Año 9, número 13
H. Puebla de Zaragoza 9 de octubre de 2006

La lucha por la Autonomía Universitaria

Por Juan Fidel Pérez Espinosa

En la foto aparecen entre otros:1. Gonzalo Bautista O´Farril, 2. Rafael Ávila Camacho, 3. Marina Sentíes, 4. Rafael Artasánchez, 5. Alberto Briones Rodríguez, 6. Francisco Arellano Ocampo, 7. Alfonso Vélez López, 8. Manuel González Salgado, 9. Fausto M. Ortega, 10. José Antonio Rivero y 11 Ernesto Castro Rayón. 
E

n 1986 el Archivo Histórico de la Universidad Autónoma de Puebla organizó el Primer Coloquio “La lucha por la autonomía universitaria”, que se realizó principalmente con el propósito de rescatar los testimonios de los principales protagonistas de dicha conquista, en particular de quienes encabezaron a la Federación Estudiantil Poblana (FEP) en el periodo 1956-1957.

Habría que recordar que dicha organización desempeñó un papel de gran relevancia en la cristalización de dicho anhelo. Aparte de darse a la tarea de buscar la cohesión de los universitarios, encabezó no pocas de las principales jornadas que llevaron a la obtención de la autonomía en 1956. En su periódico Umbral, del 10 de septiembre de 1956, se señalaba que “año con año el anhelo por la autonomía universitaria ha ido creciendo, algunas generaciones pasadas se lanzaron a la lucha por adquirirla; sin embargo, hasta ahora este sentido unánime de los universitarios conscientes ha sido defraudado”. Y se subrayaba que la fep estaba dispuesta a impulsar un fuerte movimiento orientado a hacer realidad ese viejo anhelo.

Sin embargo, no fue preciso llegar a ese extremo, dado que el entonces gobernador Rafael Ávila Camacho accedió a otorgar la autonomía. Desde luego no se trató de una “concesión graciosa” del ejecutivo estatal —tal como sostiene una cierta versión simplificadora del proceso que condujo a dicha conquista—, sino fue más bien el resultado de toda una serie de luchas que libraron los universitarios desde años atrás, sobre todo a partir de la década de los treinta del siglo pasado. Habría, además, que tomar en cuenta que en 1956 existía a nivel nacional un ambiente favorable a la lucha por la autonomía: en ese año alrededor de 100 mil estudiantes impulsaron todo un cúmulo de movilizaciones en pro de sus demandas, destacando en particular la huelga de los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (quienes exigían una nueva ley orgánica para su institución y mejoras sustantivas para los internados, comedores, aulas, etc.), las huelgas de la Normal Nacional, de las normales rurales, y de las secundarias tecnológicas.

De todos modos, reiteramos, la fep tuvo el mérito de impulsar todo un cúmulo de actividades tendientes a la cristalización de la autonomía, entre ellas, la elaboración de un anteproyecto de ley, mismo que presentó al H. Consejo Universitario el 14 de agosto de 1956. En esa misma sesión, por cierto, se presentó otro anteproyecto por parte de una organización denominada Comité Pro Autonomía Universitaria, el cual contenía también diversos puntos y propuestas muy interesantes. Los consejeros universitarios tomaron la decisión de examinar ambos documentos con el fin de extraer sus aspectos más relevantes, unificándolos en un solo proyecto.

Aquí no examinaremos las vicisitudes que siguieron a continuación. Esto lo hemos abordado en otros números de Tiempo Universitario y en otros materiales del Archivo Histórico. Lo único que queremos subrayar es que finalmente el proyecto de autonomía que se aprobó en el año de referencia no satisfizo a los universitarios, dado que se impusieron todo un conjunto de candados y restricciones para el ejercicio de una auténtica autonomía. Sin embargo la comunidad universitaria continuó enarbolando esta aspiración, hasta que finalmente en el año de 1963 logró que el Congreso del Estado aprobase una nueva ley orgánica en la que se superaban las limitaciones de la ley aprobada en 1956.

1. Manuel González Salgado, 2. Armando Guerra, 3. Francisco Arellano Ocampo, 4 Alberto Briones Rodríguez, 5. Humberto Blanco. 

Pese a la enorme significación histórica de la autonomía universitaria, curiosamente la institución —por razones inexplicables— nunca se preocupó por organizar algún evento destinado a examinar tal acontecimiento. No fue sino hasta 1986, reitero, que el Archivo Histórico Universitario decidió organizar un coloquio dedicado a la lucha por la autonomía, llenando así un vacío injustificable.

Como decíamos en líneas anteriores, dicho evento tuvo como protagonistas principales a los líderes de la fep en el período 1956-1957. Nos referimos, en concreto, al doctor Francisco Arellano Ocampo, y a personalidades como René Lazcano Sánchez, Rigoberto Lobo Matanche, Francisco Posada Velásquez, Gilberto Montes González, Jaime Gómez, José Díaz Limón, etcétera. quienes participaron de manera entusiasta en el evento de referencia, ora presentando sus propias ponencias, ora participando en los debates, ora aportando documentos y otros materiales valiosísimos para la historia de la conquista de la autonomía universitaria.

