor novohispano Baltasar Echave Rioja (1632-1682), que formó parte de una destacada familia de pintores radicada en la ciudad de México. Fue un artista reconocido en su tiempo, ya que participó en importantes obras en las catedrales de México y Puebla. En nuestra ciudad se encuentran los espléndidos lienzos que decoran la sacristía de la catedral, realizados en 1675.

En un reciente estudio sobre pintura novohispana, estudiosos del tema expresan sus dudas sobre la autoría de la pieza.

“Al observarla con detenimiento, lo primero que llama la atención es que junto a su fuerte acento español ninguna otra obra conocida de Echave Rioja parece aproximarse al estilo que se aprecia en esta pintura; y la sorpresa es todavía mayor cuando se compara la Inmaculada poblana con alguna de las versiones que sobre el mismo asunto ejecutara Juan Carreño de Miranda (1614-1685). La pintura de Puebla se halla tan próxima a las Inmaculadas del pintor madrileño que no resta menos que añadirla a la lista.”

15

Inmaculada Concepción, Juan Carreño de Miranda (1614-1685), óleo/tela, 211 x 145 cm. The Hispanic Society of America.
 

Ante esta incertidumbre de quién es el autor de esta obra, comparamos a la Inmaculada de la Universidad y una Inmaculada de Juan Carreño de Miranda –perteneciente a la Hispanic Society de Nueva York, fechada en 1670 y adquirida de una colección mexicana– para apreciar la enorme similitud de ambas obras, que nos hace pensar seriamente que la obra universitaria es de este pintor madrileño, quien realizó varias pinturas sobre este tema y quizás por algún encargo específico mandó algunas Inmaculadas a la Nueva España.

La cuestión es por qué Echave Rioja, un pintor de gran prestigio, la firmó, posiblemente por alguna cuestión de reparación de la pieza, ya que no puede pensarse que sea una obra salida del pincel del artista novohispano, ya que no tiene relación plástica con sus trabajos conocidos. En cambio, esta Inmaculada es una Virgen similar a las realizadas por Carreño de Miranda, que son descritas por el especialista español Pérez Sánchez de esta manera.

“La Virgen, frontal, con un amplio y sólido perfil romboidal, es casi siempre de modelo pleno, nada infantil, y a pesar del revuelo de ángeles niños que la acompañan y de la temblorosa vibración de sus telas y de los brazos, abiertos generalmente en gesto de acogida, produce una sensación de equilibrio y majestad bien distinta de lo que veremos en otros pintores madrileños.”

16

 

Inmaculada Concepción
Tota Pulchra / Toda Pulcra

Tota Pulchra, detalle, siglo xvii, anónima, Museo Universitario buap.
E

s una hermosísima Virgen Inmaculada, de origen español, posiblemente de la escuela sevillana de mediados del siglo xvii. Es interesante esta pintura ya que presenta a la Virgen como Tota Pulchra, composición que refleja el ambiente de discusión que existía en torno al tema.

Está colocada en el centro formal y simbólico de la composición, enmarcada por un fondo azulado y abundantes nubes donde están varios símbolos de su pureza y perfección. Recordando a la mujer del Apocalipsis, se encuentra de pie sobre la luna menguante con los cuernos invertidos y vistiendo una túnica rosada y manto azul con bordados dorados.

La Virgen presenta un suave movimiento por la leve inclinación de su cabeza y la colocación de sus manos en oración, dando sensación de curvatura a la figura. Su manto revuela levemente y el uso del claroscuro da volumen y presencia a toda la composición.

Se le representa joven, más no adolescente como lo hicieron algunos pintores de la época, de rostro pálido, cejas arqueadas, nariz recta y delicados labios, su cabellera castaña, suelta y rizada cae sobre su espalda y hombros. Tiene la mirada baja en un sentido de descendimiento para indicar el momento en que Dios envía a la tierra a la Virgen sin mancha alguna, el Espíritu Santo que se desprende desde las alturas señala su gracia sobre la madre de Dios.