En el éxito del coloquio, sin embargo, es imposible soslayar el papel que desempeñó el personal del Archivo Histórico, en particular su entonces director, Jesús Márquez Carrillo, y la historiadora Karmele Azcue Bilbao, responsable del Área de Buscas de dicha dependencia, gracias a cuyos esfuerzos tal evento logró consumar los objetivos trazados.

Dada la relevancia de los materiales que se presentaron en dicho coloquio, Tiempo Universitario los reproducirá en dos ediciones, como una forma de coadyuvar al quincuagésimo aniversario de la conquista de la autonomía universitaria de la uap. La segunda parte se iniciará con La situación social y económica de Puebla en 1956, inicio de la autonomía universitaria, cuya autoría es del doctor Arturo Santillana.
 

La Ley promulgada
y las aspiraciones universitarias

1. Mario Zamora Aurioles, 2. Manuel González Salgado. 3. Francisco Arellano Ocampo, 4. No identificado.
S

eñor doctor Francisco Arellano Ocampo, ex presidente de la fep. Señor Dr. Manuel Lara y Parra, ex rector de esta institución. Distinguidas autoridades universitarias:
Desde luego, este acto es de gran trascendencia para la ciudad de Puebla, en virtud de que a 30 años de distancia —cuando todavía éramos estudiantes— surgió la idea, el pensamiento y la acción de la ley estudiantil, de que era necesario que la Universidad de Puebla fuera autónoma y con ese entusiasmo los miembros de la Federación Estudiantil Poblana que dirigía en ese entonces el doctor Francisco Arrellano Ocampo, y con este entusiasmo que caracteriza a los jóvenes estudiantes llenos de ideales, nos lanzamos a la lucha para que a través de ese camino espinoso, llegáramos a ver culminado un sueño convertido en realidad, al haber obtenido la autonomía de nuestra alma máter.

Desde luego, fue una lucha muy difícil, en la cual existía la negativa de aquel entonces, del C. Gobernador del Estado de Puebla, general Rafael Ávila Camacho; pero gracias a la tenacidad, a la inteligencia como se manejó esta situación, a través de Francisco Arellano Ocampo, del Dr. Emilio Exaire, Jaime Paredes Ugarte, Alberto Briones, de grata memoria, Lic. Humberto Blanco, José Díaz Limón, José Manuel Salgado y el de la voz, quienes honrosamente ocupamos en el año de 1956, un cargo de gran responsabilidad dentro de la Federación Estudiantil Poblana y desde luego nos avocamos de inmediato a realizar los trámites correspondientes para obtener la Autonomía Universitaria.

A través de la historia, recordamos aquella sesión del Consejo Universitario de fecha 6 de septiembre de ese año, donde se discutió el Anteproyecto para la Universidad Autónoma de Puebla y que tuvo una duración de más de ocho horas, estando al frente, nuestro presidente de la Federación Estudiantil Poblana y las personas arriba indicadas, en donde se escucharon encendidos discursos, pero siempre encaminados a este objetivo. Fue interesante todo el procedimiento respecto de esta conquista, porque existían diferentes grupos estudiantiles, y que ellos se oponían a la existencia de esta Autonomía. Pero afortunadamente utilizamos todos los medios a nuestro alcance y siguiendo los lineamientos de la razón, el derecho y de la justicia, se obtuvo lo deseado. Desde luego, consideramos que esta lucha fue muy difícil, pero afortunadamente cuando se lleva un fin positivo en donde se beneficia una institución y al mismo tiempo a los jóvenes estudiantes, se tienen resultados positivos, y al paso de los años, se ve como aquella semilla que se sembró con nobleza, ha fructificado y ese ideal se vuelve realidad.

De izquierda a derecha aparecen: 1. Manuel González Salgado, 2. Manuel Lara y Parra, Eduardo Cué Merlo, 4. Amado Camarillo Sánchez y 5. Francisco Arellano Ocampo. 

Es por ello, que nos sentimos muy satisfechos de la labor que desarrollamos dentro de esta vieja casona de Melchor y Covarrubias y que este sacrificio no fue estéril, sino al contrario, las nuevas generaciones recogieron esta estafeta para seguir adelante, poniendo siempre en alto a nuestra Universidad y, ¡qué bueno! que al haber transcurrido el tiempo, nuestra querida Universidad siga en pie de lucha en forma progresista, pero que ésta debe ser benéfica para rescatar los valores universitarios, y para que se engrandezca esta Institución, ya que hace varios años ésta gozaba de una fama reconocida en la República Mexicana y fuera de las fronteras de México. Realmente la lucha que realizamos, fue precisamente con el fin de tener el respeto y la respetabilidad a la Universidad y a sus autoridades, como lo es el rector, ya que sabemos que por definición en las Universidades deben existir todas las corrientes filosóficas del pensamiento, pero siempre todas concurren para formar a verdaderos profesionales y que deben ser el orgullo de nuestra Universidad, al haber creado y formado aquellos estudiantes ahora profesionales, qué jamás hemos manchado el nombre de nuestra alma máter, sino al contrario, siempre tratamos de darle prestigio, porque ¡ay de aquel estudiante que no piense de esta manera, porque no debe estar en estas aulas universitarias! Fue necesario se presentara la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Puebla; en ella se contemplaron todos y cada uno de los aspectos establecidos por el Artículo 71 de la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Puebla y la Ley Reglamentaria del Artículo 4º. de la Constitución General de la República; asimismo, el Consejo Universitario, su facultad de Patronato de los profesores, desde luego son la parte integrante de la Universidad. Es por ello, que considero que cuando cursamos el tercer año de la facultad, todas las personas que intervenimos en la elaboración de esta Ley, pusimos todos nuestros conocimientos, toda nuestra experiencia técnica-jurídica y fue así como se reunieron todos los requisitos para que ésta se convirtiera en Ley y se considerara como un organismo descentralizado del Estado. Fundamentalmente y especialmente para que cumpla con las altas finalidades que se encomiendan y se responsabilicen íntegramente de ellas; por lo que consideramos, que las leyes no son perfectas, pero sí perfectibles. Y que esta Ley promulgada, refleja todas las aspiraciones de los universitarios, ya que sabemos, que éstas rigen en un momento dado, y lo que ayer era aplicado, en la actualidad debe ser reformado para actualizarlo, de acuerdo con la etapa en que vivimos, ya que los estudiantes por naturaleza somos inquietos, pero que esa inquietud se traduzca en beneficio de la población estudiantil.

1. Humberto Blanco González, 2. Alberto Briones, 3. Amado Camarillo Sánchez, 4. Manuel González Salgado. 5. Isauro Méndez, 6. Guillermo Fernández de Lara, 7. José Sánchez de Illana, 8. José López Malo, 9. Ernesto Castro Rayón, 10. Alberto Oaxaca, 11. Armando Guerra, 12. René Lazcano, 13. Reynaldo Alor Campillo, 14. Fabio Beltrán, 15. Sandoval, 16. Alfonso Pérez Díaz.

Quiero utilizar esta tribuna, para rendir un homenaje a todas las generaciones de estudiantes del año de 1956, de la preparatoria y facultades, quienes coadyuvaron en esta lucha y que gracias a ella, tuvimos que rendir cuentas de este movimiento, que fue delicado, pero muy limpio; lleno de ideales que estos se convirtieron en realidad. Ahora estamos viendo, que nuestra Universidad trata de rescatar el prestigio bien ganado, hace varios años, para que de esa manera el profesional de hoy, tenga las puertas abiertas y ante la sociedad. Y qué bueno que ahora, a través del señor rector, Lic. Alfonso Vélez Pliego, hombre luchador, está realizando —en mi concepto— una gran labor; y asimismo, todas aquellas personas que forman parte del cuerpo docente, están impartiendo sus conocimientos en las nuevas generaciones, para que de esa manera se enaltezca esta vieja casona de Melchor y Covarrubias.

Agradezco en forma muy particular, a los miembros de esta institución, el reconocimiento que se ha hecho, a una distancia de 30 años, de haber obtenido la Autonomía de esta Universidad, a la cual le debemos todo lo que somos y que jamás mancharemos su nombre y prestigio.

Muchas gracias.

Organización y difusión de mítines

Rigoberto Lobo Matanche

1. Enrique Vargas, 2. Francisco Arellano Ocampo, 3. Manuel González Salgado, 4. Rafael Moreno Valle Sánchez, 5. Alberto Briones Rodríguez, 6. Arturo Santillana Santillana. 
C

oncurrencia, compañeros de generación, militantes conscientes de la lucha universitaria, con beneplácito he recibido el comunicado enviado por el licenciado Jesús Márquez Carrillo, director del Archivo Histórico Universitario. En mi calidad de secretario de festejos de la Federación Estudiantil Poblana y deseando que mi participación sirva para revivir grandes recuerdos y consolidar el gran estandarte de la Autónoma Universitaria, expongo a ustedes las vicisitudes que los universitarios de ayer, tuvimos, luchamos y enfrentamos.

Convencidos de que los mítines y las manifestaciones debían organizarse adecuadamente para evitar la infiltración de esquiroles y agitadores profesionales, para desvirtuar la nobleza de nuestra causa, por esa razón, recurrimos a gente de confianza, convencida de la lucha por la Autonomía Universitaria, y que tuvieran como característica: ser robustas. Colocándolas en las orillas de las filas de manifestantes, en esta forma, se impedía que se agregaran a la columna de los mítines, personas desconocidas. Cuando alguna persona era señalada como posible provocadora, dos o tres de nosotros, rodeábamos y lo invitábamos a alejarse. Afortunadamente, nunca existió un acto de violencia.