Está tocada por una exquisita corona imperial, su rostro muy iluminado es reforzado con una aureola iridiscente que representa al sol.

Inmaculada Concepción, Francisco de Zurbarán (1598-1664), óleo/tela, Museo de Arte de Cataluña, España.
 

A su alrededor los atributos marianos para exaltar las dos virtudes otorgadas por la gracia divina: su pureza y excepción del pecado original.

17 Los dos angelitos que la custodian, sentados sobre unas nubes, sostienen el espejo sin mancha o de Justicia y la rosa mística, en la parte superior aparecen la puerta del cielo y la escalera al cielo. En el borde inferior aparece un paisaje marino que hace simbolizar a la Virgen como la nave de la salvación de la humanidad. Integrados a este paisaje vemos otros símbolos marianos, el jardín cerrado, el ciprés, Templo del Espíritu Santo y la Torre de David.

Plasmar a María como Tota Pulchra, con su abundancia de simbolismos y conceptos, representa en ese ambiente de debates religiosos “un compendio de las banderas mariológicas de su tiempo, las de una catolicidad que se afirma mediante un discurso apologético y militante, y que veía en ella un trasunto de la misma Iglesia de Roma como madre.”

18

Esta obra procede de la galería de pinturas de la Academia de Bellas Artes de esta ciudad, ya que aparece en el Inventario de la Academia, realizado en 1912.

19 Seguramente debió pertenecer a alguno de los conventos suprimidos a mediados del siglo xix por las leyes de Reforma, cuyas obras pasaron a esta institución educativa.

Antonio Bonet Correa, especialista en arte español, aprecia en esta obra la influencia del pintor extremeño Francisco de Zurbarán (1598-1664), sobre todo en los querubines sobre los que reposa la Virgen “casi idénticos a los de la Inmaculada del Museo de Cataluña, son una prueba de que el pintor de la poblana conoció de cerca la obra de Zurbarán.”

20
 

La Virgen y el niño, Sebastián López de Arteaga (1610-1652), óleo/tela, 92.5 x 97.4 cm., Museo Nacional de Arte.

El autor opina que no se puede atribuir al taller de Zurbarán, pero sí situarla como obra posterior a los pintores sevillanos Juan de Roelas (ca. 1558-1625) y Antonio Mohedano (ca. 1561-1626), aunque no cree que sea una pieza importada de Sevilla. La atribuye a Sebastián López de Arteaga (1610-1652), pintor sevillano que trabajó en España hasta 1638 cuando se traslado a la Nueva España llegando en 1640 donde radicó hasta 1652.

Comenta sobre el gran parecido entre esta obra y los Desposorios de la Virgen

21, de este autor, “se puede ver que la cabeza, ligeramente inclinada hacia la izquierda de la Virgen, tiene el mismo tipo de óvalo y cabellos ondulados, con ojos de párpados caídos y boca pequeña y gordezuela. También el ángel que vemos a la derecha de San José tiene el mismo tipo de cabeza con parecidos bucles en el cabello.”22

Al observar los Desposorios del pintor sevillano, el parecido es cercano con el rostro de la Virgen y los ángeles, más no con el tratamiento de los cuerpos y sus ropajes, en los Desposorios “la calidad de la tela no mata a la figura humana”

23, en cambio la Inmaculada está prácticamente envuelta en sus ropas.

Debemos decir que son más grandes las similitudes si comparamos el rostro de la Virgen de la Universidad y el de la obra La Virgen y el niño del mismo autor, por sus caras ovaladas, párpados grandes, cejas curvas, boca delicada y el tipo de luz que utilizan para marcar un sombreado que termina en el cuello. Este parecido junto con las noticias sobre la estancia de López de Arteaga en Puebla, durante este periodo, para hacer algunos trabajos para su catedral, nos hace pensar en la posibilidad de que esta obra sea del autor.