En la manifestación principal, por ser la más numerosa y la primera por la lucha de la Autonomía Universitaria, Arellano nos informó que había sido llamado al teléfono de la Secretaría General, al estar bajando las escaleras para iniciar la marcha, y que de la zona militar le habían indicado que tenían instrucciones de meter los tanques, si persistíamos en nuestra actitud de manifestarnos. Algunos camiones consultados, vimos a la altura del Hospicio y del cine Reforma. Al entrar al zócalo, frente al Palacio de Gobierno, existían numerosos policías judiciales. Un discreto cuchicheo se dejó oír entre los cercanos a Arellano, entonces Donají y María Eugenia —que eran las secretarias de Acción Femenil— propusieron pasarse, las muchachas adelante, para proteger a Arellano. Así se hizo, con una rapidez asombrosa y en tal forma llegamos frente al Palacio, donde en la caja de un equipo de Teléfonos de México, se subieron varios oradores, de los que recuerdo: a Dimas Benjamín García Corona y a Francisco Arellano Ocampo, quienes expusieron nuestros motivos de lucha y nuestro objetivo que era la Autonomía. Al concluir el mitin, marchamos a la Universidad. Pero aquí aprendimos que las mujeres en un momento dado, pueden evitar un choque frontal, cuando menos, en aquella época.

Si en aquel entonces nos reunió la Autonomía Universitaria, galardón de nuevas generaciones, si nuestra lucha no fue estéril, hoy más que nunca debemos enaltecer a nuestra Alma Máter. Y en esta fecha, que se conmemora el 30 aniversario del otorgamiento legal de la Autonomía, reflexionemos en este principio: hay jóvenes que estudian un día y son buenos; otros estudian y se superan varios días, y son mejores; pero los que estudian, se unen y se superan todos los días, esos son los imprescindibles. Nosotros y ustedes, debemos de ser de esos. Gracias.
 

Mecanismos de elección de la Federación
Estudiantil Poblana 

 Francisco Posada Velásquez

1. Manuel González Salgado, 2. Francisco Arellano Ocampo, 3. Rigoberto Lobo Matanche. 
T

engo ante ustedes, desde un rincón veracruzano, donde me encuentro laborando, Martínez de la Torre, Ver., que me acogió, una vez egresado, aún sin título, aún sin nada, me acogió dentro de su seno, para poderme desarrollar en el ámbito profesional. Soy para todos ustedes, un amigo, Francisco Posada Velásquez, oriundo, nacido en esta Puebla a quien tanto quiero y que nunca he dejado de visitar.

Me toca exponer ante ustedes, algo breve, sencillo y que todos sabemos, que en el ámbito del estudiante universitario, siempre privó, dentro de una lucha franca, abierta, sincera, para lograr alcanzar la unión de nuestros estudiantes, la unión de todos nosotros viéndonos como hermanos, de una escuela, que es la que en este momento, nos está acogiendo, nuestra Universidad Autónoma de Puebla.

La organización de la Federación Estudiantil Poblana, hacia los años 50, era la máxima autoridad estudiantil. La Federación Estudiantil, estaba integrada: por un presidente, un vicepresidente, un secretario general, pro secretario, un tesorero, pro tesorero, consejero y los secretarios que están incluidos en el Anuario de la Federación Estudiantil Poblana 1956-1957. La Mesa Directiva de la Federación Estudiantil Poblana, era elegida por voto directo y secreto de los alumnos de toda la Universidad, para lo cual, un día se buscaba y se destinaba para la votación, estableciéndose formas de las diferentes escuelas, con un representante de la Federación Estudiantil Poblana saliente y uno más de cada planilla representante en la elección. A las 18 horas se concentraban todas las urnas en las oficinas de la Federación Estudiantil, que estaban localizadas en el corredor sur, de la segunda planta, de este nuestro edificio Carolino, a nivel de las ventanas del primer patio. Ahí, ante la presencia de un Notario Público, del presidente saliente y de los representantes estudiantiles, de cada una de las planillas, se abría urna por urna, iniciándose el recuento por escuelas y ganaba quien tenía la mayoría simple de todo el alumnado. Sin contar que fuera ganancia por escuelas, sino el global de los estudiantes de la Universidad. En esta forma, ya con todos los integrantes de la Mesa Directiva, se sesionaba periódicamente, para tomar los acuerdos a que hubiera lugar. Por otra parte, se forman las Mesas Directivas, independientes de cada una de las Escuelas. Los presidentes y las mesas directivas de cada una de ellas, fuera cual fuera, pasaban a ser consejeros y formar parte directa de la mesa directiva de la Federación Estudiantil Poblana.

1. Alberto Briones Rodríguez, 2. Manuel González Salgado, 3. Francisco Arellano Ocampo. 

En esta forma, se funcionó en el año 56-57; en esta forma, estuvimos unidos y estuvimos pendientes de la lucha, que nuestro compañero representante, el presidente en aquel entonces de nuestra Federación Estudiantil Poblana, Francisco Arellano Ocampo, nos llevó hacia delante para poder estar en la lucha; para poder alcanzar, de nuestro gobierno, con su anuencia, con dificultades y problemas, pero a la vez se alcanzó, en ese año la Autonomía, tan ansiada de nuestra Universidad de Puebla. Muchas gracias.
 

 

Comparación del anteproyecto
de Ley de la FEP y del anteproyecto
del Consejo Universitario

Manuel González Salgado
 

A

nte todo, mi sincero agradecimiento a los responsables del Archivo Histórico Regional Universitario, a la rectoría de la Universidad Autónoma de Puebla por permitirnos estar nuevamente en este salón que fue escenario de muchos episodios, ahora ya históricos para esta institución.

Hace algunas noches, traté de escribir algo y no lo hice. Abrí el cajón de los recuerdos y comencé a examinar una serie de fotografías, que prometimos a la licenciada Azcué entregar a la Universidad, y entregaremos, comenzamos a leer también los periódicos de aquella época, para recordar las luchas que encabezó nuestro dilecto amigo, hoy brillante médico, Francisco Arellano Ocampo. Y al leer y releer aquello, no puedo menos que suplicarles a ustedes, un recuerdo para alguien —que ya mencionaba el Dr. Arellano— y que fue una de las piezas claves en el movimiento de 1956. Alguien a quien todos quisimos, a quien respetábamos porque tenía algunos años más que nosotros, y que actuó como Consejero —así lo reconocía hace rato Pancho Arellano— de él y de nosotros, al señor Lic. Alberto Briones Rodríguez, a quien con emoción recuerdo en este momento.

1. Rodolfo Pacheco Pulido, 2. Adolfo López Mateos, 3. Daniel Sacre Sacre. y 4. Manuel González Salgado.

Es indudable el que la Autonomía Universitaria —como ya se expresó en forma brillante por Arturo Santillana— es un parteaguas dentro de la vida de la Universidad Autónoma de Puebla. Pero el haber obtenido la Autonomía Universitaria no satisfizo definitivamente todo lo que los universitarios de entonces y de ahora —hablaba Díaz Limón de los universitarios de entonces— yo diría, los universitarios de siempre, quienes hemos sido universitarios seguiremos siendo universitarios por toda la vida. Los universitarios de entonces —decíamos— creo que no quedamos satisfechos con el fruto que dio nuestra lucha de 1956 y por eso en 1961, se reinicia nuevamente la lucha. Y quiero recordar, a quien se convirtió en rector en 1963, esto es Manuel Lara y Parra, que nos dio oportunidad para el efecto de que quienes estamos ahora aquí, entonces recientes profesionistas, pudiéramos asistir a una asamblea de un club social y ahí expresar nuestra rebeldía, expresar nuestros sentimientos, expresar nuestra preocupación —¿recuerda Dr. Santillana?—, porque lo que se había plasmado en un papel que constituía la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Puebla, había dado otro resultado totalmente diferente.

Quisiera hacer un poco de historia, para el efecto de referirme cómo nace el movimiento del 56. Lógicamente los antecedentes los ha expresado ya, en forma brillante el Dr. Santillana. Pero en ese 1956 se principia a trabajar, se cita a una serie de sesiones extraordinarias de la Mesa Directiva de la Federación Estudiantil Poblana, que encabeza Francisco Arellano Ocampo, y el 11 de junio de aquel 1956, se designa una comisión que se encargue del estudio y elaboración de un proyecto de Ley Orgánica para la Universidad Autónoma de Puebla. Esa comisión estuvo integrada por: Alberto Briones Rodríguez, por Humberto Blanco y por su servidor. Su servidor, como asesor jurídico de la Federación de estudiantes entonces, posteriormente haríamos el relevo a la Secretaría General y me substituiría mi compañero y amigo de siempre, el señor Lic. René Lazcano Sánchez.

Lo primero que hicimos, fue allegarnos una serie de documentos de otras universidades, para el efecto de adecuarlo, a lo que creíamos entonces, el que era conveniente para la Universidad Autónoma de Puebla. Y fue ese proyecto el que presentamos y se discutió en una serie de reuniones, en la propia Federación Estudiantil, para el efecto, de que con los agregados y las tachas que se consideraron prudentes, fuera presentado al Consejo Universitario como una aportación de la Federación Estudiantil, de los estudiantes de ese momento, para el efecto de lograr la Autonomía de la Universidad Autónoma de Puebla.

1. Alfonso Díaz Pérez, 2. Sandoval, 3. Manuel González Salgado, 4. Carlos Meza Valenzuela, 5. Isauro Méndez, 6. César Garibay, 7. Nohemí Hernández, 8. Humberto Blanco González, 9. Guillermo Fernández de Lara, 10. René Lazcano, 11. Reynaldo Alor Campillo, 12. Alberto Briones Rodríguez, 13 Amado Camarillo Sánchez y 14. Fabio Beltrán López.. 