24

Los desposorios de la Virgen, Sebastián López de Arteaga (1610-1652), óleo/tela, 223.5 x 170 cm., Museo Nacional de Arte.

Más tenemos que llamar la atención hacia otra pintura interesante, la Inmaculada Concepción que pertenece al Hospital de la Purísima Concepción de Jesús Nazareno, en la ciudad de México, atribuida por Juan Miguel Serrera al sevillano Alonso Vázquez, que trabajó en la Nueva España de 1603 a 1607. Atribución cuestionada por Nelly Sigaut, quien ubica a la obra a mediados del siglo xvii y cercana al trabajo de López de Arteaga y José Juárez.

25

Entre la Inmaculada de la Universidad y ésta hay un gran parecido, no en el tratamiento de las telas, ya que en la Inmaculada de la Universidad son más suaves, pero existe una gran cercanía en la figura femenina que las entrelaza, quizás no en el artista pero sí en un círculo artístico común.

Por lo que creemos que, aunque existen algunas similitudes estilísticas con los trabajos de Sebastián López de Arteaga, no se aprecia tanta cercanía como para atribuírsela, se debe analizar con más detenimiento el estilo de este autor hasta ahora anónimo para llegar a realizar una atribución, quizás relacionada a la escuela sevillana de mediados del siglo xvii.

Inmaculada de Cristóbal de Villalpando

Inmaculada Concepción, Cristóbal de Villalpando (ca. 1649-1714), óleo/tela 189 x 126 cm. Museo Universitario buap.
C

oncluimos nuestro trabajo con una espléndida pintura, representante genuina del auge del barroco novohispano, es una Inmaculada del maestro del arte de la pintura Cristóbal de Villalpando (ca. 1649-1714). Este personaje “fue uno de los pintores más afamados de la Nueva España; así lo corrobora su obra, que invariablemente ocupó un lugar de primer orden dentro de las empresas artísticas más importantes de su tiempo.”

26

En sus pinturas se aprecia la formación y evolución de su exquisito estilo, un suntuoso barroco lleno de dinamismo, espectacularidad y riqueza decorativa en las vestimentas y joyas que portan sus vírgenes, santos y ángeles.

Esta Purísima Concepción está representada con una iconografía más tradicional a la que se había impuesto en esta época, como lo hemos visto, de representarla sola. Se plasma como Tota Pulchra, la Virgen al centro de la escena, suspendida sobre las nubes, vestida con túnica rosada y manto azul, tiene la luna a sus pies, está coronada por las 12 estrellas y acompañada por algunos ángeles que sostienen el espejo y los lirios, símbolos de su pureza; en la parte inferior se presenta un cuidadoso paisaje con algunos otros elementos de la letanía, la Torre de David, la Palma de Cades, la Ciudad de Dios y el Pozo de aguas vivas. Además está envuelta en un ambiente tempestuoso reminiscencia de la Mujer Apocalíptica.

“El manejo que adquirió de diferentes tipos de luces, los contrastes que con ellas podía hacer al crear planos, el sombreado plomizo de las nubes, respondiendo a su aprendizaje con Echave Rioja y a los modelos madrileños que pudo haber visto en Puebla, le dieron los elementos para construir el ambiente que rodea a la Virgen.”

27

La escena llena de dinamismo, la figura casi en espiral de la Virgen y su rostro singular, integran los elementos plásticos característicos del pintor.

Este bellísimo cuadro, que forma parte del riquísimo acervo artístico universitario, perteneció a la galería de pinturas de la Academia de Bellas Artes de nuestra ciudad y debió formar parte de alguno de los conventos suprimidos en el siglo xix. Alguna de las órdenes religiosas asentadas en la urbe la mandó hacer para celebrar a la nacida sin pecado original.

Es un orgullo que parte de esta riqueza cultural forme parte del patrimonio artístico universitario.