El proyecto tenía 26 artículos y 6 transitorios. Consideramos entonces, quienes constituíamos la comisión, el que la Ley Orgánica de la Universidad debería de ser, simplemente, la constitutiva de la propia Universidad, dar los lineamientos generales y establecer después reglamentos: un reglamento general que normara las actividades también generales de la propia Universidad. Dentro del Anteproyecto en cuestión, tenía las siguientes características: decíamos ya, extensión mínima en su articulado; la creación de una Junta de Gobierno, que sería nombrada por el Honorable Consejo Universitario. Aquí quisiéramos hacer una pausa para el efecto de hacer un señalamiento: en el Proyecto, que posteriormente se aprueba, no se habla de una Junta de Gobierno, sino se habla de un Consejo de Honor, y hubo una gran diferencia, entre lo que los estudiantes proponíamos como Junta de Gobierno. Una Junta de Gobierno que los estudiantes proponíamos, cuyo objetivo principal sería de servir de tribunal dirimente, así como la designación del rector, a propuesta del Consejo Universitario. Pero en contra de lo que los estudiantes propusimos, se crea un Consejo de Honor, que desafortunadamente —hicimos el señalamiento en aquella reunión que nos invitó el Dr. Manuel Lara y Parra— había tenido una situación totalmente diferente a la que habíamos querido. El Consejo de Honor, que sesionaba en el Paraninfo de nuestra Universidad, se constituye en un grupo elitista, formado por personas que pertenecían a un determinado grupo religioso y que dieron al traste, definitivamente con lo que queríamos nosotros para la Universidad Autónoma de Puebla.

Aspirábamos, quienes entonces luchamos, y creo que es la aspiración de ahora y de siempre, el que en esta y en todas las Universidades haya liberalidad en el pensamiento, haya apertura amplia a la forma de creer, de pensar y de ser, el que haya libertad absoluta de cátedra: el que haya la posibilidad para el efecto, de que el estudiante conozca todos los caminos, no se le señale un camino, sino conozca todos los caminos, conozca todas las formas filosóficas del pensamiento y sea el estudiante por su libre albedrío, el que en su momento resuelva, cuál es su camino y cuál es la ideología que adopta para normar su vida.

1. Rafael Ávila Camacho, 2. Alfonso Vélez López, 3. Francisco Arellano Ocampo y 4. Manuel González Salgado. 

Dentro de ese proyecto, que la Federación de Estudiantes presenta, se pugnó también por la paridad de maestros y alumnos en el Consejo Universitario. Esto era mucho muy importante —se señalaba ya aquí— el que la lucha por la Autonomía, fue única y exclusivamente de los estudiantes universitarios de entonces; el que no intervino ningún maestro, tal vez, alguno de ellos o algunos de ellos se inclinaban por nuestra causa, tal vez algunos de ellos en algún momento nos dieron, muy quedo, una opinión favorable, pero realmente la lucha, la lucha fue de los estudiantes, de los estudiantes de aquella época. Y por eso exigíamos el que hubiere paridad de maestros y alumnos Consejeros en el Consejo Universitario, para el efecto de que las decisiones que se tomaran en ese Consejo, fueran consecuencia de lo que Maestros y Alumnos, que son quienes forman la comunidad universitaria, consideraran la creación de lo que ahora llamaríamos una contraloría, entonces hablábamos nosotros de una oficina de Contabilidad. El erario de la Universidad era pobre, recuerdo que allá por 1961, cuando fui Asesor Jurídico de esta institución, percibíamos $900,000.00 como subsidio de la Federación y algunas raquíticas cantidades también, como subsidio del Estado. De ahí el que, esas pequeñas cantidades que teníamos —el número de estudiantes desde luego era reducido— sentíamos que debieran de ser bien administradas y por eso la proposición para el efecto de la creación de un órgano de control, que pudiere dedicarse en forma exclusiva, a controlar el buen manejo del erario de la Universidad, creación de los centros de Extensión Universitaria, que propone también la Federación de Estudiantes y el que, dentro del propio Consejo Universitario, la Federación Estudiantil como máxima representante de los estudiantes, tuviere un asiento con voz y voto dentro del Consejo. Desde luego, se pugna entonces, y se sigue haciendo ahora, con toda justificación para el efecto de que se aumente el subsidio estatal, cuyo monto —decíamos entonces— no debería ser menor de tres millones de pesos anuales. Es conveniente que nos situemos en el tiempo, para el efecto de que entendamos también lo que nosotros pedíamos entonces. Recordar también que la Universidad Autónoma de Puebla por aquella época tenía aproximadamente tres mil alumnos.

1. Manuel González Salgado, Francisco Arellano Ocampo, 3. Fausto M. Ortega y 4. Mario Zamora Aurioles. 

Es indudable que considerábamos la necesidad de que la Universidad tuviera un patrimonio propio. Una universidad no puede ser real y verdaderamente autónoma, en tanto en cuanto, siga dependiendo del Estado. Una Universidad, que depende del Estado, yo la he comparado con un muchacho que cumple los 18 años, pero que no tiene dinero en la bolsa y que tiene que seguir los señalamientos, los lineamientos que papá determina. Porque no basta la obtención de la libertad política, sino es necesario también el tener la capacidad económica para real y verdaderamente autodeterminarse. De ahí que se propone la creación de un Patronato Universitario, otra gran decepción también, por la forma en que se integra el Patronato de la Universidad en aquella época y por lo poco que aporta a la Universidad, en virtud de quienes lo integran, desafortunadamente utilizan la designación que a su favor se hizo para el efecto de manejar las relaciones públicas personales. De ahí que en aquella asamblea, a la que nos invita el señor Dr. Manuel Lara y Parra hagamos aquellos señalamientos, hagamos esos señalamientos, que junto con otros muchos más, dan motivo al Movimiento de 1961.

Podríamos, desde luego, seguir haciendo una serie de reflexiones, sin embargo, el tiempo es corto y quisiéramos únicamente señalar que, dentro del movimiento universitario de autonomía, se busca también que el estudiante sea tratado por igual. Recuerdo todavía y no me dejarán mentir algunos de quienes están aquí, que en algunos momentos, y sobre todo, en relación a algunos maestros de la época, se nos sentaba de acuerdo a las condiciones económicas de cada quien —yo siempre estaba hasta atrás—. Es indudable que la segregación que se hacía por esta causa, fue también uno de los motivos que se consideraron como básicos para el efecto de lo que yo he manejado siempre como una verdadera revolución dentro de la Universidad Autónoma de Puebla. Una revolución que sigue actuante dentro de esta Universidad, una revolución que en 1961 se da con toda la fuerza que es capaz el estudiantado, —ya participamos nosotros como profesionales— y que se ha venido dando en forma constante y permanente, cambiando las estructuras de la Universidad, y dándonos una Universidad crítica, dándonos una Universidad que casi cumple las exigencias de lo que nosotros pensábamos hace 30 años, y dije casi cumple las exigencias de lo que nosotros pensábamos hace 30 años.

1. Manuel González Salgado, 2. Francisco Arellano Ocampo, 3. Felipe Morales. 

Espero que en otro momento, la Universidad nos vuelva a invitar para el efecto de volvernos a reunir y podamos hacer otras reminiscencias de entonces, con mi ofrecimiento de traer algo que podamos leer y que refleje lo que, entonces y ahora, seguimos pensando, en lo que entonces y ahora seguimos creyendo. Porque no hemos cambiado. En aquella época constituimos un grupo que creía en Juárez, y que sigue ahora creyendo en Juárez. Tal vez ya estamos dispersos. Ahora cuando nos reunimos unos a otros, casi no nos conocíamos, han pasado muchos años, de ahí nuestro agradecimiento a la Lic. Azcué por habernos reunido. Pero, creo que los sentimientos, creo que lo que creímos entonces, seguimos creyéndolo ahora y por eso estamos aquí. Muchas gracias.


Difusión en mítines y escritos

Gilberto Montes González

Buenas tardes, distinguida concurrencia. Quiero agradecer a las autoridades del Archivo Histórico Universitario, la oportunidad de estar con ustedes. Y aprovechando que la participación es a título personal, me voy a permitir hacer un reconocimiento personal a Ener Escobar, que en su calidad de candidato oponente a Francisco Arellano Ocampo, me hizo el honor de invitarme a formar parte en su plantilla, a propuesta de mi querido amigo Enrique Vargas, que entonces era presidente de la Sociedad de Alumnos de la escuela de Ciencias Económico -Administrativas. Especial agradecimiento a mi amigo Francisco Arellano Ocampo, que posteriormente me hizo el inmerecido honor de incorporarme a su brillante equipo. Muchas gracias.

Manuel González Salgado. 

En 1956, la Universidad de Puebla obtuvo la Autonomía. En esa fecha se marca un hito en la historia de nuestra Casa de Estudios. La Autonomía es parte de las luchas de nuestro pueblo por lograr su libertad científica, por estar en capacidad de formar los profesionistas, técnicos e investigadores, que su desarrollo requiere, y por preservar, renovar y establecer su cultura, extendiéndola a los sectores más amplios de la población. Nuestra Universidad hace uso de la Autonomía dentro del marco de su Ley Orgánica y de su legislación interna, desde varios ángulos:

1. El académico, al formular sus Planes y Programas de Enseñanza y de Investigación, al garantizar la libertad de cátedra y de investigación y al designar su personal académico.

2. El de gobierno, al organizarse libremente dentro de los marcos legales, al nombrar sus propias autoridades y funcionarios y al legislar para su ámbito interno.

3. El financiero, al formular su presupuesto y administrarlo de acuerdo con sus prioridades.

La autonomía, es parte inseparable de la Universidad y uno de sus logros más importantes. A 30 años de haber sido promulgada la primera Ley que señaló nuestra Autonomía, la estamos conmemorando, como un principio vivo y actuante, que impulsa, no sólo a nuestra institución, sino a todas las Universidades del país, en su lucha por la participación académica y la proyección social.