1 La autora es investigadora del Museo Universitario, estudió la licenciatura en Historia en la buap y la maestría en Historia del Arte en la unam.
2 “La pintura italiana del Quattrocento nos ofrece al menos un ejemplo de este tema que data de 1492: es la Inmaculada Concepción del veneciano Carlo Crivelli, que se encuentra en la Nacional Gallery de Londres.” Réau, Louis, Iconografía del arte cristiano. Iconografía de la Biblia. Nuevo testamento, (1996), p. 87.
3 Esta obra ha sido analizada en el artículo “Casa de las bóvedas. Esplendor del siglo xvii”, Tiempo Universitario, número 15, 2001.
4 Cfr. Enciclopedia Mariana, (1960), p. 73.
5 Stratton, Suzanne, La Inmaculada Concepción en el arte español, (1989), p. 5.
6 Enciclopedia de la Religión Católica, T. ii, (1951), p. 929.
7 El Sacro y ecuménico Concilio de Trento, traducido al castellano por D. Ignacio López Ayala, (1848), p. 43.
8 Fernández, Matha, “Inmaculada Concepción” en Juan Correa, su vida y su obra, tomo iv, primera parte, (1994), p. 62.
9 Este año se cumple el 150 aniversario de la proclamación del dogma.
10 Trens, Manuel, María. Iconografía de la Virgen en el artes español, (1946), p. 158.
11 Publicada por primera vez por Manuel Toussaint, Pintura colonial en México, (1990), La imagen parece fue proporcionada por Francisco Pérez de Salazar. Desgraciadamente esta obra se encuentra perdida.
12 Pérez Sánchez, Alfonso E., Pintura barroca en España. 1600-1750, (1996), p. 286.
13 Cfr. Gutiérrez Haces, Juana, et. al., Cristóbal de Villalpando, ca. 1649-1714, (1997), p. 41.
14 Ver Rodríguez Miaja, Fernando, Diego de Borgraf. Un destello en la noche de los tiempos. Obra pictórica, (2001).
15 Gutierrez Haces, op. cit, p. 42.
16 Pérez Sánchez, op. cit., p. 292.
17 Bouyer, L., Diccionario de teología, (1990), pp. 357-359.
18 Cuadriello, Jaime, Catálogo comentado del acervo del Museo Nacional de Arte. Nueva España, Tomo I, (1999), p. 96.
19 Inventario de la Academia de Bellas Artes de Puebla. Año de 1912. Este manuscrito está bajo la custodia del Museo Universitario.
20 Bonet Correa, Antonio, “Una ‘Inmaculada’ zurbaranesca en el Museo de la Academia de Puebla”, (1964), p. 200.
21 Esta se encuentra actualmente en el Museo Nacional de Arte.
22 Bonet, op. cit. p. 200.
23 Sigaut, Nelly, en Catálogo comentado del acervo del Museo Nacional de Arte, (2004), p. 381.
24 “Sebastián López de Arteaga estuvo en Puebla con el objeto de participar en las pinturas de la capilla de los Reyes, llamado por Juan de Palafox”, Galí Boadella, Motserrat, Pedro García Ferrer, un artista aragonés del siglo xvii en la Nueva España, (1996), p. 67.
25 Cfr. Sigaut, Nelly, José Juárez. Recursos y discursos del arte de pintar, (2002).
26 Gutierrez Haces, op. cit, p. 31.
27 Gutierrez Haces, op. cit, p. 234.

  »Gacetas 2004

| Comentarios y Sugerencias: df e-mail: tiempo@siu.buap.mx |

Tiempo Universitario es una publicación del Archivo Histórico Universitario de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
Aparece quincenalmente. Esta publicación se puede adquirir en la Casa de la Memoria Universitaria,
Archivo Histórico Universitario, Avenida Reforma 531, Puebla, Puebla, Tel. (01 222)  2 32 74 79.
Se aceptan colaboraciones de investigación sobre la vida universitaria.

 

Ir a página principal

Copyright 1998 |©Tiempo Universitario | All rights reserved |
Director: Alfonso Yáñez Delgado
Gaceta Histórica de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
México
gh