Dentro del marco del programa general de este Primer Coloquio sobre la Autonomía de nuestra Universidad, me ha tocado comentar el tema “Difusión en Mítines y Escritos” que en forma sencilla diseñé de la siguiente manera: aunque parezca mentira, la imprenta que menos ayudó en la lucha por la Autonomía, fue la imprenta de la Universidad, situación obvia si se considera que el entonces rector Dr. Artasánchez, ya estaba jugando sus cartas para llegar al Palacio Municipal. Por otra parte, resultaba muy reconfortante que otras imprentas nos hicieran la propaganda gratis, las mantas las conseguimos en las fábricas de refrescos. La verdad, es que siempre contábamos con escaso material para distribuir, por razones económicas. Esto se aprecia en que en un momento dado la publicación Umbral, órgano oficial de la fep, tiene que ser interrumpida, precisamente cuando más lo necesitábamos, que era sobre el mes de agosto. De ahí, que todos los volantes y manifiestos en que se señalaban los objetivos de la lucha, se repartieron entre la población universitaria, los medios de difusión y personas seleccionadas. En cambio, cuando el contenido del manifiesto se refería a la defensa, provocada por los continuos ataques injustificables de los enemigos de la Universidad, pese a que estudiaban en ella, estos, los repartimos entre la población, ya que al alumnado universitario, en los mítines se le podían hacer los mismos señalamientos. Los encargados de la distribución, aunque asesorados por alumnos de las escuelas profesionales, eran los preparatorianos, ya que por su edad y lógicas inquietudes, estaban en la época en que se da la utilidad con mayor facilidad.

1. Francisco Arellano Ocampo, 2. Rafael Ávila Camacho, 3. Gil Giménez y 4. Manuel González Salgado. 

Ha de mencionar que estos actos conmemorativos, sirven de homenaje a la brillante generación de universitarios, maestros y estudiantes, que en lúcidas jornadas lograron la Autonomía para nuestra Casa de Estudios. Sirvan para reflexionar, sobre nuestra Universidad y las necesidades que sus funciones le imponen, sirvan para fortalecer la mística universitaria y sirvan, en fin, para reiterarle a nuestro pueblo, que la confianza que tiene depositada en ella, no será defraudada. ¡Que la Universidad Autónoma de Puebla trabaja y se afana por alcanzar un México mejor para todos! Muchas gracias.
 



Las universidades y la cooperación Archivística


Los archivos universitarios, no sólo de nuestro país sino de la mayoría de las naciones de nuestro hemisferio y en general de Iberoamérica, han impulsado en los últimos años diversas iniciativas encaminadas a superar los problemas que les impiden desarrollar plenamente sus potencialidades como instancias que contribuyen de manera decisiva, no sólo a la preservación de la memoria histórica de sus instituciones, sino también a la formación de la identidad cultural de los universitarios.
Entre esas iniciativas destaca la creación de foros, tribunas y redes que le permitan a los archivos enfrentar de manera conjunta sus limitaciones. En nuestro país, por ejemplo, tenemos el caso de la Red Nacional de Archivos de Instituciones de Educación Superior (renaies), instancia que a pocos años de su génesis (surgió en 1999) ha logrado avances notables en lo concerniente a la búsqueda de soluciones generales a los problemas que enfrentan los archivos universitarios.
Experiencias semejantes han surgido en otras naciones de nuestro hemisferio y de Iberoamérica.
En contrapunto a tales iniciativas, surgieron también proyectos enderezados a coordinar las acciones de los archivos universitarios a nivel de nuestro hemisferio y en general de Iberoamérica, lo cual ha cristalizado en la celebración de dos congresos iberoamericanos de archivos universitarios, y de dos encuentros —también a nivel hemisférico— de estas instancias.
Los días 11, 12 y 13 de octubre de 2006 se llevará a cabo el iii Congreso Iberoamericano y el iii Encuentro Iberoamericano de Archivos Universitarios. Nuestra máxima casa de estudios —a través del Archivo Histórico Universitario— tiene el honor de ser la sede de dichos eventos, los cuales son convocados por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (buap), la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (udual), la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (anuies), la Red Nacional de Archivos de Instituciones de Educación Superior (renaies), y el Centro de Estudios sobre la Universidd de la unam (cesu).
El punto central que abordarán —tanto el Congreso como el Encuentro— será “Las universidades y la cooperación archivística”.
A todos los interesados que deseen información e inscripción a los eventos de referencia se sugiere dirigirse a :

Lic. Elizabeth Palacios López
Archivo Histórico Universitario de la buap, Reforma 531, Centro Histórico, Puebla, Pue., Tel. (01-222) 2 32 74 79.
E-mail : biniza74@mexico.com
tiempo@siu.buap.mx

C.P. Patricia Ríos García
Archivo Histórico de la Universidad de Sonora
Museo y Biblioteca ala sur, Niños Héroes y Pino Suárez, Centro, Hermosillo, Sonora
Tel. (01 662) 2 12 57 08
E-mail : patyrios@sociales.uson.mx
ahuson@extensión.uson. mx

Lic. Gustavo Villanueva Bazán
Archvio Histórico de la Universidad Nacional Autónoma de México
Centro de Estudios Sobre la Universidad
Edificio de la Unidad Bibliográfica, Centro Cultural Universitario
Ciudad Universitaria, México, D.F.
Tel. 01 55 56 22 69 85 ext. 2041
E-mail : bazan@servidor.unam. mx

 

 

 

  »Gacetas 2006

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Tiempo Universitario es una publicación del Archivo Histórico Universitario de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
Aparece quincenalmente. Esta publicación se puede adquirir en la Casa de la Memoria Universitaria,
Archivo Histórico Universitario, Avenida Reforma 531, Puebla, Puebla, Tel. (01 222)  2 32 74 79.
Se aceptan colaboraciones de investigación sobre la vida universitaria.

 

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